Autor: Toño Morala
Bonita estampa de Valdabasta
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Uno… casi siempre tiene en la mente el inmenso trabajo de los demás en tiempos muy duros; en tiempos, donde el tiempo no importaba, pero sí lo era lo que se realizaba, lo bien que quedaba un tejado de madera noble y teja bien terminado; con esas formas de carpintería de ribera, y que mucho después, podemos admirar en monumentos y casas. En realidad lo llevan en su corazón, en esas formas maravillosas de barro, piedra, forja, y madera. Y de esas maravillas, que hoy podemos disfrutar de ellas; gracias a la humana enseñanza de los ancestros, esos hombres y mujeres que remataban su tiempo con cadencia y arte, para hacer esos finales de obra llenos de paz y luz.
Hay cosas que no se pierden en la
memoria.
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Ventanas de sobresalientes colores en los amaneceres tardíos del invierno; esos retados clavos de herrería que juntan los nudos de las maderas para que se sostenga el hechizo de la arquitectura popular; esos remates llenos de alegres tristezas para el alma y la vista, esa indómita razón de la observación para que la belleza siga el curso natural de la vida. Esas formas de pérdida en las esquinas que el viento se encarga de redondear, y que no hay forma de sentirlas libres de silencios en noches de turbia tormenta; o aquellos sueños para la literatura escondida entre velas y mantas de pura lana alrededor de los lapiceros para el olvido.
Hay casas llenas de vida e historia; la casa de Lides y Sara
en Valdabasta, más de 200 años de pura supervivencia.
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Y todo esto para que la justicia de la historia libre y sencilla, humilde y verdadera, nos lleve a una tierra amiga, a esa tierra llena de ocres para la esperanza, y llena de barro y silencio para el recogimiento de las palabras. Y los nombres siempre tienen razón en la memoria, siempre se usan a tenor de las vivencias y formas de las riquezas naturales de los entornos para contemplar, y de los que hablar; pero eso sí, siempre al lado bueno del agua cristalina del gran padre Río Esla, y de las fuentes de los valles, donde la vida en sentido amplio, se agarra a las manos trabajadoras y a la ensoñación. Uno tiene la sensación de haber encontrado el lado humano de la tierra; el lado bueno de la existencia de buenas gentes. Tierras amigas como Valdabasta y San Miguel de Escalada; abrazadas entre sí, para que la luna de verano se esconda entre sus cuestas y valles y esperar a otro gran día.
Hay tajas que tienen más historia
humana,
que muchos “monumentos”.
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En un principio Valdabasta era unas pocas casas que se unían a San Miguel de Escalada por la carretera del Priorato, la parte alta siempre fue San Miguel; y de esas semblanzas nacieron las picadillas entre los dos pueblos, pero así y todo, nos cuentan que hubo matrimonios muy felices integrantes cada uno de un pueblo. La importancia del Priorato va unida a la vida de los pueblos en casi todo; los monjes también eran vecinos, y mandaban lo suyo.
El tiro de la económica de la casa de
Lides y Sara.
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Pero hoy toca hablar de los pueblos y sus gentes, de la arquitectura popular de la casa de Lides y Sara con su horno, que todavía Sara, y hasta el año pasado, hacía los dulces para toda la familia. Y no hablemos de la cocina inmensa donde se vivía prácticamente todo el día en los fríos inviernos a la orilla de la hornilla, y más tarde la cocina económica libraba duras batallas contra el frío y las ganas de cocinar de pie. Esta casa tiene la peculiaridad de tener tres alturas, la del medio pasaba desapercibida para de esa manera poder guardar el grano en tiempos de posguerra y estraperlo.Hay que hablar también de Ricardo de la Varga, que tiene un pequeño museo en su casa, y colgada de la fachada del pajar, la bicicleta que E.T. y Elliott dejaron aparcada en San Miguel de Escalada.
La tradición y cultura de la comarca
en casa de Ricardo
en San Miguel de Escalada.
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Elliott y E.T. dejaron aparcada la bicicleta en casa
de Ricardo en San Miguel de Escalada.
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Otra de las referencias más pispas y habladoras son las charlas de Manuel Martínez López, un buen muchacho al que la fatalidad de un accidente de tráfico, le ha postrado en una silla de ruedas. El joven Manuel es todo entereza y orgullo de ser de estas tierras; amigo que fue del baile de discotecas, y dice además que ha ganado algún que otro premio bailando a lo suelto; ahora aporta su experiencia en colegios dando charlas sobre su desafortunado accidente. Entre otras cosas, también es un gran coleccionista de maquinaria agrícola en miniatura, a escala 1:32; tiene más tractores que entre los dos pueblos juntos, así como cosechadoras, arados, y un largo etcétera. Dice que empezó su afición con el súper Ebro 55, y ahora ya nos muestra orgulloso su colección de tractores de gran caballaje y cabinas redondas; su colección tiene más de sesenta piezas… casi nada. También nos cuenta esa afición que tiene por el juego denominado “Boccia”, un juego parecido a la petanca y que él juega con canaleta desde la silla; también nos cuenta lo bien que le tratan en el CRE (Centro de Referencia Estatal para discapacitados de San Andrés del Rabanedo) , donde pasa toda la semana; quiere que nombremos a algunos de sus cuidadores y cuidadoras, y ahí van…Isabel, Mari Luz, Roberto… las dos primeras se da la circunstancia que también son de San Miguel de Escalada; y nombra a todos en general. Es un hacha con la informática, parecido al que les escribe.
Otra de las estrellas de estas buenas tierras es Escelita Fernández; una emigrante de San Miguel de Escalada hacia las francias de la época, y que lleva tiempo, casi toda su vida recogiendo todo el legado de su pueblo referente a leyendas, cancionero y refranero, útiles, y trajes de época y tradicionales. Tiene para contar mil anécdotas y todas verdaderas; tiene una conversación llena de amistad y poderío, así como una sonrisa a prueba de tristezas. Días festivos como las Candelas, las patronales, eventos culturales en el Priorato y lo que se tercie, siempre colabora Escelita con gran simpatía y aportando todo lo que tiene.
Escelita, una de las mujeres que
recoge el cancionero de antaño
y un montón de ropa tradicional.
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En San Miguel de Escalada crearon hace años una asociación cultural y recreativa. Uno de sus primeros y más importantes hitos culturales fue la Exposición de Fotografías y Documentos, celebrada en Agosto de 1996, fruto del esfuerzo de unos pocos, y de la colaboración de todo el pueblo. Aquella exposición fue seguida entonces con mucho interés, cariño y admiración. Otro de los hombres que colabora intensamente en actividades culturales en el pueblo de San Miguel de Escalada es Alfredo, conocido también con el sobrenombre de Escalada. En unos versos describe su amor a sus dos pueblos… “Otro: San Miguel de Escalada, donde mil luces de arco-iris me fascinaron, y me siguen enamorando. Donde el azul del cielo es mezcla de árabe y cristiano; donde el verde es verde vivaz en las praderas y en los maizales; verde de estaño en el envés de las hojas de los álamos; verde de pájaro, donde el amarillo es oro vivo en primavera, que revienta en las aulagas; pálido oro en la vega…” y entre otras cosas se ha homenajeado a Amado Cancelo, que en su libro “El Concejo de Val de San Miguel de Escalada” habla de Valdabasta de esta manera…"Sin llegar a demostración alguna, me formulé diferentes supuestos, tales como que Valdabasta procede de la palabra "busta", que viene a decir "valle de pastizales de ganado"; también que era consecuencia de llamar al valle del reguero que pasa al pie de sus casas "valle de abastamiento" ( de "bastar": ser suficiente, es decir: tener abundancia, que es lo mismo que abasto), y ello por tener fértiles tierras que proporcionaban suficientes productos para mantenerse las familias que allí se asentaron;
Foto muy antigua del priorato de San Miguel de Escalada.
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y por último, que alguna persona (magnate) que dirigía a esas familias les dio su propio nombre de Abasta, al que antepuso "Val", para señalar el lugar "El Valle". Don Eutimio Martino, autor del texto "En torno a los Picos de Europa. Nombres de agua. Nombres de lugar" En ella dice que Valdabasta responde a tres nombres de agua prerromanos: Pal, que evolucionó a Bal; Apa, luego cambiado en Aba; y Ast-ura (prerromano del río Esla), del que toma el término Asta. Todo junto sería "BAL-ABA-ASTA" (tres veces agua). Estos tres nombres, unidos por la preposición latina "de", sin la "e", evolucionaron en los oídos y en los labios de los habitantes a través del tiempo, conformando el nombre de Valdabasta. Con él se señalaba al reguero de "El Valle" con anterioridad al pueblo mismo, en tiempos prerromanos". La historia de San Miguel de Escalada siempre ha estado rodeada de mitos y grandes leyendas, como la que atrajo a media docena de buscadores de tesoros allá por el siglo XVIII para buscar las alhajas que se suponía rodeaban el Priorato o el milagro de la lluvia que habría realizado San Gonzalo en 1609 para acabar con la sequía en estos valles.
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