El pueblo recupera el grupo de danzas tras casi tres décadas en el olvido.
El grupo de danzas lleva sin bailar casi treinta años. - dl
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diariodeleon.es
Todo surgió en una conversación de bar. Al abrigo de unas
cañas, allá por el verano del 2014, un grupo de vecinos de Villamandos comenzó
a barajar la idea de recuperar la danza, que había actuado por última vez en
1988, hace casi tres décadas. «La mayoría somos gente que por diversas
circunstancias no pudimos bailar en su momento. Y se nos quedó clavada esa
espina», señalan. Todo se quedó ahí. Hasta que en agosto de 2015 volvieron al
tema ya más en serio. Y al poco tiempo comenzaron con los ensayos.
Aunque el grupo de baile lo componen ocho danzantes, hay
nueve apuntados. «Tiene que haber algún reserva, por si acaso. De todas formas
bailaremos todos. Iremos rotando». A ellos hay que sumar los dos birrios. Y al
frente de todo Manuel González, un entusiasta de 84 años que hace las labores
de preparador.
La danza de Villamandos está ligada íntimamente a la fiesta
de san Blas. «Yo la vi toda la vida», asegura González, que aún hoy sigue
elaborando con sus propias manos los palos a partir de ramas de acacia.
Se trata de unos bailes con castañuelas y paloteo, una
reliquia de gran valor etnográfico extendida por gran número de localidades del
sur de la provincia de León y otras limítrofes.
El traje de los danzantes de Villamandos es similar al de
otros pueblos, pero con sus propias peculiaridades. Según cuenta el señor
Manuel, se compone de zapatillas, pantalón y camisa blanca. Cancán y falda.
Mantón, «cada uno el suyo», pañuelo al cuello con un anillo en el centro y las
puntas vueltas hacia los hombros, una cinta a cada brazo, pañuelo en la cabeza
y tres lazos a la espalda de colores, distintos en cada bailarín. A ello se
suman los palos y las castañuelas para los bailes, que son acompañados de
dulzaina y tamboril.
Birrio y birria
Es una figura que aparece en todos los grupos de danzas de
la zona. En algún caso representan a las fuerzas del mal. Aquí, aseguran, que
van marcando los lazos a los danzantes, indicando fallos y «atropan el dinero.
Aunque si un danzante se equivoca le dan con el badajo». Tienen la peculiaridad
de ser birrio y birria, con sus propias caretas distintas cada uno.
Aunque en ediciones próximas intentarán recuperar toda la
tradición entorno a la danza como la «orca de la birria», este año el grupo
tendrá dos actuaciones. La más importante será en la procesión de san Blas, el
3 de febrero. Y harán una exhibición el día 6. Quizás actúen en junio por el
Sagrado Corazón, que también era tradicional.
El Ayuntamiento colabora con la iniciativa.
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