¡ABUELA… ABUELA, DENOS
UNA ONZA DE CHOCOLATE…!
Autor: Toño Morala - Publicado en la Nueva Crónica de León.
¡El chocolate: el champán de los pobres! Así
comenzamos este año nuevo con esta rica y dulce historia. Historia llena de
bondades y risas, pero también de duro trabajo
allende los mares. Por aquí, por nuestras tierras, también se fabricó y
mucho… el buen chocolate en todas las formas y maneras posibles; formatos a
cientos desde sólidos hasta líquidos y semisólidos, o vaya usted a saber, si
también podían ser semilíquidos. De lo que no cabe duda es que hay poca gente a
la que no le guste el chocolate. Y si nos ponemos nostálgicos, pues tela… a ver
quién no se acuerda de la onza de chocolate para hacer, el negro de siempre y
pan… y lo bueno que estaba.
Dos chocolateras de la fábrica de San Ignacio.... |
Las abuelas y madres, cuando había chocolate, pues
tenían alegría y sonreían, pues eran sabedoras que a los chavales nos encantaba.
En alguna ocasión, a algún chaval le tocaba repartir la onza de chocolate con
otros amigos, o se la jugaba a las canicas o a la peonza. Qué maravilloso
invento que alimenta de miedo, y quita penas con ese sabor tan característico y
fugaz. Y si nos imaginamos el olor de aquellas fábricas pequeñas de pueblos y
en las ciudades, aquellos mostradores y pequeños escaparates con aquellas
maravillosas formas envueltas en diversidad
de papeles y celofanes, de aquellas estanterías que guardaban en un riguroso orden
las diferentes clases de las tabletas y, que además hacían una especie de
mosaicos con ellas. De críos nos encantaba asomarnos a los escaparates y mirar
los sabrosos productos de chocolates y otros diversos dulces. Y las boceras que
dejaba el chocolate en las comisuras de los labios… te relamías con la lengua
hasta donde llegaba… y si tardabas en tomar el chocolate y hacía algo de calor,
pues los dedos a chuparlos y punto.
La
elaboración del chocolate se realizaba exclusivamente de manera artesanal, en
pequeñas industrias que casi no necesitaban reclamos publicitarios para su
comercialización. La producción se encaminaba, principalmente, a satisfacer las
necesidades del mercado local y apenas salía de su reducido ámbito geográfico. La
mayoría de las fábricas de chocolate estuvieron localizadas buscando los
núcleos principales de consumo, es decir, los economatos y colmados, barrios de
obreros, ferroviarios, militares, etc., ya que el chocolate se consideraba un
alimento de mucho poder nutritivo, rico en calorías y, por lo tanto, muy
importante en la dieta de los trabajadores. También se vendía mucho a colegios
para los chavales; y en todo el proceso, se aprovechaba todo; la "cascarilla" obtenida se
embolsaba en lotes de medio kilo para vender "muy barata" pues se
cocía con la leche del desayuno y le daba sabor a chocolate.
El rico cacao en todos sus procesos |
El chocolate, de origen azteca,
llegó a España junto con otros productos, con la conquista. Con el transcurrir del tiempo
estaba llamado a revolucionar nuestra dieta alimenticia. Preparado a partir del
cacao, se tomaba, originalmente, por las tribus del viejo México en un batido
de sabor amargo.
Posteriormente, las monjas de Oaxaca se considera que fueron
las que añadirían el azúcar al batido. Son también las órdenes religiosas las que
se encargarán de importar este producto a España. Desde nuestro país se llevó a
Italia, primero, y a Francia después, a principios del siglo XVII. Desde
antiguo, la fabricación fue prácticamente artesanal, en lo que se conoce como
chocolate “elaborado a brazo”. Método similar al empleado por los antiguos
mejicanos de quienes se aprendió el proceso. Primero se tostaba el cacao para
facilitar el descascarillado y adquirir el sabor y aroma definitivo. El
descascarillado debía efectuarse rápidamente para evitar que el grano
adquiriese un excesivo sabor amargo. Una vez limpio éste, sobre el metate o
silleta, consistente en una piedra de granito de forma combada, que se
calentaba con fuego por su parte inferior, se iba trabajando la pasta con un
rodillo también de granito o madera dura “rollo o refinadora” hasta obtener la pasta. A ésta se le
añadía posteriormente el azúcar y las especias como la canela o la vainilla. El
último paso consistía en introducirlo en los moldes, de madera o metálicos, en
los que se ponía a enfriar en un lugar apropiado. A mediados del siglo XIX se
produce la incorporación de la energía al proceso productivo: el vapor.
Metate con hornilla. Museo Etnográfico Provincial de León. |
La
introducción de la energía eléctrica a finales del siglo XIX y principios del
XX supone una auténtica revolución en todo el proceso de fabricación, rebajando
los costes. Estas oscilaciones fueron especialmente importantes en los periodos
de guerra, tanto la Civil Española como el periodo entre las dos guerras
mundiales que hicieron difícil la llegada del cacao americano.
Máquina para procesar las semillas del cacao. |
Fabricando y envasando el rico chocolate "a brazo"... |
El chocolate es,
probablemente, el único producto en el que todavía se conservó, hasta hace poco
tiempo, el uso generalizado de sus viejas medidas de peso: la libra y la onza.
La libra equivale a dieciséis onzas o un equivalente en gramos de 460 la libra y
28,75 gramos la onza. El ingrediente principal del chocolate es el theobroma
Cacao “alimento de los dioses”, la
semilla del árbol del cacao o cacaotero, originario de las costas de las islas
de México.
Museo del Chocolate. Astorga |
El cacaotero puede alcanzar una altura de ocho metros y produce
flores de un llamativo color rojo que no sólo se dan en las ramas sino también
en el tronco. El fruto pasa del verde al amarillo y finalmente al rojizo o
carmesí según la variedad. La forma del fruto recuerda a una pelota de rugbi de
aproximadamente 25 cm de largo por diez de diámetro en su parte central más
gruesa. Su peso puede llegar, en algunos casos, al medio kilogramo.
Tradicionalmente fueron los países de América: México, Guatemala, Honduras, El
Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y
norte de Brasil. En África: en la Costa de Oro, Camerún, Guinea Española,
Fernando Poo y Santo Tomé y en Asia principalmente en la antigua Ceilán y
Filipinas. La mayor parte del cacao en el norte entraba por los diferentes
puertos, desde los de La Coruña, Santander y Gijón. Durante los años de la dictadura
franquista la compra del cacao de Guinea estuvo subvencionada con la intención
de abaratar los costes de fabricación. Se pretendía, de este modo, aprovechar
las materias primas nacionales pues debemos recordar que durante buena parte de
este periodo histórico Guinea todavía permaneció como colonia española. Se pasa
así del consumo mayoritario del cacao americano al guineano. La importación de
cacao, durante esa época, estaba regulada por la Asociación Nacional de
fabricantes de chocolate, que era también el organismo encargado de marcar los
límites en el precio del producto hasta los años sesenta, en los que se
liberalizó el mercado. Este órgano gestionaba, a través del Comité sindical del
cacao, la compra del mismo que se almacenaba, desde su desembarco y hasta su
distribución.
Chocolatera de cobre con su molinillo. Museo Etnográfico Provincial de León |
En cuanto a los útiles empleados,
tanto en la elaboración del chocolate como en su degustación, conviene recordar
los siguientes: en la elaboración del chocolate a la taza se empleaban
principalmente las chocolateras, tanto para hervirlo como para su posterior
servicio, y los molinillos, generalmente confeccionados en madera, utilizados
para revolver y deshacer el chocolate mientras hervía. De las chocolateras
debemos recordar que podían estar elaboradas en distintos materiales: de
hierro, hierro recubierto, cobre y cerámica… y la porcelana, plata o alpaca se
utilizaban para servir.
En la comercialización del chocolate y para atraer el
interés de los consumidores, además de sorteos y canjes de regalos o las
colecciones de cromos, se emplearon otros recursos muy útiles para las empresas
publicitarias del momento. De estos son de destacar los habituales anuncios,
carteles y litografías elaborados por reconocidos artistas de la época.
“La Industrial Leonesa”; Fábrica de chocolates
y pastas finas, León, 1919
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Y para rematar esta gran chocolatada
qué mejor que hacer una breve semblanza sobre aquella gran familia que tuvieron
fábrica de chocolates en Mansilla de las Mulas
desde 1889 hasta 1973, en una de
las esquinas de la Plaza del Grano de la
Villa, y que fue ella, Calixta del Blanco y su marido Pedro Martínez los iniciadores de una saga de
maestros chocolateros que ha llegado hasta los hijos de Melchor Martínez del Blanco y su mujer Amparo Suárez.
La Mansillesa, fábrica de chocolate en Mansilla de las Mulas. Museo del chocolate. Astorga |
Casi un siglo endulzando y fabricando “a brazo” tabletas de chocolate de varios
tipos, entre ellos, cabe destacar el riquísimo chocolate con cacahuete, así
como aquellas ventas de tabletas que mandaban desde la estación de Santas
Martas y en los coches de línea, a todos los puntos de la provincia a un montón
de colegios, tiendas y colmados; vendían su rico chocolate también en el
pequeño despacho tienda con un pequeño escaparate que hacía las delicias de los
niños y que dentro, en las estanterías, colocadas las tabletas con varias formas,
y aquel olor tan característico, los compradores salían encantados con su
compra del rico chocolate de la marca propia “Amsú”… cuántos recuerdos en los
paladares de la memoria.
Collage de marcas de chocolate de Astorga y de Riello de Omaña
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¡Felicidades por el excelente blog! ¿Sería posible obtener una foto en alta resolución del chocolatero de cobre con molinillo? Es para un libro que estoy escribiendo. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarGracias por sus palabras y por seguir el blog. En cuanto a la foto que solicita solo tiene que mandar un correo a museo.etnografico@dipuleon.es para ponernos en contacto y de esta manera poder enviarla.
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