sábado, 8 de octubre de 2016

NOTICIA: «¡Qué poco hacen las autoridades por restañar la herida de la emigración!»

La primera mujer que escribió en Diario de León. Empezó hace 105 años. La primera firma femenina de Diario de León era maestra . Combativa y de gran carácter En Jabares dio clase en el pórtico de la iglesia en protesta por el mal estado de la escuela.

ANA GAITERO | LEÓN

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Cinco años largos, casi seis, llevaban los vendedores de periódicos voceando la cabecera del Diario de León por las calles de la ciudad cuando, un 6 de diciembre de 1911, Calimeria lanzó su ‘colaboración femenina’, sin apellidos, en el rotativo católico.

Con el artículo ‘La emigración y la escuela’ se estrenó la primera voz femenina en el periodismo leonés. Una maestra con buena pluma y muy reivindicativa que, sin pedir permiso, metió el dedo en la llaga de un problema que acuciaba a la provincia en aquellos primeros años del siglo y sigue estando de actualidad 105 años después.

Calimeria Montiel Marcos fue la primera mujer que escribió en Diario de León. Era maestra y contaba tan sólo 23 años cuando escribió aquel primer artículo que inauguraría sus colaboraciones periódicas hasta bien entrados los años 20.

Una amistad familiar con el fundador del rotativo, Filemón de la Cuesta, facilitó su entrada en un mundo profundamente masculino, pero en el que empezaban a verse firmas de mujeres de carácter.

Carmen de Burgos, Colombine, estrenó en 1902 sus Notas femeninas en El Globo, en 1906 lanzó su campaña a favor del sufragio femenino en El Heraldo de Madrid y en 1909 decidió ir a Marruecos a cubrir el desastre de Annual, convirtiéndose en la primera mujer corresponsal de guerra. No se limitó a contar muertos. Contó el dolor de las víctimas dándoles voz propia.

Igual que Calimeria, su formación inicial era la de maestra, casi la única carrera a la que podían acceder las mujeres que, hasta 1910, no obtuvieron el derecho de asistir a la universidad.

Las escuelas normales fueron la puerta de entrada a la educación para las mujeres. A ellas se iba a confiar la educación de niños y, sobre todo, niñas. Calimeria enviaba sus apasionados y argumentados artículos desde los pueblos donde tenía su escuela. Desde Mellanzos invocó a los «maestros españoles!, maestros leoneses!» a enseñar a «esos pobres niños a amar su patria» y, sobre todo, «enseñadles a amar el campo: la agricultura es la base de la riqueza nacional. La mayoría de las industrias están apoyadas en ella».

A los que emigraban les instaba a «pregonar» los encantos de su tierra y a los políticos les daba su correspondiente rapapolvo: «Las autoridades son las llamadas a restañar la herida de la emigración. ¡Y qué poco hacen por conseguir que esa herida se cicatrice!». Tal cual lo podría firmar hoy. No hay quien ponga remedio a la sangría migratoria de la juventud en los últimos años.

Si Calimeria levantara la cabeza... Amante del progreso científico y técnico, también envió alguna crónica desde Gijón, donde veraneaba. La «Suiza española» decía de la «sin par Asturias» en una crónica desde la que combatía la guerra mundial como causante de la decadencia industrial a la par que veía en El Musel una «obra que reportará grandes ventajas a la región y a la nación».

Calimeria Montiel Marcos nació en Fresno de la Vega el día de Santa Bárbara. ‘Doña Cali’ fue mujer de carácter, como demostró desde la tribuna y desde el magisterio. En Jabares de los Oteros llegó a dar clase en el pórtico de la iglesia y en unas cuadras por el mal estado de la escuela, infestada por ratones y medio ruinosa.

Ante todo, combatió la ignorancia y predicaba la educación como el arma del progreso. Dio cuenta de las primeras «misiones pedagógicas» llevadas a cabo en León por el señor Lillo. Fue una ‘todoterreno’ y abordó todos los géneros, desde el reportaje costumbrista y social, al análisis-opinión, pasando por la crónica social e incluso de sucesos. También publicó algunas reseñas de revistas de agricultura. El campo y la escuela eran sus surcos preferidos.

Tenía sentido de la primicia y no dudaba en embarcarse en cualquier viaje para dar fe de los adelantos de su tiempo. Relató con gran lujo de detalles el viaje inaugural del Tren Burra —nombre popular de la vía estrecha entre Medina de Rioseco y Palanquinos— en 1915 y se fue a Gijón a cubrir una visita de Alfonso XII.

A veces aprovechaba para arengar a la población, ya fueran mujeres u hombres. A las costureras leonesas les animó a seguir el ejemplo de sus colegas bilbaínas que, en 1917 protagonizaron una sonada huelga. «A las obreras de León», título el artículo.

En sus crónicas visualizaba a las mujeres como sus lectoras también para afianzar su rol como educadoras de la prole y vigías de la «moral», algo en lo que las consideraba «superiores a los hombres». Era muy religiosa y conservadora, pero a la vez con un sentido del progreso social y económico krausista, basado en la educación del pueblo.

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