Del latín medieval ‘carnelevarium’, que significa «abandonar la carne», deriva la palabra Carnaval, y de su celebración inmediatamente antes de que entre la Cuaresma tiene origen otra de sus denominaciones: Entroydo en lengua romance leonesa (‘Entroido’ en gallego y berciano occidental) y, por derivación de las anteriores, los Antruejos y Antruidos con los que estos festejos son mayormente conocidos en la provincia de León.
David Gustavo López 23/02/2014
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El guirrio se dispone a pasar a la moza por encima
de los cuernos del toro en Velilla de la Reina. - d. g. l. |
Julio Caro Baroja considera que los carnavales tienen su origen en ritos surgidos de la más primigenia religiosidad humana; una teoría que la etnografía ha convertido en casi incuestionable. Reminiscencias, probablemente, de antiguos cultos en pro de la supervivencia y conservación de la especie, justo cuando el sol se aproxima a su equinoccio de primavera y la naturaleza despierta de su letargo invernal, cuyos rituales se tradujeron en bailes de máscaras que pueden estar relacionados con cultos animistas y totémicos, destinados reclamar la acción benefactora del tótem, sea un animal u otro ser animado, en el que el grupo social cree tener sus ancestros.
De estos primitivos rituales seguramente devinieron, más tarde, las adaptaciones a las singularidades culturales de los distintos pueblos: el Imbolc de los celtas, las lupercales romanas, etc.
Los antruejos leoneses muestran con claridad lo anteriormente expuesto: una amalgama entre creencias autóctonas, evolucionadas durante milenios, y costumbres aportadas por celtas y romanos.
ANTRUEJOS LEONESES DE HOY
Esta posible reminiscencia de las antiguas máscaras y de misteriosos cultos animistas y totémicos queda bien patente en los distintos antruejos que todavía se siguen celebrando en la provincia de León, todos alrededor de la misma figura central con nombre distinto, según la zona: guirrio, zafarrón, zamarranco, jurru, maranfallo, chocadeiro, juanillo… Los mismos que a continuación desfilarán ante nosotros.
1 Cachiporrada, Toros y Guirrios en Velilla de la Reina
Declarada de «interés turístico provincial»
Situación: Cerca del río Órbigo, a 25 km de León
Día de celebración: Cachiporrada, en noche precedente (23h.) al Domingo de Carnaval. Toros y Guirrios, sobre las 17 h. del Domingo de Carnaval.
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La 'zampa' en Velilla de la Reina. D.G.L. |
Tras el desfile carnavalesco comienza el toreo. En la plaza, los «guirrios», vestidos de blanco, con cencerros en la cintura y cubiertos sus rostros por una máscara extraña que se adorna con cintas de papel y se remata con un abanico multicolor, esquivan y fustigan a los toros que mueven otros mozos ocultos bajo un armazón cubierto con una sábana y rematado en cuernos. Hay una obsesión en los guirrios por prender a las mozas, voltearlas y pasarlas sobre los cuernos del animal; un rito, donde los antropólogos ven reminiscencias de antiguos rituales de fecundidad ligados con el culto al toro, símbolo de la procreación y fertilización de la tierra.
Alrededor del toreo concurren algunos seres misteriosos: la gomia, especie de monstruo cuya cabeza es la del esqueleto de un caballo; los toros de saco, cuyas embestidas son temidas por las mozas; el oso, símbolo de la fuerza que despierta de su letargo; el cerdo o jabalí, vestido de saco; la máscara, con una oscura y terrorífica careta de madera y zumbos y cencerros colgando de su cintura; el hombre de las tenazas, que persigue a las mozas e intenta levantarles la ropa con unas enormes tijeras de madera… Son, sin nadie saberlo, los tótems del pueblo, llegados a nuestros días por un extraño misterio.
Durante la noche anterior se ha celebrado la «Cachiporrada», un acto en el que mozos y mozas recorren el pueblo y tiznan de negro el rostro de los vecinos.
2Guirrios y Madamas en Llamas de La Ribera
Declarada «de interés turístico provincial» Situación: En la Ribera del Órbigo, a 35 km de León Día de celebración: Domingo de Carnaval a partir de las 16 h.
Los «guirrios» terminan de vestirse en algún rincón del pueblo o en los corrales de algunas casas. Lo mismo hacen las madamas. Después desfilan hacia la Plaza de la Iglesia.
Las «madamas» visten el hermoso traje de gala tradicional riberano, complementado con ricas collaradas y pendientes.
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Guirrio y madama en Llamas de la Ribera
. D.G.L |
Los guirrios llevan un atuendo similar al de Velilla, pero su máscara («mázcara») consiste en un gran cono de más de un metro de altura, que deja el rostro al descubierto y se adorna con grandes y coloristas abanicos. Abrochan gruesos cinturones de cuero de los que penden esquilones y cencerros. Gran número de ellos portan largas tenazas y vejigas en sus manos para prender y golpear a la gente.
Hay un hecho sorprendente en esta vestimenta, sobre todo en las mázcaras, pues tienen un asombroso parecido con las utilizadas por los quetzales y los huahuas mejicanos en sus danzas solares de origen precolombino en honor de Chi’chini, dios Sol, y de Xipe Totec, dios azteca de la fertilidad y de la vegetación que renace cada primavera. ¡El mismo ritual que el Carnaval! ¿Casualidad?
Llegan a la Plaza tras un ruidoso desfile —los esquilones despiertan a las fuerzas adormecidas de la tierra—. Aquí las madamas inician el baile al son de una dulzaina y de un tamboril, y a él terminan sumándose los fustigantes guirrios. Es como la consumación del rito fecundante, en el que la virilidad, representada por los guirrios, se une pacíficamente a la feminidad de las elegantes madamas.
3El Toro de Villamor de Órbigo
Día de celebración: Sábado de Carnaval a partir de las 18 h. Situación: A orillas del Órbigo, municipio de Santa Marina del Rey, a 35 km de León
Los quintos que hay en el año —actualmente también las mozas— salen a la calle con el «toro», un armazón cubierto con tela blanca y cuernos sujetos en su extremo delantero. Ellos van vestidos elegantemente, con capa y sombrero, y ellas con el también elegante atuendo riberano. Acompañados por dulzaina y tamboril, van recorriendo todas las casas donde habita alguna mujer para, nada más que ésta abra la puerta, torear a su moradora o, en el caso de las jóvenes y solteras, pasarlas por encima de los cuernos del toro, en una operación similar a la descrita en Velilla de la Reina, posiblemente vinculada con el antiquísimo culto al toro, símbolo de la procreación y de la fertilización de la tierra.
4Los Jurrus de Alija del Infantado
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Los 'jurrus' toman Alija del Infantado.
D.G.L |
Declarada «de interés turístico provincial»
Día de celebración: Sábado de Carnaval a partir de las 17 h. También en la tarde del Martes de Carnaval
Situación: En la Vega del Órbigo, a 19 km al sur de La Bañeza. Tiene unos 500 habitantes.
Los «jurrus» o «paparrachos», vestidos de blanco, faja roja y horribles máscaras, asaltan la villa, «jurran» con sus varas a las personas y se adueñan del castillo. Hay un contraataque reconquistador que encabezan los «birrias», seres representantes del bien que visten túnicas de lino blancas y cubren sus cabezas con caretas de rostro humano desfigurado, rematadas con cuernos y con el signo de la cruz pintado en la frente. La derrota del Gran Jurru y de sus seres maléficos –dicen que son hijos del invierno- llega por obra de la Gran Birria, símbolo de la luz y de la primavera.
5Los Zafarrones de Riello
Declarada «de interés turístico provincial»
Día de celebración: Sábado de Carnaval a partir de las 19 h.
Situación: Cabeza de municipio en la comarca de Omaña, a 45 km. de León. Tiene unos 200 habitantes.
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Carnaval en Riello. D.G.L. |
La «zafarronada de Omaña» es una de las más genuinas del Antruejo leonés. El personaje central del acto es el «zafarrón», equivalente al guirrio de otros lugares y, como éste, representación de un espíritu terrorífico que se pone de manifiesto en su atuendo: vestimenta con pieles de cordero, cencerros y zumbos pendiendo del cinturón, y careta negra de madera o piel de cabrito cubriendo el rostro.
Durante el Sábado de Carnaval, una comitiva recorre algunos pueblos de Omaña. Está integrada por varios zafarrones, el torero (llamado también «el novio» por su elegante vestimenta), el toro, el ciego, el lazarillo, las gitanas… y el oso en algunas ocasiones.
6El Antruido y los Zamarrancos de Riaño
Día de celebración: Sábado de Carnaval a partir de las 18 h. Situación: En la Montaña Oriental leonesa. Tiene unos 400 habitantes. Dista 90 km de León.
La figura central del Antruido riañés —nombre que aquí se da al Antruejo— es el «zamarranco». Su atuendo es similar al del zafarrón de Omaña, cubierto con zamarra de pieles de animales atada a la cintura con una correa de cuero de la que cuelgan cencerros para ahuyentar a los espíritus. De medio cuerpo para abajo viste pantalón bombacho, escarpines y madreñas en los pies.
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El toro, montado por la vieja,
embiste a las mozas en Riaño. D.G.L. |
De su cuello pende la zurrona y el turullo o cuerno para hacerse oír en la montaña. El rostro se tizna o se cubre con una máscara oscura de aspecto diabólico y, con frecuencia, se incorporan los cuernos de un macho cabrío. El atuendo se complementa con una vejiga inflada para golpear a cuantos salen a su paso.
Los zamarrancos son acompañados por otros personajes tradicionales: el ciego; la vieja, símbolo del invierno que termina; el toro, poseedor del poder fertilizante; el novio, encargado de conducir y dar algunos pases al toro; el oso, representante de la fuerza natural que despierta; la dama del Antruido, símbolo de fertilidad. Todos juntos se convierten en «mogiganga» y recorren las calles de Riaño, golpean con las vejigas, arrojan la simbólica ceniza fecundizante y, haciendo ruido de cencerros y turullos, se dirigen a «la choza» para incendiarla y formar una gran hoguera purificadora. Mientras el fuego la consume participantes y simpatizantes son agasajados con chocolate y frisuelos, al tiempo que son embestidos por el toro, cubierto por una colcha y montado por la vieja.
7El Entroido y los maranfallos de Burbia
Día de celebración: Sábado de Carnaval a partir de las 18 h.
Situación: Burbia está situado en los Ancares leoneses, en el centro de un valle glaciar donde nace el río Burbia. Su población es de unos 100 habitantes.
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'Maranfallo' en Burbia. D.G.L. |
A la voz de «¡Maranfallín, maranfallín, cara de gatín!», los «maranfallos» (localismo que significa «persona de mala facha») salen a la calle vestidos con ropas viejas y con su rostro cubierto por una careta terrorífica; todo un poco al criterio de cada cual. En su deambular por el pueblo van arrojando cernada, todo un poco al criterio de cada cual. En su deambular por el pueblo van arrojando cernada sobre las partes sexuales de las personas (supuestamente una costumbre derivada de antiguos rituales de fecundidad). Lo que gusta menos, y quien puede lo evita, es ser untado con tocino rancio o con el desagradable «bragallo» o grasa de los testículos del cerdo, recogida durante la matanza. En estas tareas de ataque también ayuda «o boi» (el toro habitual en otros carnavales tradicionales), cubierto con una colcha o tela estampada y dotado con espectaculares cuernos.
Mientras estas cosas ocurren, uno o varios hombres revestidos con zarzas recorren el pueblo con sigilo y se restriegan contra las paredes de las casas. ¿Podrían interpretarse como portadores de los espíritus vegetales, fecundantes de la naturaleza, que van impregnándolo todo con sus efectos? Actualmente, este ritual pudiera estar siendo ejercido por algunos maranfallos que incluyen zarzas en su indumentaria.
ANTRUEJOS Y ANTROIDOS
La riqueza etnográfica que la provincia de León mostraba por Carnaval era, casi me atrevo a asegurar, una de las más ricas de España. Ya no se representan, pero perduran en la memoria de las personas del mundo rural, otros tantos o más que los descritos y con similares signos de identidad. Eran, por recordar algunos, los «campanones» de La Cabrera Alta y los «chocadeiros» de la Baja, que recorrían los pueblos con intención de asustar a los chavales y de pedir el aguinaldo a los mayores. Parecida función desempeñaban el «paparrón» de Molinaferrera y los «juanillos» de Castrocalbón.
Con el nombre de Antruido se celebraba también en el entorno de Modino (Cistierna) y en la comarca de Rueda. Sus personajes eran los «zamarrones» —nombre de incuestionable similitud con los zamarrancos de Riaño y los zafarrones de Riello—, cuyo atuendo harapiento recuerda a los de Burbia.