martes, 18 de enero de 2011

NOTICIA: Molinero hasta en los andares.

Molinero hasta en los andares ( La Crónica de León - 19/12/2010 )

Su padre le levantaba a las 3 de la mañana para mostrarle la dureza del oficio, pero él quiso ser molinero.

El destino lógico de Flavio de la Puente, nacido en el Valle de Mansilla en 1946, era el de ser molinero. “Lo había sido toda la familia. Era molinero mi padre, lo fueron los abuelos, el bisabuelo... Siempre aquí, en el Valle, y en otros molinos de la comarca, como en Villiguer y en Villacontilde”. Pero los padres de Flavio no querían que fuera molinero y le enviaron a estudiar al Colegio Leonés, en la capital de la provincia. “No es que se me dieran mal los estudios, es que yo quería ser molinero y con trece añosdije que me quedaba en casa para ir al molino, era feliz allí”. Pero sus padres no arrojaron la toalla y eligieron otro método para disuadir al chaval de su vocación de molinero. “Mi padre siempre madrugó mucho, se levantaba a las tres o las cuatro de la mañana, y para que me cansara y se me pasara la afición que tenía por el molino me llevaba con él, antes de amanecer. Y a mí más me gustaba, no me daba pereza, yo con tal de ir al molino”.

No había más remedio. Tenía que ser molinero y lo fue. Y en aquellos tiempos los buenos molineros eran además excelentes luchadores. Había muchos antecedentes: el molinero de Garrafe y sus parientes de Arcayos, loscasi míticos molineros de Carbajosa, los de Almanza, el de Las Salas... y tantos y tantos. Y también Flavio de la Puente, ‘El molinero del Valle’, que también marcó una época en este deporte. “Es cierto que los molineros siempre hemos tenido algo especial para la lucha; decían que lo de estar todo el día tirando de los sacos era una especie de entrenamiento, no lo sé, pero la verdad es que se nos daba bien”.

El problema de su molino era el agua. “Eran presas, que abastecían al molino y también a un sindicato de regantes. De los 1300 litros de agua 714 eran para el molino y el resto para los regantes, pero con el tiempo fueron abandonando las tierras, dejaron de limpiar las presas y cada vez había menos agua. Finalmente llegó la concentración parcelaria y ya quedamos sin agua, tuvimos que abandonar el molino viejo, hará diez años, y seguir con el eléctrico pues uno nunca deja de ser molinero, aunque haga otras cosas”.

Y para no olvidar tampoco el viejo molino construyó esta fiel maqueta que muy pronto estará en el Museo Etnográfico.



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