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"En las tripas de un Museo"
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Una exposición de un museo es un ir y venir de un sitio a otro durante varios días seguidos, la mayoría de las veces; y aunque anteriormente se halla realizado un estudio previo de la ubicación de las piezas en la misma, en los días inmediatos a su inauguración se producen numerosos cambios de ubicación y a veces incluso de piezas expositivas. Todo este revuelo previo a las exposiciones, que nosotros no vemos, es sólo la punta del iceberg. Tras una exposición intervienen un sinfín de personas encargadas de las más diversas artes y tareas; por poner un ejemplo, quizás los menos nombrados, existe un equipo de mantenimiento, encargado de la revisión y reparación de elementos de la exposición como vitrinas, iluminación, cableado y un largo etcétera.
La última exposición en la que tuve la suerte de participar de manera activa, tanto por la materia que me toca, como por la posibilidad de ayudar en otra áreas ajenas a mis conocimientos, descubrí algunas cosas realmente interesantes que me he propuesto dar a conocer con el beneplácito de las personas a las que hago referencia en este pequeño artículo.
Nunca me había puesto a pensar en el proceso expositivo desde el punto de vista de las piezas que conforman la exposición, no imaginaba la labor que esto conlleva hasta llegar al lugar de la exposición en sí.
Javier Lagartos es el técnico superior del M.E.P.L. Su labor, entre otras muchas, es asegurarse del estado de las piezas y la preparación de éstas para ser expuestas en sala. El proceso comienza con la estancia de la pieza en una “sala de curas”. “La temperatura y la humedad están controladas constantemente durante el proceso de vigilia de las piezas”
- me comenta Javier. La habitación es una sala rectangular carente de todo mueble y accesorios superfluos iluminada únicamente por luz artificial. Debido a posibles contagios, sólo se almacenan en esta sala los objetos que están en vigilia. Tras esta fase, y tras comprobar que no existe ningún elemento perjudicial como insectos, larvas de termita ,etc..., pasan a almacenes, donde se catalogan, fotografían y etiquetan. “En ocasiones, los turnos de limpieza se encuentran insectos deambulando en determinados lugares del museo. Éstos son introducidos en botes de cristal para más tarde ser catalogados y etiquetados. Se trata de una solución preventiva con el fin de buscar productos específicos para la eliminación de plagas de manera selectiva; de esta manera evitamos productos dañinos que puedan estropear las piezas a conservar. ¿Imaginas colocar un objeto de madera que contenga carcoma en una exposición repleta de obras de madera?”. -comenta Javier con una sonrisa nerviosa - “No podemos arriesgarnos. Una inmensa mayoría de las piezas del museo están formadas de madera”.
La verdad es que quedé fascinado por la posibilidad de acceder a ciertas partes de un museo, que no están a la vista del público de manera habitual. Pero hay buenas noticias, el museo realiza unas jornadas de puertas abiertas para mostrar los almacenes. Yo diría que es una ocasión única de verle las “tripas” a un museo; además, la visita será guiada por el técnico del museo, Javier Lagartos, que contará todos los pormenores de los almacenes.
sábado 22 de enero de 2011
Con más de 4.000 objetos en almacenes, sin una catalogación exhaustiva, muchos de ellos caerían en el olvido.
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