En Tierras de Eslonza tomó este sábado las calles otra "mascarada invernal", el Guirrio de Santa Olaja, que en esta localidad pide el tradicional aguinaldo coincidiendo con la celebración del Día de Reyes y ayer salió desafiando al frío de la jornada.
El Guirrio, acompañado del músico, ‘el de la forcada’ y el cesto para recoger el aguinaldo por las casas. | IVÁN M. LOBO |
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Otro pueblo más, otra comarca y una misma tradición, las mascaradas de invierno, con sus peculiaridades. El día 1 fue Rodiezmo; este sábado, por Reyes fue Santa Olaja de Eslonza, y llegará a finales de mes, el día 27, en La Cuesta (ayuntamiento de Truchas).
La cita era este sábado en Santa Olaja de Eslonza. El protagonista El Guirrio que quedía salir a pedir el aguinaldo y los primeros nombres propios los de Mesio yRoberto que, al frente de toda la comparsa, aguardaban a que llegase la hora para que saliese El Guirrio a pedir el aguinaldo por las calles de Santa Olaja de Eslonza. Recordaban que «antiguamente, había misa y El Guirrio entraba a besar al niño Jesús con la cara descubierta. Aunque nunca era el mismo mozo, sino que luego, era el mozo mayor el que se revestía. El primero que daba el aguinaldo, como marcaba la tradición era el cura, que les daba un garrafón de vino. Hoy ya no quedan curas, y menos que hagan misa para tan poca gente que queda en el pueblo. A pesar de ello, El Guirrio sale a pedir casa por casa acompañado de la comparsa», explicaban los vecinos de Santa Olaja.
Mesio, que es la persona encargada de conservar la ‘mázcara’ hecha de piel de jabalí, conejo y de crines de caballo, se reviste de Guirrio, y los ‘mozos’ salen juntos del teleclub acompañándole, entre ellos el de la ‘forcada’ donde poner los chorizos; el del cesto, donde poner el resto de recompensa; y el del tambor, que al son del mismo. Las mozas antiguamente cantaban «Guirriales matapardales que saltas por los corrales». Con ello, enfurecían a El Guirrio y él más las perseguía y enrabietaba. Hoy son pocas las mozas que acompañan a la comparsa, pero en el recuerdo de los más mayores todavía se escucha cuando se hacía la alborada y salía de una casa sin que nadie supiera quien era. Iba haciendo bailes y rodeaba las casas sin meterse dentro acompañado del resto de mozos que disfrutaban de la tradición de la alborada, hasta la hora de la misa. Después de misa volvía a salir El Guirrio y era ya cuando se pedía el aguinaldo acompañados de los andadores.
Este sábado, pese al frío, El Guirrio continuó su viaje de puerta en puerta, recorriendo todas las casas de Santa Olaja de Eslonza que aún están habitadas para hacer el acopio de enseres con los que antiguamente los mozos preparan una suculenta comida. Este sábado se juntaban todos los vecinos para comer hermanados al fuego de una tradición milenaria. Cada uno aporta lo que puede en función de sus posibilidades: Unas botellas de vino, unos chorizos, unos dulces, que antiguamente era tocino, huevos, patatas y hasta chocolate. Los vecinos reservaban en el varal de la matanza un chorizo conocido como «el chorizo del guirrio».
Esta tradición se perdió a primeros de los años 80 y se recuperó a mediados de los 90. Y desde entonces sigue saliendo año tras año, para delicia de los más mayores, que recuerdan con añoranza cuando eran pequeños y El Guirrio, con su traje realizado con tiras de ropa antigua y farrapos de diferentes colores, les perseguía con un palo con una cuerda atada a una pelota de trapo mientras que en la otra mano lleva varias vejigas de cerdo hinchadas, con el fin de golpearles y asustarles.
Ayer sábado de reyes (de reis), gracias a varios vecinos de Santa Olaja, El Guirrio volvió a pedir el aguinaldo, una gratificación que no sólo consiste en llenar una cesta, sino que aquellos que nos gusta la tradición, se nos llena el alma de miles de gracias, porque a pesar del abandono del mundo rural, hay gente que trata de mantener las esencias más bellas de sus pueblos.