Nemesio Alonso recibe este viernes un más que merecido homenaje a sus más de 80 años en la música. | RICARDO PUENTE |
Fulgencio Fernández
Diego Valle, uno de los grandes expertos en la música
tradicional leonesa y en sus intérpretes, es contundente al hablar de Nemesio
Alonso, el gaitero de Torrestío: "Es uno de los mejores tocadores vivos,
pese a no ser un gaitero profesional en el sentido de que no se contrataba para
muchas fiestas, con la que tiene una técnica depurada; aunque sí ha tocado más
veces la acordeón".
Y Nemesio Alonso es el protagonista de un trabajo-homenaje,
una grabación titulada ‘Cuaderno para Nemesio’, que este viernes se
presenta (a las 20 horas en el Instituto Leonés de Cultura). Una larga
vida dedicada a la música pues este babiano, nacido en 1924, siguió agarrándose
a la acordeón con más de 90 años, hasta que el médico le quitó de esos
esfuerzos de soplar e Inés, su mujer, vigila de cerca, que a él ganas no
le faltan. No es una exageración decir que son más de 80 años de músico pues el
paisano recuerda cómo se construyó su primer instrumento con sólo seis años.
"De una caña de escoba hice el roncón y con un palo de saúco el puntero. Y
para poder tocar le metí dentro una paja», ha repetido muchas veces este músico
tradicional, hijo del maestro de Torrestío, al que le encantaba construir
no solo sus propios instrumentos, todo lo que veía, aunque la funesta guerra llevó
a la familia a León con poco más de diez años. Estudió Bachillerato en la
capital —«mi padre nos había preparado muy bien"—para regresar nuevamente
a su tierra
Y aquel manitas se fue haciendo gaitas con lo que tenía a mano, "hasta con
la piel de un gato, no tenía otra cosa"; y las hacía sonar.
Lo que no olvida es la primera gaita que compró, a uno de los más ilustres de
los luthier: Antón de Cogollo, "por un dineral, 200 pesetas de entonces,
menos mal que me la compró mi padre".
Fue Nemesio Alonso un autodidacta, capaz de ‘sacar’ casi todo lo que escuchaba,
pero no se olvida de algunos maestros, como José de Torce, con el que sólo
estuvo una semana "pero muy productiva" o los recuerdos de la mili.
"La hice en Valladolid y coincidí con muchos gallegos, buenos músicos, y
formamos una banda que llamaba la atención, y mucho".
También aprendió con gaiteros asturianos pues "en Babia había
mucha más afición a la acordeón, que también la toco, que a la gaita; pero Teverga estaba
ahí al otro lado y también aprendí de ellos". Y de otros que se fue
encontrando por la vida, ya que se dedicó al transporte.
- Tenía mucha afición, mucha, llegué a quedarme dormido tocando.
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