Concha Casado recibió la Medalla de Oro de la Provincia que le concede la Diputación por unanimidad
F. Fernández / León
Concha Casado acompañada de Jesús Celis, Isabel Carrasco y Marcos Martínez. MAURICIO PEÑA |
Apareció doña Concha como siempre: del brazo de alguien —Jesús Celis en este caso—; saludando a todo el mundo con un consejo para cada uno; con una cacha que le ha regalado algún artesano amigo; con un vestido de fiesta de los de toda la vida como los que estudió para sus libros; con su pelo blanco... Camina por los pasillos de la Diputación, donde conoce todos los despachos pues en todos ha estado alguna vez para pedir algo para un artesano en apuros, para un palomar que se cae, para un convento de clausura con goteras, para el batán museo, para su Cabrera... “No podemos dejar que se pierdan estas cosas, es lo nuestro”.
Pero no iba a pedir. Iba a recibir, 92 años después de nacer, la Medalla de oro de la provincia que le habían concedido por unanimidad en la Diputación, por su tesón, por su amor a esta tierra, por tantos estudios sobre ella, por más desvelos de los reconocidos, “por su extraordinaria valía, su grandísima talla personal y humana. La de una afable y entrañable leonesa que ha dedicado toda su vida a descubrir lo que hemos sido, somos y seremos como pueblo”, en palabras de Isabel Carrasco en su discurso. También por su generosidad al ceder al Museo de León su valiosísimo legado de libros y piezas de etnografía, que irán a formar parte de la Biblioteca Etnográfica Concha Casado del citado museo.
Y doña Concha, como siempre, humilde y agradecida
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