Uno de los oficios más
antiguos que existen
Autor: Toño Morala
En el centro Joaquín el padre, a la
derecha Benito y a la izquierda Joaquín
hijo,
el último zapatero de Mansilla después de cinco generaciones de
zapateros.
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Los zapatos sólo los usaban
aquellos que podían, los que tenían dinero o bien para los días de lluvia; por
eso cuando usaba los zapatos en días serenos solía decirse. ”Mira don nadie que
lleva zapatos, y está sereno”. Los zapateros remendones, como siempre los
han llamado, aunque otra denominación excelente era la de "zapateros de
viejo", estaban situados por las pequeñas entradas de las ciudades y
algunas veces trabajaban hasta en la propia calle. Allí sacaban su banqueta y mesa. Tan artistas eran, y son los que
quedan, que prácticamente de unos zapatos que estaban para tirarlos los
convertían en nuevos con suelas, tacones, cosidos, remaches, cordones y hasta
lustrados, que así te los dejan a la hora de la entrega.
Oficio un tanto especial y con
connotaciones peyorativas sin saber el por qué. Lo popular y artesanal en
cuestiones de menudeo… se conoce que
eran menos vistas que aquellas grandes empresas llenas de mano de obra y oprobio.
Los zapateros tienen una larga historia de anécdotas y vida.
Los tres hermanos, Manuel, Carlos y
José, en el taller de Camilo,
aprendiendo de su padre Manuel del Valle.
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Historias como la
de la familia Polledo, que desde hace más de ciento sesenta años se dedicaban a la zapatería. Los primeros de
la rama familiar eran naturales del pueblo asturiano de Noreña; pueblo desde
donde salieron un montón de zapateros allá por principios de 1820. La gran
mayoría eran remendones ambulantes. Muchos emigraron hacia tierras amigas como
León, Cantabria, Galicia. Los Polledo siempre trabajaban y fabricaban todo tipo
de zapatos.
Antonio Fernández ,yerno de Carlos del Río.
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El bisabuelo, nacido en el año 1848, ya se casó en Mansilla, en la villa también
nació el abuelo Luis en 1873. Joaquín padre nació también en Mansilla en 1905;
y el último zapatero del pueblo, Joaquín, nació en 1936; su hermano Benito
trabajó durante años, pero luego se marchó a trabajar a correos. Una gran saga de zapateros, que siempre
fabricaron buen calzado a la par que reparaba. Uno de los fabricados de
Joaquín durante años, entre otros, fueron las botas camperas del famoso Pencho
el de la sala de fiestas “La Estrella”.
Personaje importante al que gustaba vestir como mejicano. Hay un documento que explica
que en Noreña residían… «2.300 habitantes, de los que 200 son zapateros, 56
carpinteros, 34 curtidores y 14 sastres». Esos zapateros hablaban el “Mansolea”,
una jerga gremial y defensiva para no ser entendidos por los extraños a su
profesión. Y se dice que no había unidad de las tropas carlistas que no llevara
en sus filas a un zapatero de Noreña, que además era un negocio lucrativo para
ellos porque así no gastaban en fonda, ropa o comida. Los zapateros también
desempeñan otras funciones relacionadas con el cuero, como la reparación y
fabricación de cinturones y bolsos; la inserción de orificios o el cosido de
otros objetos.
Estantería con hormas para fabricar
zapatos en el Taller de Camilo.
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Algunas herramientas con nombres muy bonitos son las que usaban
y usan los zapateros; el cortador o fleje para cortar el cuero; el abridor de
hendidos que sirve para escavar la suela; el famoso martillo de remendón o para
asentar las piezas; varios tipos de leznas para hacer agujeros en la piel; las
tenazas de montar que se utilizan para sujetar el corte y el forro; hierros de
lujar que sirven para el abrillantado de los cantos, martillo galgo, que sirve para clavar los tacones
largos; escofinas para perfilar…y sobre todo el trípode o burro donde apoya el
calzado para todo tipo de arreglos, la manopla de cuero que deja los dedos
libres, y la palma de la mano cubierta para no hacerse daño; el tirapié o correa que
sujeta las piezas al muslo, y ese mandil de cuero que resguarda pecho y piernas
para no cortarse con ninguna de las herramientas comentadas; hay más, y además
, muchas están fabricadas por ellos mismos. El zapatero remendón sigue
empleando las viejas herramientas para realizar sus composturas e incluso
zapatos artesanos o para pies con malformaciones.
Ciriaco Blanco en su taller de zapatería |
En la capital, también van
quedando algunos zapateros remendones, aunque la mayoría, a la vez que reparan
calzado, se ayudan de otros ingresos como son hacer copias de llaves,
fotocopias, afilados…pero todavía subsisten zapateros remendones a la antigua
usanza. En la Plaza de Omaña queda el yerno de Carlos del Río, que en 1960
abrió la zapatería, y que desde el año 1984 lleva Antonio Fernández de igual
manera y casi con las mismas herramientas de su suegro; también fabrican calzado
y plantillas ortopédicas, cinturones…Otro clásico de nuestra cuidad es la
zapatería de Camilo, grandes artesanos del calzado ortopédico y reparación que
tiene su taller en Daoiz y Velarde. Manuel del Valle entre otros trabajadores
zapateros se jubiló en el año 2000 después de trabajar de zapatero casi
cincuenta años haciendo buenos zapatos, ahora
son sus hijos José y Carlos quienes llevan desde hace años la zapatería
de Camilo; fabrican su propias hormas
con buena madera de haya. Manuel, el otro hermano también tiene zapatería en la
calle Miguel Zahera. La historia de Primitivo Blanco es también para museo.
Tiene el taller en Roa de la Vega, y detrás tiene tres generaciones de
zapateros. Lorenzo Blanco fue el precursor de la saga, aprendió el oficio en el
hospicio de León…y de ahí le viene el apellido de Blanco; luego su abuelo
Primitivo, y luego su padre Ezequiel.
Zapatería de C. Del Río en la Plaza de Omaña en León.
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En San Mamés, y desde el año
1965, y venido de Aguilar de Campos, Ciriaco Blanco y su hijo Daniel, regentan
la zapatería del barrio. Estos artesanos siguen las formas de trabajo tradicional
desde hace un montón de años, y comentan que ahora la gente les lleva, por la
crisis, los zapatos cuando están en peores condiciones; pero ellos los reparan
de maravilla, y a seguir caminando. Todos
grandes artesanos. Pedimos disculpas a los no nombrados; por suerte, todavía
quedan por la provincia algunos zapateros remendones tradicionales, he aquí una
pequeña muestra.
Rotulo de la zapateria Blanco en San Mamés.
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En cuanto a la historia de esta
profesión podemos remontarnos a tiempos muy antiguos, hace unos 15 mil años o
más, cuando el hombre de las cavernas comenzaba a proteger sus pies al amarrar
piel con una especie de cordel alrededor de los mismos. Pero la guasa también
cuenta, y no hay que olvidar…"No soy ZAPATERO, soy reparador de calzado".”Zapatero
que no charla…el trabajo falla”.
Todavía en activo, uno de los zapateros remendones,
Primitivo Blanco en Roa de la Vega (León)
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Entrañables reseñas, de personas y oficios, Toño. Sobre este sistema económico-social del despilfarro de recursos, de algún modo impuesto por resultar más barato el "usar y tirar", espero que con la crisis tenga su parte de retorno, a la vez que una toma de conciencia; y con todo ello, que vuelvan algunos oficios muy útiles y casi olvidados, como éste del zapatero remendón. Gracias por tu labor de documentación. Un abrazo
ResponderEliminarMagnifico articulo, Toño. Recuerdo que en mi pueblo había un zapatero,, mi padre me hacia acompañarle a su taller. Ni decir tiene que que quedaba con la boca abierta viendo como elaboraba botas y reparaba calzado de toda clase asi como todo tipo de enseres de cuero.
ResponderEliminarHabría que recuperar aquellos oficios, aunque solo fuera como aprendizaje o simplemente para hacer un trabajo bien hecho.
Este articulo me ha devuelto a la infancia, y aquellos recuerdos de cuando no estaba todo tan adulterado. Un fuerte abrazo.
Alejandro Alvarez del Amo
Bonita reseña de este oficio tan peculiar...ya no quedan apenas zapateros remendones en las ciudades ni en los pueblos; aquí cerro el último del barrio hace un par de años por la jubilación del paisano. José Fernández. Oviedo.
ResponderEliminarAcabo de emocionarme mucho.
ResponderEliminarMi abuela María Polledo Rodríguez, de( Noreña, Asturias)era hermana de fabricantes de calzado. Ramón, y Norberto, conocido como " Pilín"
Mi abuela recordó siempre, como sus hermanos, le hacían botas y zapatos de tafilete. Me gustaría muchísimo que hubiera alguna foto.
Yo, su nieta, Silvia Villacieros, Díaz, hija de Ángeles Díaz, Polledo.
Mi cuarta abuela era Dionisia Polledo Muñiz,se que era de Noreña, su padre Fernando Polledo y alguna relacion tenia con los zapatos pero no se nada mas de ella si supieras algo....
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