Los abuelos sí sabían lo que fumaban
Toño Morala
Picadura, aquella que llamaban también cuarterón |
Qué tiempos aquellos donde fumar
era todo un lujo, y donde el tabaco todavía era una cuestión muy natural; no
como ahora, que parece ser que los cigarrillos llevan veneno en sus adentros.
Hay que decir de antemano que el tabaco mata, eso está muy claro, pero también
matan otras cosas…y casi nadie dice nada. Vaya por delante que el que les
escribe no es fumador desde hace más de veinte años, y además me encanta entrar
en los lugares públicos y que no haya humo. Dicho lo dicho, vayamos al meollo
de lo que hoy nos concierne que no es ni más ni menos que aquel tabaco que
fumaban los abuelos y alguna abuela
también. Aquellos años de cartilla de racionamiento para el tabaco y para casi
todo; y donde la picaresca y el estraperlo hacían de las suyas para que una población pudiera tener acceso
al tabaco y sus elaborados. Algunos después de la dura contienda y posguerra,
llenaban sus pechos y calentaban manos y boca con cigarrillos.
Tarjeta de fumador de Alipio Riol, de Reliegos, cartilla de racionamiento para el tabaco |
Algunos era lo que metían por la boca durante horas, pues
no había prácticamente nada que comer;
duro, muy duro decir esto, pero era la realidad. Los mayores de 18 años podían
adquirir la “cartilla de fumador” con sus correspondientes cupones. Como los
certificados de defunción tardaban en llegar a los estancos, fumaban hasta los
difuntos.
No hacen falta comentarios |
Algunos que no fumaban, compraban un cuarterón o tres cuarterones
(tabaco de liar con palos que rompían el papel de fumar) o varios paquetes de
“caldo de gallina” y los cambiaban por una hogaza de pan de estraperlo (mercado
negro). Las elaboraciones de Tabacalera por aquel entonces se podían considerar
infumables, tanto por la pésima calidad del tabaco como por lo defectuoso de su
elaboración. Recordarán una marca de cigarrillos liados que llevaba el pomposo
nombre de “Extrafinos” y que vulgarmente se conocía como “mataquintos”. Raro
era el cigarrillo que no llevara un “tronco” dentro (tronco llamaban a las
astillas de madera), lo que hacía que se apagara constantemente, y si
intentaban arrancarle la astilla corrían el riesgo de que se vaciara entero y
se quedaran sin él.
La Sin Bombo, Sublimes, Caprichos, Celestiales, Chic, España... |
También había el tabaco picado para liar; la llamada “Picadura
Selecta”, a la que el fumador llamaba “paquete verde” por el color de la
envoltura. Con la picadura se podía hacer una selección por medio del cernido,
o sea, con un cedacillo fino se le quitaba el polvillo y con otro más vasto los troncos, operación que necesariamente se
tenía que realizar en lugar adecuado y pacientemente.
Como además de malo, estaba racionado, el tabaco de estraperlo
constituía la principal fuente de ingresos para muchas mujeres que a la vez comerciaban
con otras historias.
Ya casi al final del racionamiento 1952 |
Al principio esas cartillas de racionamiento eran por
unidad familiar, pasando más adelante a ser individuales. Para liar estas
estacas, se utiliza papel de fumar
de diversas marcas, entre ellas el Bambú, Jean y el Abadíe; o aquel otro de
papel de arroz Smoking. Paquetes de cigarrillos apenas si se elaboraban. Solo
"mataquintos", posteriormente Ideales de color amarillo y el
"caldo de gallina", que también es necesario liar, aunque el papel lo
trae ya el cigarro. Los "estraperlistas" de tabaco siempre actuando a
escondidas y siempre en peligro de ser detenidos, tenían su centro de operaciones en las plazas y
calles más concurridas, y se hacían de
señas y tenían sus códigos para que no les pillaran las autoridades; los ricos
ese problema no lo tenían, pues siempre había buen tabaco cubano para ellos.
Papel de arroz para liar cigarrillos |
Con tanta escasez, algunos fumaban de todo lo que fuera
natural, picado y para adelante. Tan pronto salguera y virlotos, hojas
secas que se sembraban en los alrededores del pueblo, y se liaba con
hojas de maíz. “Había pobres que recogían las colillas por la calle, juntaban
el poquito de tabaco de cada una, lo liaban y lo vendían a los que no podían
comprar paquetes”, me comenta un mayor fumador de picadura liada. Entre las
pocas mujeres que fumaban, la mayoría se relacionaban con clases altas…Y me
sigue comentando… “Mi otro compañero era
el paquete de Ideales, descendiente del Caldo de Gallina y de los tabacos de
picadura que daban con la cartilla de racionamiento. Un tabaco áspero y con
unas estacas que bien podrían usarse como leña para la lumbre o tizones apagados
para escribir en cualquier parte…” y se
echa a reír a carcajadas.
Cigarrillos ideales, caldo de gallina..original tabaco que era un lujo |
La planta del tabaco fue
introducida en Europa por los españoles en su conquista a América. Las primeras
semillas se plantaron en campos de Toledo por orden de Felipe II. Utilizado por
los indios en sus rituales, además de fumarse, se podía masticar,
beber o untarse sobre el cuerpo. A los guerreros antes de la batalla se
les soplaba el humo de la planta en la cara. También se echaba a los campos
para la cosecha… Y de guajes, de chavales lo de la fumadera nos traía locos;
menuda atracción que tenía lo del tabaco, era como si nos quisiéramos hacer los
mayores. Los mecheros y cerillas producían una atracción insana por su
capacidad de producir fuego, ante el que siempre nos quedábamos atónitos y del
que debíamos mantenernos alejados según decían los mayores pues si no… “nos
mearíamos en la cama“.
Una de aquellas cajas de cerillas |
Las petacas de picadura que se abrían como bocas y se
cerraban con un ruido sordo y seco después de depositar en la mano un
montoncito de picadura que dejaba en el aire un aroma del placer que parecía embargar a los
fumadores, era un objeto deseable. Ya de mozos aquella famosa frase… “vamos a
echar un pito” era lo más leal que existía en la amistad de los pantalones de
elefante y la camiseta de Marylin Monroe. Y si en aquellas películas del oeste,
los jefes indios firmaban la paz fumando, ¿por qué el tabaco era malo..? nos
preguntábamos de niños ya con granos en la cara.
Petaca de tabaco traída desde África (1922) |
Anécdotas sobre el tabaco de liar
hay para parar un tren, les cuento
una de mi abuelo…el hombre tenía
en el portalón un banco de trabajo con usillo de carpintero también de madera;
algunas herramientas, y sobre la pared en horizontal una estrecha estantería, pero muy larga. Pues bien, le
recuerdo con el cigarrillo siempre apagado en la comisura de los labios y todo
rechupeteado; así como sobre la estantería, una
veintena de colillas de liado apagadas, y que el hombre iba consumiendo
pacientemente. Le daba vueltas a lo que estaba haciendo mientras con el
chisquero de mecha, prendía pacientemente las estacas. Sacaba aquel humo por la
boca y con aquel olor a tabaco que apestaba se sonreía pícaramente, al ver mi
cara de casi asco… me daba unas perronas o pesetas y me mandaba con un pequeño tubo al estanco a comprar las piedras
para el buen mechero contra viento y marea.
Colección chisqueros a chispa y mecha, el contraviento y marea |
Me ha entusiasmado leer esta historia pues me considero joven y esos tiempos me quedan muy lejanos aunque estas cosas sobre el tabaco ya se las había oído a mis abuelos. Hoy día parece que fumar es un delito y que el tabaco es causante de todas las muertes sin tener en cuenta otros muchos factores que nada tienen que ver con el tabaco como bien puede ser el estrés o la ansiedad tan padecida en los últimos tiempos a consecuencia de la situación económica y social del país que si ya era mala de por si ha empeorado consecuencia del confinamiento del COVID. Dichas estas palabras, decir que ha día de hoy fumar si que es un lujo que pocos se pueden permitir y que a finales de mes se lleva una cuantía importante de tus ingresos. Los impuestos sobre el tabaco son cuanto menos abusivos, estos han incrementado y cuando los políticos los incrementan se basan en decir sandeces tales como que es por el bien común de la población y yo me pregunto ¿Y donde queda la libertad individual de cada ciudadano? ¿Es que ya no se puede decidir ni fumar en la sociedad? ¿Se defienden los derechos y libertades de todos o de solo unos pocos colectivos (yo no digo que esos colectivos no deban tenerlos, nadie me mal interprete)?. Y por último ¿Se vivía mejor en los tiempos de los que habla el artículo? Da mucho que reflexionar. Por último decir que en estas últimas dos décadas la sociedad se ha llenado de melindrosos antitabaco que no nos dejan vivir.
ResponderEliminarMe ha prestado el relato. Incluso me ha sabido a poco. Recuerdo perfectamente a mi padre liando la picadura del cuarterón que me mandaba a comprar al Val de San Lorenzo, al estanco de Ramiro, que tenía una pata de palo. Lo habitual era el cuarterón pequeño y el librito Zig-Zag.
ResponderEliminarPero cuando llegaba algún acontecimiento señalado o fiesta me encargaba un cuarterón de mayor tamaño, donde se leía picadura selecta y el librito que fuera de Riz Abadié. Y el lujo era “ el caldo”, los Ideales blancos en su paquete azul, con el tabaco envuelto en el papel, pero sin rematar. Había que apretarlos y pasar la lengua por el librito antes de atizarle con el mechero o un tizón de la lumbre que li padre acercaba con las tenazas.
Me acuerdo de los mecheros o chisqueros de mecha aunque mi padre siempre utilizó los de gasolina.
Decir que yo apenas he fumado y que agradecí que se prohibiera el fumar en interiores. Creo que fue un gran avance social. Por muchas “estacas” que tuviese la picadura del cuarterón era más “sano” que lo ahora venden como tabaco en el que aparecen muchas sustancias y componentes para hacerlo más adictivo.
No estoy de acuerdo con los que opinan que hay que dejar que cada uno haga con su vida lo que quiera. La Seguridad Social, que pagamos todos, destina cada año millones de Euros en curar enfermedades causadas por el tabaco. Me alegra haber descubierto este blog de Etnoleón.
Me ha encantado
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