jueves, 22 de abril de 2021

EXPOSICIÓN: "ZODIACO PEREGRINO"


DÍAS: del 22 de abril al 13 de junio del 2021

INAUGURACIÓN: 22 de abril a las 19:00h

LUGAR: Museo Etnográfico de León




El arte místico de Adolfo Álvarez Barthe toma el Museo Etnográfico de León

La gran sala de exposiciones temporales del Museo Etnográfico Provincial, dependiente de la Diputación de León, acoge hasta el próximo 13 de junio la muestra ‘Zodiaco Peregrino’, donde el artista leonés Adolfo Álvarez Barthe aúna de un modo muy personal la simbología de las constelaciones con los ciclos de la naturaleza y los oficios humanos.   

El arte sugestivo, profundo y espiritual del reconocido artista leonés Adolfo Álvarez Barthe se ha adueñado del Museo Etnográfico Provincial gracias a ‘Zodiaco Peregrino’, la exposición que podrá verse hasta el próximo 13 de junio en este centro que depende del Instituto Leonés de Cultura (ILC) y que tiene su sede en Mansilla de las Mulas. 

Se trata, en esencia, de trece pinturas al temple que representan los doce signos del zodiaco, a los que Álvarez Barthe vincula con el Camino de Santiago y con el mundo de la cultura tradicional gracias a toda una serie de imágenes cargadas de simbolismo. La muestra está ubicada en la sala de exposiciones temporales del museo, uno de los espacios expositivos más amplios de toda la provincia, y supone la reanudación por parte del centro de su actividad didáctica y artística, interrumpida por la pandemia.       

La exhibición encaja perfectamente con el contenido y con las líneas de trabajo del museo, dado que, como explica el artista, “el Camino de Santiago es un elemento de referencia fundamental en la ubicación del propio centro y constituye un componente clave en relación al patrimonio tanto material como inmaterial leonés”. “Por otro lado -continuó-, los signos del zodiaco mantienen unas estrictas relaciones con las estrellas y con la distribución temporal por ciclos y estaciones del año, los cuales, al mismo tiempo, han concretado y fijado de forma muy evidente y clara, a través del tiempo y las tradiciones, las diferentes actividades y tareas humanas de producción constructiva, textil, agrarian y ganadera”.

“Generaciones de hombres y mujeres han seguido el movimiento de las constelaciones en el firmamento -reflexiona Álvarez Barthe-. Incluso una de esas constelaciones, Orión, se ha asociado al descubrimiento de América y al nombre del apóstol Santiago. Lo cierto es que el camino hacia el Finis Terrae lo marcan los astros del cielo. Quien camina sobre la tierra reproduce el sendero que el zodiaco, en un arco perfecto, transita en una esfera muy alejada de nosotros”.

El artista busca que el sincretismo simbólico se erija en una de las claves interpretativas de la exposición. Así, puentes, vieiras, patas y cabezas de oca, lobas, bordones, calabazas, marcas de canteros, templos, la figura de la Virgen María en algunas de sus advocaciones, astros, cruces y el propio apóstol Santiago encuentran acomodo en estas doce piezas, además de los productos agrícolas que rigen cada uno de los signos zodiacales.

La muestra, inaugurada por el diputado de Cultura, Pablo López Presa; el director del Departamento de Arte y Exposiciones del ILC, Luis García, y el director del Museo Etnográfico, Lucas Morán, con presencia del artista, podrá verse de martes a domingo de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas. También existe la posibilidad de concertar visitas guiadas con el autor, llamando al teléfono 987 311923.  


Sobre el autor

Adolfo Álvarez Barthe (León, 1964) ha realizado más de 30 exposiciones individuales a lo largo y ancho de la geografía española y más de 60 exposiciones colectivas entre las que se incluyen varias ferias internacionales en España, Italia y Bélgica. En 2002, la Fundación Vela Zanetti de León le dedicó una exposición antológica de su obra bajo el título ‘El teatro de la memoria’. En 2010 el Instituto Leonés de Cultura organizó una exposición retrospectiva sobre su obra con el título de ‘Pervivencias’. En 2017 la Casa de América, en Madrid, expuso su particular visión de la historia y la pintura en una muestra centrada en la conquista de América durante el reinado de los Austrias. En 2018 la Fundación Merayo mostró su serie ‘Simurg’, inspirada en los grandes poemas sufíes persas. Ha publicado artículos en la presa especializada y sobre la figura del pintor, actor y científico leonés escribió ‘Luis Sáenz de la Calzada. Un ensayo biográfico’.

ACTIVIDAD REALIZADA

Inauguración de la exposición: "Zodiaco Peregrino", de izquierda a derecha:
D. Lucas López  Morán, director MEPL, D. Luis García Martínez, director de 
arte y exposiciones del ILC, D. Pablo López Presa, diputado de Cultura de la 
Diputación de León, D. Adolfo Álvarez Barthe, autor de las obras de la exposición
y D. Luis G. Perrino, presidente de la asociación del Camino de Santiago en León.


Un momento de la visita guiada por el autor, Adolfo Álvarez Barthe.




miércoles, 21 de abril de 2021

NOTICIA: La panderetera triste

TRADICIONES. Gloria Robla, memoria viva de Formigones, perdió a dos hermanos por una grave enfermedad. Con 102 años, vive sola y custodia la tradición.

Gloria Robla Ropdríguez, 102 años, panderetera, tan solo se ayuda de un bastón para moverse por la casa, el portalón o las calles. | MAURICIO PEÑA
lanuevacronica.com
Fulgencio Fernández | 18/04/2021
Gloria está sentada al sol en la piedra de delante de su casa en Formigones—«es lo que más me presta, estar aquí sentada, parlar con la gente si pasa alguien y si no pensar en mis cosas», explica— y nos pide que nos acerquemos «para ver si os reconozco».

- ¿Qué dice la panderetera?
- Ya os lo advierto. No voy a tocar la pandereta, bien que me gusta pero no tengo cuerpo para ello porque estoy muy triste.

- ¿Qué le pasa mujer?
- Este maldito bicho. Se me han muerto dos hermanos y no les pude ni decir adiós. Hace unos días me llaman por teléfono el domingo por la tarde y digo ‘es mi hermano’ que siempre llama a estas horas y no, era la hija, que ya me dijo ‘papá se nos fue para siempre’. Y Dacio, que siempre había estado aquí conmigo ¡Qué pena! Así que no me pidáis que toque la pandereta, que no puedo; nos advierte nuevamente, consciente de que es habitual que se lo pidan pues fue una gran panderetera y la memoria viva de la tradición oral de aquella comarca.

Por ello, nos las enseña cuando entramos en la casa —«esta me la regalaron los de Tenada»— pero la vuelve a posar en el armario y cuando ve que cerramos la puerta la vuelve a abrir: «La dejo siempre abierta porque si la cierro siempre pienso que está mi hermano dentro. Tantos años juntos, te diré que yo no me casé para no dejarlo solo, como estaba soltero».

Es increíble Gloria, un pozo de sentencias, refranes y sabiduría; que también lee mucho, ahora andaba con ‘Maestros de la República’, de María Antonia Iglesias. «Lo que tengo en la cabeza es porque tengo tiempo para pensar, buena memoria y me gusta leer y decir la verdad que no hay peor villanía que la hipocresía».

Perder a dos hermanos me tiene muy triste, no quiero tocar la pandereta; tengo la puerta de su habitación abierta porque si la cierro no dejo de pensar que sigue mi hermano allí. 

Es increíble esta mujer nacida en 1918, que lo ha visto casi todo y te invita a entrar en su casa. «Ya se que dicen que no se debe... pero parecen buena gente y ¿a qué voy a tener miedo? Si no tengo nada, lo poco que cobro de pensión es para el Gobierno». Y mientras camina hacia la casa va mostrando su memoria de los nombres de las cosas, la belleza de un lenguaje que maneja con soltura y le permite llamar a cada cosa por su nombre: «Aquí a eso que dices (filandón) le decíamos hilar; eso que hay ahí es la devanadera, para devanar las madejas; la rueca es para escarpenar; los cachapos para la piedra de afilar la guadaña...».

- ¿Sabe cómo se llaman las partes de este arado?
- Pues claro. Esto es la tariquela, esto la pina, lo de arar la reja, la bajera... que se dice aquello de «tengo la mano pesada de tirar por la bajera, que si fueras tú quien tira la tendría ligera».

Y remata: «Que la gente cree que los de los pueblos no sabemos cosas... Cuando nos pasaron para el Ayuntamiento de Santa María de Ordás como esto está apartado nos miraban como si fuéramos los de la cábila».

Son, a fin de cuentas, aperos y recuerdos que formaron parte de su vida pues, al margen de su habilidad como panderetera y su capacidad para recordar, Gloria fue una gran trabajadora, siempre en su pueblo de Formigones. «Trabajar sí, mucho, desde niña. Éramos seis hermanos y con siete años ya iba al monte con un hatajo de ovejas y no volvía a casa ni al oscurecer, que tenía que ir mi padre a buscarme cuando volvía de trabajar porque se metía la noche y yo en el monte».

¿El secreto para llegar a los 102 años tan bien? Pues no alcanzo a saberlo porque trabajé desde niña, pasé frío y mojaduras... sólo puedo presumir de respirar aire puro- 

¿En qué trabajaba tu padre?
- Era cantero, de los buenos, de cal y canto ¿Ves es esa esquina de esa pared tan bien hecha? Pues la hizo mi padre, que era pequeño, como yo, pero no se le ponía nada por delante.

Recuerda Gloria aquellos años duros con una sonrisa, era una niña feliz en el pueblo. «Mi madre me enseñó a cantar el ramo, se me daba bien, tenía una voz juvenil». Pero se le borra la luz del rostro, como cuando recuerda el fallecimiento de sus hermanos, cuando llega a la etapa de la guerra civil, que define con la sabiduría y la inteligencia de quien vio truncados los mejores años de su vida. «Yo era una moza, pero aquello de que se mataran hermanos con hermanos porque unos eran nacionales y otros rojos no me cabe en la cabeza, no lo puedo entender... hermanos con hermanos. Mira lo que era la guerra, un día un vecino lloraba porque decía que ya hacía semanas que no recibía carta del frente, donde estaba el hijo. Y claro, al hijo lo habían matado en la guerra».

¿Pasó hambre, Gloria?
- La verdad es que no había más que sal y pimentón pero aquí hambre no pasamos pues en las casas había ganado, ovejas; y pan, que yo hasta hace cuatro días todavía amasaba en casa. Hambre no, pero necesidad mucha.

Se queda callada. Le duelen aquellos años y al volver a hablar nuevamente hurga en su memoria. «Lo de la guerra ya os lo dije, fue malo, pero la gente habla poco de otra cosa. Entre los años 40 y 45 se murió muchísima gente de la tuberculosis.

- ¿Cuál es el secreto para llegar a los 102 años tan bien?
- Pues no lo sé; que yo solo puedo presumir de respirar aire puro, porque frío y mojaduras pasé bastantes.

Irrepetible Gloria, la panderetera.

domingo, 18 de abril de 2021

NOTICIA: Un oro líquido que aumenta en el Bierzo

CAMPO. Los pequeños olivares proliferan en los últimos años en la comarca y recuperan el esplendor de un cultivo que casi llegó a desaparecer tras una decadencia que se remonta a más de cinco siglos atrás.



Ical | 17/04/2021
Circula una leyenda por los pueblos del Bierzo que asegura que en cada aldea sólo puede existir un olivo, habitualmente situado en las inmediaciones de la iglesia o del cementerio, cuya supervivencia estaba justificada por la necesidad de elaborar aceite para las lámparas de las iglesias. Sea cierta o no, la base de esta leyenda tiene que ver con la progresiva decadencia que experimentó el olivo en todo el noroeste peninsular a partir del siglo XVI y su abandono en beneficio de cultivos más rentables. Casi cinco siglos más tarde, el interés de los agricultores de la comarca por la producción de aceite regresa con fuerza, como demuestra el creciente número de olivares que proliferan en los últimos años en el campo berciano.

Al respecto, el director técnico de la Asociación Berciana de Agricultores (ABA), Pablo Linares, recalca que el olivo es “un cultivo con una tendencia al alza” en el Bierzo. “Están surgiendo varias plantaciones por diferentes zonas de la comarca”, señala Linares, quien puntualiza que el crecimiento de este cultivo puede llegar a convertirlo en “una alternativa más en el ‘pull’ de especies que se pueden trabajar en el campo berciano”. “Desde el punto de vista agronómico, el cultivo se adapta bien a la zona pero tendremos que ir viendo cómo avanzan las producciones”, avanza el responsable de ABA.


En ese sentido, Linares asegura que aún es pronto para valorar la evolución de estas plantaciones “muy jóvenes” para las que se han buscado referencias con otras zonas de climatología similar, como las variedades cultivadas en el norte de Portugal. Aunque estos primeros pasos deban darse “un poco a ciegas”, servirán a la asociación para recabar una valiosa información sobre las posibilidades de un cultivo del que “hay que ver cómo se comporta realmente en el territorio”. Por ello, gran parte de los que apuestan por recuperar este cultivo en el territorio berciano son personas que “están probando en el sector y han visto en el olivo una forma más rentable de empezar”. “La mayoría son gente que está iniciándose en la actividad, sin una relación previa con la agricultura”, señala.

Después de haber recibido en la asociación varias consultas sobre cuestiones como la ubicación, las variedades más adecuadas o la rentabilidad asociada a este cultivo, Linares destaca que muchas de las nuevas plantaciones se conciben como sistemas intensivos que aprovechan la presencia de regadío para entrar en producción antes que en el caso de los olivares tradicional del sur de España. “Las primeras aceitunas se pueden recoger en tres o cuatro años”, explica el director técnico de ABA, que señala que estos plazos son similares a los de cualquier otro frutal, con la diferencia de que estas explotaciones se orientan a la producción de aceite y no de oliva de mesa, lo que abre la puerta a un abanico de oportunidades vinculado a la transformación posterior.


Pionero de la recuperación
Uno de los primeros aventureros en lanzarse al cultivo de la aceituna en territorio berciano es Víctor Arroyo, propietario de la bodega Castro Bergidum. En el año 2010, Arroyo inició una pequeña explotación de la que cuatro años más tarde consiguió sacar los primeros litros de aceite. Más de una década más tarde, Oro del Bierzo produce 4.000 litros al año de aceite de oliva de elaboración artesanal que se distribuye en los mercados internacionales. “Ya contábamos con una explotación de viñedo pero queríamos seguir creciendo con otro producto que fuera compatible”, recuerda el agricultor, que explica que “el aceite y el vino usan canales de comercialización paralelos, muy ligados a la gastronomía y al buen comer”.

La primera plantación, con poco más de un millar de árboles, se situó en la localidad de Pieros, aunque en la actualidad la empresa ya explota varias fincas en los municipios de Cacabelos y Villafranca del Bierzo, con una superficie total de entre siete y ocho hectáreas en las que crecen cerca de 4.000 árboles. “En una de las fincas había dos olivos de unos 300 años y yo venía observando que todos los años tenían cosecha”, recuerda Arroyo, que señala que este cultivo se adapta a zonas donde la falta de riego obliga a recurrir a otros productos que requieran menos agua que frutales como los perales o los manzanos.

Además, otra ventaja para el bodeguero es que el cultivo del olivo es “parejo al de la vid”, aunque con un ciclo más largo que lo protege del peligro que suponen las heladas primaverales. A lo largo de estas semanas, los nuevos brotes, donde se producirá la fruta, salpicarán las copas de estos árboles de hoja perenne, con la previsión de que la floración arranque a finales de mayo, en la misma época que la viña. La cosecha, sin embargo, se retrasa respecto a la vendimia y se lleva a cabo hacia noviembre o diciembre. “Nos exige mucho menos trabajo en la parte central del año, que ya la tenemos ocupada con la viña”, señala Arroyo.

Respecto a la proliferación de plantaciones en el territorio berciano, el agricultor asegura que conoce a más de una quincena de personas que están lanzándose a la actividad e investigando las posibilidades que ofrecen los marcos de plantación intensiva. “Incluso en el sur de España, aquello de árboles a ocho metros de distancia está en desuso, debido a la mecanización de la recogida”, apunta Arroyo, que confía en que el ‘boom’ de un cultivo abandonado durante varios siglos sirva para recuperar “la cultura del aceite” que antaño existió en la comarca. “En el Bierzo hubo aceite hace muchos años, casi todas las casas generaban su aceite”, explica. Convencido de que “la unión hace la fuerza”, Arroyo apuesta por seguir el camino de búsqueda de sinergias marcado en las últimas décadas por las bodegas de la DO Bierzo para que la producción de aceite berciano consiga despegar como lo han hecho sus vinos.


Las causas de la desaparición
Existen diversas hipótesis sobre el motivo por el que los olivos desaparecieron casi por completo del territorio berciano y de otras zonas del noroeste peninsular. La más plausible, señalan Linares y Arroyo, apunta al periodo que siguió al final de la Revuelta Irmandiña, a finales del siglo XV, cuando los nobles de la época represaliaron a los habitantes de las áreas en las que se originó la rebelión obligándoles a arrancar sus olivos.

Otra versión asegura que, con el final de la Reconquista, los Reyes Católicos quisieron primar a los pobladores de las zonas del sur arrebatadas a los musulmanes, con la promesa de apoyar el cultivo del aceite. La aplicación de impuestos excesivamente altos a otras zonas de la península explicaría el abandono de este cultivo y su sustitución por otros de mayor rentabilidad.

En cualquier caso, sí existen vestigios de que el olivo formaba parte del paisaje del Bierzo en épocas pasadas, como acreditan las referencias históricas de siglos atrás o la existencia de ruinas de molinos de aceite o de la calle de las Aceiterías, en el casco antiguo de Ponferrada.

Un caso particular es el de Corullón, donde este año el Ayuntamiento reparte 500 plantones de olivo entre los agricultores del municipio. La iniciativa se suma al reparto de cerezos y de castaños que el Consistorio lleva a cabo desde hace varios años y está previsto que los olivos se planten en una zona denominada El Olivar, en los alrededores del Castillo.

sábado, 17 de abril de 2021

NOTICIA: La segunda revolución de la Panera de Sandoval

Una restauración de 395.000 euros ha salvado ‘in extremis’ la Panera de Sandoval. Será el centro de visitantes del monasterio y un espacio para exposiciones y actividades culturales. Con otros 400.000 euros se va a rescatar el primer claustro del cenobio cisterciense.

Interior de la Panera de Sandoval, que abre al público con imágenes
 de cómo estaba antes de ser restaurada. MARCIANO PÉREZ

diariodeleon.es
Verónica Viñas. 17 de abril de 2021
Nació el mismo año en que una multitud de franceses tomaban la Bastilla. La segunda revolución ha llegado ahora. La Panera de Sandoval se ha salvado del colapso. A punto de derrumbarse, la Diputación (180.000 euros), la Junta (167.000) y el Ayuntamiento de Mansilla Mayor (48.000) han rescatado un gran edificio, admirado por Jovellanos y que, además de almacén de grano para el cenobio cisterciense, ha sido escuela y majada de ovejas.

Las tres instituciones se felicitaron ayer por esta ‘colaboración’ que ha permitido poner a salvo uno de los múltiples monumentos abocados a la ruina en la provincia de León.

El consejero de Cultura, Javier Ortega, que tuvo un ‘lapsus’ —al estilo Federico Trillo y su famoso ¡Viva Honduras! en una visita a El Salvador—, afirmó que la restauración de la Panera es «muy importante para la provincia de Burgos». Recordó que la Junta lleva invertido en el monasterio —que es de su propiedad y Monumento Histórico desde 1931— un millón de euros en los últimos años. Anunció nuevas obras, ya en proceso de licitación, para recuperar el primer claustro del cenobio, que se ha hundido en parte. Este patio se halla actualmente apuntalado con una estructura de acero. En octubre la administración autonómica tuvo que llevar a cabo una restauración de urgencia para consolidar muros y vanos del llamado segundo claustro, que corría riesgo de desprendimientos. Unos trabajos en los que apareció un zócalo con pinturas geométricas.

"EDIFICIO SINGULAR
La Panera de Sandoval, construida en 1789, ha sido almacén de grano, escuela y majada de ovejas".

El presidente de la Diputación, Eduardo Morán, ensalzó cómo la cooperación entre tres instituciones ha permitido rescatar ‘in extremis’, una Panera que estaba condenada a la ruina. Morán aprovechó para ‘vender’ el Programa R de la Corporación Provincial, que ha puesto seis millones de euros sobre la mesa —la mayor cantidad en la historia de la Diputación— para salvar el ingente Patrimonio que agoniza en la provincia. Según Morán, en estos momentos «ningún elemento del convento está en peligro inminente», aunque el arquitecto del Plan Director de Sandoval, Ramón Cañas, dijo que él nunca pondría «la mano en el fuego».

Los políticos en el claustro de Sandoval que será restaurado. MARCIANO PÉREZ

El alcalde de Mansilla Mayor, José Alberto Martínez Llorente, agradeció el trabajo de la asociación Promonumenta, que «sacó del olvido el complejo monástico de Sandoval».

La Panera, que será el centro de recepción de visitantes de Sandoval, ha abierto sus puertas al público con una exposición de fotografías en las que se aprecia el lamentable estado del edificio antes de ser intervenido. También hay varias páginas de este periódico alertando sobre la situación de ruina del espléndido inmueble erigido en 1789.

El alcalde de Mansilla Mayor aprovechó la ‘concentración’ de autoridades para pedir nuevas inversiones. En concreto, anunció que ha solicitado una subvención de 300.000 euros al Instituto Leonés de Cultura (ILC) para descubrir el suelo empedrado del patio que separa la panera y el monasterio y revocar las paredes de aquella edificación.

Tras décadas de abandono, Sandoval se ha convertido en un ‘pozo sin fondo’. De momento, las intervenciones han frenado nuevos derrumbes, pero quedan aún muchas intervenciones hasta que esta joya cisterciense del siglo XII esté a salvo por completo. Parece una pauta en muchos monumentos leoneses. La dejadez acaba provocando tales estragos que, cuando se actúa en ellos, la restauración es más compleja y costosa.

El Ayuntamiento de Mansilla Mayor, que ha apostado decididamente por Sandoval —no solo invirtiendo en restauraciones—, lleva a cabo una intensa programación cultural en el cenobio, especialmente en el verano. El monasterio se transforma en esas fechas en un ‘taller de oficios’ de la mano de reconocidos artesanos y sirve de auditorio para conciertos. Ahora, esas actividades se trasladarán a la Panera.

jueves, 15 de abril de 2021

NOTICIA: Séptimo premio Antonio Estévez para la investigación berciana

CULTURA. Habrá dos premios de 2.000 y 500 euros para los trabajos que hablen sobre la historia, patrimonio y cultura del Bierzo.


Cartel anunciador de la nueva edición de los premios

M.I. | 15/04/2021
El Instituto de Estudios Bercianos ha convocado el VII Premio de Investigación Antonio Estévez destinado a fomentar la investigación multidisciplinar que tenga que ver con temática del Bierzo, su historia, patrimonio y cultura.

Los trabajos de investigación a presentar pueden basarse en cualquier aspecto relacionado con la comarca, desde el punto de vista histórico, político, jurídico, social, económico, antropológico, etnográfico, geográfico, artístico, filológico, patrimonial o de cualquier otra disciplina científica en materia social con un enfoque teórico o a partir de experiencias concretas, explican desde el IEB.


En cuanto a los premio, se establece un primer premio dotado con 2.000 euros, y asimismo se contempla un accésit de 500 euros.

Los criterios de valoración de los trabajos serán la calidad y el rigor científico en un 60%, y la innovación, el interés y la aplicación práctica de los trabajos en un 40%.

El jurado será designado por la Junta directiva del IEB y estará formado por especialistas en las temáticas de los trabajos presentados.

Los trabajos de investigación deben dirigirse al Instituto de Estudios Bercianos, Calle Vía Rio Oza, número 6 hasta el 31 de agosto de 2021. El fallo se emitirá antes del 31 de diciembre de 2021.


miércoles, 14 de abril de 2021

NOTICIA: La Diputación inicia el gran impulso de Lancia

El Yacimiento de Lancia será un gran Centro Arqueológico. Un concurso de arquitectos, ya publicado, elegirá el mejor proyecto para convertir el entorno astur-romano en un centro visitable y de divulgación de máximo valor cultural.

 El Centro Arqueológico Ciudad de Lancia convertirá el yacimiento en un lugar dereferencia tanto visitable como de estudio. RAMIRO

Pacho Rodríguez
«Lancia está en marcha». Sobre esta afirmación explicó ayer desde el terreno, el presidente de la Diputación, Eduardo Morán, el inicio del gran impulso que vivirá el yacimiento astur-romano como Centro Arqueológico Ciudad de Lancia para su puesta en valor como lugar de visita y de estudio e investigación. Morán dejó así claro que la cita era «para hablar de realidades y no de promesas como se ha hecho aquí tantas veces», aseveró.

Y es que hay un plan para que Lancia sea un referente arqueológico, histórico y cultural al máximo nivel sobre el estudio del pasado romano de la Península. Y hay cifras que corroboran lo decidido por la institución provincial, pero también hay la apuesta inminente para que se dedique ya una partida de 150.000 euros para «trabajos de adecuación de estos vestigios y convertirlos en un lugar paseable y de formación», señaló ayer Eduardo Morán.

Habrá más terreno y dinero para que se lleve a cabo. Partiendo de una novedosa iniciativa como es el concurso para seleccionar el proyecto arquitectónico que dé forma al Centro Arqueológico que será de alguna manera el punto neurálgico en torno a Lancia para todo aquel que lo visite.

Así, en las propias ruinas del yacimiento, Morán indicó que hay un presupuesto estimado en más de dos millones de euros.

Por un lado, la realización del citado centro, tras la selección del proyecto en el concurso, cuenta con un presupuesto de 1.500.000 euros, más los trabajos en su entorno, para la creación de accesos, aparcamientos y otras infraestructuras por un valor de 500.000 euros.

Respecto a los trabajos generales en torno al apartado arqueológico ya hay decidida una cantidad de 100.000 euros y fecha: este verano. En definitiva, cantidades económicas pero que suponen un activo de desarrollo para convertir el entorno de Lancia en un atractivo visitable.

Esta decidida voluntad por parte de la Diputación se ve corroborada también en lo espacial puesto que la institución ha adquirido diez hectáreas de terreno en torno al actual recinto del yacimiento y aumenta en un 800% la superficie dedicada a la investigación y la divulgación.

Ayer se publicó la contratación del proyecto global y dirección de obra para construir el Centro Arqueológico de la Ciudad de Lancia y sus accesos. Y se contó así desde el mismo sitio y el mismo día que la Plataforma de Contratación del Sector Público publicó la contratación del proyecto global y dirección de obra necesaria para su construcción y accesos. «La Diputación va a apostar por fin, con decisión y compromiso, por la puesta en valor de este importantísimo enclave arqueológico de la provincia de León», dijo Morán al respecto.

Morán, que estuvo acompañado del diputado de Cultura, Pablo López Presa, del diputado Marcelo Alonso, y de la concejala de Cultura de Villasabariego, Ana Álvarez, destacó el hecho de que la contratación de este centro arqueológico se realice mediante un concurso de proyectos, «de modo que cualquier arquitecto que lo desee podrá presentarse, y será un jurado formado por profesionales de reconocido prestigio el que elegirá la mejor propuesta», valoró la modalidad, al igual que Pablo López Presa, diputado de Cultura. «Se trata de un proceso novedoso que, por encima de todo, busca la calidad, la originalidad y la excelencia», añadió. La previsión es que el proceso dure varios meses, «por lo que esperamos tener el proyecto definitivo en otoño». El presidente de la Diputación recordó que el compromiso con este yacimiento viene ya de diciembre de 2019 con el vallado del recinto, la instalación de paneles informativos y la habilitación de aparcamiento. «Posteriormente, se procedió al sondeo de la zona por medio de un georradar, y las actuaciones promovidas por este equipo de gobierno continúan con medidas de gran alcance ya confirmadas», sostuvo el presidente que destacó la ampliación cualitativa como cuantitativa de Lancia.


NOTICIA: "Tenemos que preservar el legado de nuestros abuelos"

Los ensayos son en cierto modo una ‘fiesta’ y como estos jóvenes dicen: \"Que se note que estamos vivos\". | T.G


MÚSICA. Ni bachata, ni reguetón. Ni techno, ni rock. Entre los jóvenes de Villaquejida lo que se lleva es el folclore y por eso un grupo de una decena de ellos han formado el grupo ‘SurLyon’ en el que dan rienda suelta a su afán autodidacta para guardar el legado de sus mayores.

Teresa Giganto | 11/04/2021
No hablamos de C. Tangana. Tampoco de Naty Peluso ni de ninguno de esos artistas que están entre los más escuchados del momento en las plataformas de música. En la conversación lo que salieron fueron las diferencias entre una jota y un charro, entre lo que se cantaba antaño en Laciana y lo que se entonaba en la Vega del Esla, entre los ritmos que se han perdido y los que aún perduran... Y de eso va precisamente ‘SurLyon’, de que sea más lo que perdura que lo que se muere en el folclore leonés. «Tenemos que preservar el legado de nuestros abuelos», asegura Claudia convencida de que lo que tienen entre las manos este grupo de jóvenes de Villaquejida es mucho más que una simple pandereta, un pandero, un mortero o una botella de anís.

Aprovechando que en Semana Santa los estudios dieron un respiro a los estudiantes, al pasar por la Casa de la Cultura de Villaquejida se escuchaban jotas, corridos y titos. No daban abondo las sonajas de la pandereta y poco descansaba la gaita de Ricardo. Una vez, y otra, y otra más. Había que aprovechar para ponerse al día con el folclore y aumentar un repertorio de canciones tradicionales que esperan poder cantar a sus vecinos en cuanto lo permita la pandemia del coronavirus. Dentro estaban Claudia, Ricardo, Marina, Cynthia y Lidia. La cuestión era repasar lo ya aprendido y al mismo tiempo, avanzar en nuevos temas. Pero antes de empezar a contar qué es ‘SurLyon’, lo cantan y empiezan por ‘Alba y Aliste’, su canción hasta ahora más especial por ser la primera de las que tocaron juntos.

Darío, componente de ‘SurLyon’,
esperando el coche de línea a León. | T.G
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«Como buen amante que soy del folclore y tras haber asistido a clases de pandereta y pandero, quise hacer algo que saliera bien y que gustase a la gente y empezamos unos pocos a ensayar canciones tradicionales», explica Ricardo, un autodidacta que ahora también se ha lanzado con la gaita y ya la ha incluido en el repertorio de ‘SurLyon’. A esa aventura que comenzaron unos pocos se han ido uniendo cada vez más jóvenes de Villaquejida pero también de los pueblos vecinos de Villafer y de Cimanes de la Vega con edades entre los 17 y los 19 años. A Claudia, a Marina, a Cynthia, a Lidia, a Ricardo, a Bea, a Darío y a Javier la pandemia no les frenó las ganas y siguieron ensayando cada uno en su casa para al final ponerlo todo en común llegando incluso en verano a ofrecer el que fue su primer concierto en Villaquejida. «Fue muy emocionante poder cantar para nuestros vecinos aunque impone porque quieres hacerlo lo mejor posible», reconocen. Por eso los nervios afloraron en los primeros minutos, porque en esto del folclore no hay mayores expertos que sus abuelos y muchos de los de ‘SurLyon’ se encontraban entre el público. Entre ellos Sici, la abuela de Ricardo, una mujer incapaz de escuchar una jota sin que se le vayan los pies. «Aquí se ha perdido mucho folclore de la zona y se conserva muy poco, yo escucho mucho a mi abuela pero hay que reconocer que se está perdiendo», lamenta de nuevo Ricardo.

Los chicos de ‘SurLyon’ son también buenos conversadores y cuentan con ilusión las canciones en las que trabajan, aunque no es tarea fácil ya que entre los estudios, las vacaciones y que cada uno está en un sitio «siempre hay alguna baja» a la hora de ensayar. Pero las ganas no fallan nunca. Mientras cuentan su aventura musical en el patio de la Casa de la Cultura de Villaquejida, está Darío a escasos metros, otro integrante del grupo que espera la llegada del coche de línea para irse a León. Le pasan un pandero por encima de la valla para inmortalizar el momento antes de que se suba al autobús y de que sus compañeros continúen contando y cantando.

«Estamos muy contentos con cómo nos están saliendo las cosas porque después del concierto en Villaquejida nos salió otro en Valderas. El apoyo de la gente está siendo muy positivo para nosotros y eso nos anima a seguir», explica Claudia, otra de las componentes del grupo. Su deseo, al igual que el del resto, es «llegar a más y sobre todo llegar a la gente joven para hacerles entender que el folclore no solo es para la gente mayor». Lo explica Marina que todavía guarda en casa algunas de las cintas del folclore portugués que su abuelo le ponía de pequeña. Y en este mismo sentido se pronuncia Claudia: «Queremos despertar pasión entre la gente más joven, que descubran este tipo de música y les entre el gusanillo de querer también ellos participar, queremos llegar a todas las generaciones y abrir el interés de los pequeños».

Claudia, Ricardo, Marina, Cynthia y Lidia, algunos
 de los componentes del grupo ‘Surlyon’ de Villaquejida. | T.G.
Saben que las letras de las canciones que cantan tienen poco que ver con la sociedad actual, «aunque de estos ritmos vienen los que ahora se escuchan más como el rock o el pop». En esos ritmos diferentes de pandereta está la clave de todo. «Si escuchas canciones así de antes ves que muchas veces son letras picarones, es como: ahí te dejo el recado para que lo analices», comenta Ricardo entre risas.

«Al final con esto queremos contribuir a que el pueblo tenga actividad, a que no decaiga y que aunque haya una pandemia se note que aquí, en Villaquejida, seguimos vivos», señala Claudia con rotundidad. En el relato de la emergente historia de ‘SurLyon’ no dejan escapar palabras de agradecimiento para el Ayuntamiento de Villaquejida. «Se han portado muy bien con nosotros y en todo momento nos han dado facilidades para tener un espacio en el que ensayar y con el equipo... No podemos estar más agradecidos, la verdad», señalan.

Después de un rato de charla, vuelven a coger sus instrumentos y otra vez a cantar, a aprovechar que han podido juntarse unos cuantos, a mezclar sus risas con sus ganas de seguir mejorando. Que se note que en Villaquejida están vivos.

domingo, 4 de abril de 2021

NOTICIA: VINO NUEVO. La última bodega de bandera blanca

La Bodega del Niño resiste en Cacabelos con la tradición del vino nuevo.
Manuel Rodríguez, bodeguero y alcalde, salvó vidas en ‘los años difíciles’.

La Bodega del Niño recibía ayer a sus clientes bien ventilada. L. DE LA MATA

Carlos Fidalgo, 2 de abril de 2021

Una bandera que anuncia el vino nuevo, dos alcaldes al otro lado de la barra, un ‘niño’ que ya ha cumplido 70 años y todavía cosecha sus viñedos, vasos de blanco y de clarete a cincuenta céntimos, y la huella discreta de un hombre que salvó a más de un vecino de morir paseado después de la guerra. La leyenda de la Bodega del Niño en la calle de Las Angustias de Cacabelos —la última del Bierzo que todavía cuelga una bandera blanca en la fachada para anunciar que hay vino de cosecha en el establecimiento— arranca en la guerra de Cuba, se hace grande después de la guerra civil y aguanta hasta nuestros días aferrada a un trapo blanco que no anuncia ninguna rendición. Solo el paso del tiempo.


«Fue mi tío abuelo Víctor Sánchez Rubio el que hizo esta casa», contaba ayer el actual propietario de la bodega reabierta con la desescalada, las paredes alfombradas de carteles de películas viejas, entre enormes cubas de madera y ristras de calabazas colgadas, botellas polvorientas y algunos carteles de aves que hacen que el cliente que entra por primera vez no sepa muy bien donde posar los ojos. «Fue uno de los últimos de Cuba, porque luchó en la guerra, estuvo preso y volvió en el 1900 cuando lo liberaron», añade José Antonio Rodríguez Jorge —el Niño que ahora da nombre a una bodega que durante muchas décadas se llamó ‘del alcalde’— cuando recuerda la figura de su tío abuelo, del que tiene un busto en casa y que llegó a ser regidor de la villa a su regreso de América.


José Antonio Rodríguez Jorge, ‘El Niño’. L. DE LA MATA
—Cuénteme lo de la bandera blanca— le pide el periodista, con el olfato rendido al olor del vino y de la madera vieja que rezuma la bodega.
Y Jorge recuerda la tradición de colgar el trapo en la fachada de aquellas casas de Cacabelos, de Villafranca, de Bembibre, y otros pueblos, que tenían bodega y viñedos para anunciar a los vecinos que allí se servían blancos y claretes recién cosechados. Vino fresco. «Se pedía permiso al Ayuntamiento y después se ponía la bandera en horizontal. Cuando se ponía en vertical era para anunciar que esa bodega era la siguiente que iba a vender cuando terminara la primera, para no hacerse la competencia».

El relevo de la bodega de la calle de Las Angustias lo tomó el abuelo del Niño, Manuel Rodríguez Sánchez, otro que fue alcalde de Cacabelos durante tres décadas. Y su historia daría para una película. Alcalde en 1936, con el inicio de la guerra tuvo que incorporarse al bando sublevado. «Lo llevaron de cocinero al frente», dice su nieto. Siendo regidor de la Falange, algo común en la época, llama la atención que fuera una alcalde de izquierdas como Santos Uría el que iniciara el proceso para nombrar a Manuel Rodríguez Hijo Predilecto de Cacabelos. Un acuerdo que la corporación municipal ratificó el 28 de abril de 1999, cuando el homenajeado ya había fallecido y encabezaba el Ayuntamiento el socialista Santiago Rodríguez. Y dice la orla que Jorge guarda en su casa, junto al busto de su tío abuelo, que el título de Hijo Predilecto se le concede a Manuel Rodríguez Sánchez «en reconocimiento a la labora desempeñada como alcalde del municipio durante años difíciles».


Era la forma ambigua que tenían en 1999 de decir que Manuel Rodríguez le había salvado la vida a más de un vecino. «Por aquí venía de vez en cuando un grupo de Orense que se hacían llamar los Caballeros de la Muerte. Mi abuelo les sonsacaba a quién venían a buscar y mientras bebían en la bodega los hacía avisar para que se escondieran. Por eso en Cacabelos no hubo muertos», cuenta Jorge, reacio a entrar en detalles, discreto como su abuelo, después de que el periodista le insista en que esa historia —un secreto a voces en Cacabelos— no es de las que se callan fuera del pueblo.

—¿Y por qué le llaman El Niño?—es la pregunta que no debe faltar.

«Por esto», responde Jorge. Y enseña al periodista uno de los murales que clientes y amigos le han entregado en alguno de los homenajes que ha recibido y donde se ve un bebé desnudo, repanchingado en un sillón en una vieja fotografía en blanco y negro. «Ese soy yo, el Niño».


Otra bodega de bandera blanca ya desaparecida en la calle de Santa María. DEL LIBRO SABIOS PAISAJES

Y el Niño, que estudió Biología, ya tiene 70 años, ha visto cómo el cliente que bebía vino se le muere —«ahora piden otras cosas»— y no ve lejos el momento de despedirse de la bodega y de los viñedos, que sopesa entregar al Banco de Tierras del Consejo del Bierzo si no encuentra relevo. «He intentado que algún sobrino se haga cargo, pero una bodega así no es rentable», reconoce.

—¿Y hasta cuándo va a seguir, Jorge?

«Hasta que el cuerpo aguante».

NOTICIA: "Los accidentes mineros eran tabú porque había que seguir trabajando"

El accidente del Pozo Nicolasa conmocionó a la cuenca minera asturiana.

LITERATURA. 14 mineros murieron en el Pozo Nicolasa en uno de los accidentes más trágicos de la minería española. Este accidente es el punto de partida del libro ‘Tormenta sobre Durán’.

Fulgencio Fernández | 02/04/2021
lanuevacronica.com
«A mediados de los años noventa, una explosión de grisú en una mina de carbón provoca la muerte de quince mineros. Tormenta sobre Durán se desarrolla en una atmósfera de tragedia, una fatalidad a medio camino de ser previsible, una situación que supera todo lo imaginable, un drama insostenible; pero también obliga al lector a colocarse ante la eterna lucha entre el bien y el mal, situándolo frente a sí mismo al trasladarle la lucha, la confrontación, los presuntos y múltiples intereses que se ocultan ante la posibilidad del encubrimiento y el choque que se produce ante la fortaleza de la verdad». Esta es la sinopsis que ofrece la editorial del libro ‘Tormenta sobre Durán’, del asturiano Carlos Barros, elegido Libro del Mes de Abril en el MSM de Sabero.

Una trama que se parece mucho a una de las mayores tragedias de la minería asturiana, en la misma época, casi con los mismos muertos, como recuerda el propio Carlos San José: «Así es. El 31 de agosto de 1995, el peor accidente de la historia de la minería asturiana, murieron 14 mineros, 10 españoles y 4 checos.; 14 compañeros que me impactaron, cambió mi vida, cambié de trabajo». Pero, sobre todo, «me di cuenta de que aquello quedó sin explicación y quise investigar, indagar».


Así nació la idea de hacer un documental, que iba muy avanzado pero la crisis también se lo llevó por delante. «Ya teníamos 40 personas que iban a hablar pero no pudo hacerse; entonces pasé años pensando qué hacer con la documentación y me decidí por el teatro, pero me costó mucho trabajo expurgar toda la información que tenía».

Y así nació ‘Tormenta sobre Durán’, ficción con base real. «En el primer acto intento con personajes ficticios recrear cómo se recibe desde el exterior toda la tragedia que sucede dentro de la mina y en el segundo acto, además de la discusión sobre las causas de la catástrofe, surge la vida real con una pregunta, ¿cómo se ficciona la verdad? para que cada espectador se ponga en el papel de los cinco personajes de la obra. Es muy complicado pues estamos hablando de algo que podía dar al traste con toda la minería de aquella comarca, que era muy importante. Ante eso, ¿cómo se gestiona esa verdad?». Y reflexiona el autor de la obra que acudió a una ficción ‘muy real’: «De hecho, los trabajadores y mandos me felicitaron pero, 25 años después, a día de hoy, los accidentes mineros siguen siendo un tema tabú pues había que seguir trabajando, cerrar las minas es un asunto complicado: la empresa, el sindicato...».

NOTICIA: De un ‘telar’ Toño hizo un museo

PATRIMONIO. José Antonio Fernández, Toño el de Argovejo, ha ido recogiendo piezas de valor etnográfico desde que regresó al pueblo, hace una década.

Vista general del cuidado museo etnográfico ‘Los telares de Toño’ que José Antonio Fernández ha montado en un edificio propio. | ALEJANDRO DÍEZ SIERRA

Fulgencio Fernández | 02/04/2021
lanuevacronica.com
«Trabajé en Bilbao casi toda la vida, venía a Argovejo en vacaciones. Pero cuando me jubilé, hace una década, cumplí el sueño de volver al pueblo y me puse a hacer una cosa que me apetecía mucho: coleccionar piezas que me recordaran mi vida en el pueblo, herramientas de trabajo, útiles... y poco a poco fue creciendo la colección. Me daba en la cabeza que tenía que hacer algo así». Así explica José Antonio Fernández, Toño el de Argovejo, cóm
o pasó de «recoger telares» a montar un verdadero museo, realmente cuidado y ordenado, que ha querido poner a disposición de sus vecinos y todo el que lo quiera visitar. No hay más que llamarle por teléfono y él te lo enseña, explica... Es el nuevo Museo Etnográfico de Argovejo de ‘Los telares de Toño’, que aunque lleva abierto desde 2017 ha reabierto con nuevas piezas y más ordenado.

Explica este generoso vecino de Argovejo que utiliza la palabra telar en el sentido que se le da en el ‘Léxico leonés actual’: «Telar: m. Trasto, chisme, en plural: objetos diversos en desorden», aunque vaya por delante que lo de desorden nada tiene que ver con su museo. «La verdad es que siempre fui muy meticuloso en mi trabajo y me he preocupado de que esté todo bien organizado, en orden, por materias, bien explicado».

- ¿Cómo te has hecho con ellas?
- De todo un poco. Algunas las tenía en casa, otras me las dieron los vecinos, tratando con anticuarios de segundo y tercer orden, en rastrillos y mercadillos... una labor de hormiga. Ahora hay gente que viene a visitarlo y son ellos los que me ofrecen piezas al ver que aquí no hay ningún afán de lucro sino de ofrecer un aliciente más a este pueblo, que tiene otros importantes como el Hayedo del Río Achín, o picos como Cerroso, Aguasalio o Los Janos, y su gente, muy importante.

El museo muestra algo más de 500 piezas, «tengo más pero cuento con un espacio determinado y, por ejemplo, piezas grandes como trillos no los puedo mostrar». Y cuenta cómo montó el edificio. «Al regresar al pueblo había comprado una vieja cuadra con pajar pero en las nevadas de 2015 se cargaron los tejados de nieve y pensé que se hundía todo. Al pasar la nevada me puse a arreglarlo y así lo arreglé.

Y se ha convertido en un caserón de piedra de esta comarca acondicionado con mucho gusto y aprovechando el espacio para museo. «He tratado de que esté recogido el modo de vida de la Montaña Oriental de León: desde herramientas y aperos, hasta objetos de la vida cotidiana, pasando por material de enseñanza, piezas de ajuar y juguetes. Quien recuerde y haya usado objetos como la ceranda, la gachapa, los cabijos, el escreño, la lámpara de carburo o la matraca disfrutará enormemente de la colección, mientras que para quien nunca ha usado y desconoce la mayoría de artilugios expuestos supone una oportunidad de acercarse a la forma de vida y las tradiciones de esta montaña leonesa nuestra».

- ¿Te atreverías con alguna pieza especial?
- Es complicado. Para mí especiales son muchas y por muchos motivos. Algunas porque me recuerdan épocas de mi infancia, que siempre es muy entrañable; otras porque te las ha dado alguien especial para mí y, en general, aquellas vinculadas a trabajos y formas de vida de los años 50 y 60 porque me llevan hasta la infancia y ya sabes que la infancia en los pueblos siempre es una etapa feliz. O, al menos, así la recuerdas».

Y este legado de su generosidad lo ha puesto a disposición del pueblo y sus visitantes, como un aliciente más. Por Argovejo hay tablillas que anuncian el Museo Etnográfico ‘Los telares de Toño’ en los que figura su teléfono. «Si no estoy en el museo me llaman y les enseño encantado lo que allí está recogido».

Un aliciente añadido a los telares de Toño... las propias explicaciones de Toño... el de Argovejo.

jueves, 1 de abril de 2021

NOTICIA: Allí donde la vista alcanza su horizonte

Abiertas al público, las Cuevas Menudas, en el entorno del yacimiento de Lancia, se convierten en una espectacular visita.

 Las Cuevas Menudas, visibles desde la A-60 y ahora visitables, son un conjunto de oquedades creadas en zona arcillosa cuyo origen se remonta a la Edad Media. RAMIRO

PACHO RODRÍGUEZ 30 DE MARZO DE 2021
A 13 kilómetros de León, por la A-60 en el término municipal de Villasabariego, hay un desvío en el que se detiene el tiempo. Por un camino, uno puede regresar a los tiempos romanos, a la ciudad de Lancia. O, si lo prefiere, parar antes, para ser exactos en la Edad Media ante las Cuevas Menudas. Evidentemente, épocas distintas unidas por la ubicación, porque, eso sí, se llega antes al yacimiento de Lancia. Una suerte de Historia de siglos de este municipio, que ahora potencia sus dos virtuosismos patrimoniales, y que, a estas alturas del partido, aunque hablemos del pasado hay que vivir como si fuera tierra prometida de futuro. Esto es, este León que tiene en el pasado de siglos bien llevados toda una respuesta para lo que vendrá.

Ayer, se dio el pistoletazo de salida al público sobre lo que es un lugar recuperado y expuesto en todo su esplendor como son las Cuevas Menudas. De manera llana, debían de ser el sitio que elegían algunos monjes cuando querían huir del mundanal ruido del Monasterio y las malas tentaciones. Se castigaban así en un lugar incómodo con vistas a la nada para rezar acerca de su salvación y la del resto. Pero el paisaje se las traía.

Ayer, la alcaldesa de Villasabariego, Esther García, y Pablo López Presa, diputado de Cultura, en representación del ILC de la Diputación, inauguraron lo que supone la recuperación de las Cuevas Menudas, próximo al yacimiento histórico de Lancia, pero independiente, y que constituye un curioso conjunto de oquedades cuyo origen puede remontarse a la Edad Media, sobre un curioso también terreno arcilloso.

Habilitado el acceso a este lugar de retiro para monjes eremitas en la alta Edad Media, ahora puede ser visitado. López Presa destacó la labor de recuperación y puesta en valor del patrimonio propio como mejor forma de impulsar el progreso de los pueblos leoneses. Y remarcó como titular que un patrimonio de León dejaba la lista roja para ser lugar de disfrute del público, eso sí, con cuidado.

La inauguración contó hasta con el corte simbólico de una cinta, para dejar constancia del acontecimiento desde un mirador de vistas espectaculares, por cierto.

Una historia con mirada
En un día despejado, desde Lancia o el mirador de estas Cuevas Menudas, se ve el Teleno a más de 80 kilómetros. O Peñas Pintas, telón de fondo de Las Salas, a cincuenta y tantos. O Mampodre, en este infinito que cumple porque no se acaba. El que lo mira siente el mayor de los desconfinamientos ante sus ojos, allá donde alcanza el horizonte. Al Sur, Reliegos también está. Y aunque ayer había niebla, la geografía tozuda del Teleno dejaba entrever su presencia. Desde Lancia surgían rutas a Astorga, a León ciudad, que demuestran que era un lugar tan importante tanto por lo que había como por lo que se veía. Es decir, que viniendo a ver algo concreto uno deja de mirar a lo que está tan lejos que lo siente al alcance.

Hubo hasta el intento de que se denominara la Tebaida leonesa, pero queda con la suficiente trascendencia lo que es. Como señaló Esther García, alcaldesa de Villasabariego, lo que los leoneses «a veces no miramos con la misma atención por ser nuestro». Aunque, potenciado como ayer, serán grandes las menudas.

Pablo López Presa y la alcaldesa Esther García cortaron la cinta a modo de inauguración. RAMIRO