Museo Etnográfico Provincial de León.
DÍAS 4 de Octubre a 3 de Noviembre
INAUGURACIÓN: 4 de Octubre 11 h.
LUGAR: Museo Etnográfico Provincial de León. Mansilla de las Mulas.
La Dirección General de Políticas Culturales
de la Junta de Castilla y León y la Diputación de León a través del Museo
Etnográfico Provincial de León, programan la Exposición Temporal Itinerante
denominada PASTORES, que albergará este museo durante el mes de Octubre (4
de Octubre-3 de Noviembre).
Exposición que fue producida por la Filmoteca de
Castilla y León y que actualmente itinera dentro del programa regional de
“Exposiciones A la Carta”, llegando en este trimestre a León con la gestión del
con el Servicio Territorial de Cultura, donde durante el mes de Octubre se
exhibirá en la sede del Museo Etnográfico Provincial de León en Mansilla de las
Mulas, estando prevista su inauguración para la mañana del viernes 4 de Octubre
a las 11 h..
Se trata de dos series fotográficas realizadas por su
autor, D. Juan Fernández Castaño, en los años 90 por todo el territorio de
Castilla y León como trabajo referente a la figura del pastor. La primera de estas series,
más extensa, está compuesta por retratos de individuos, mientras que la segunda
muestra algunos lugares comunes sobre el pastor, sobre la percepción de su
figura.
En palabras de su autor, el tratamiento de la imagen resulta distinto para cada
una de las series. “En la primera, trato con el hombre en su trabajo, en un escenario
de soledad y compañía, árido y cotidiano, presente y duradero; son retratos de
individuos que asientan sus reales sobre la piel del mundo y se hacen uno con
la tierra; su simbiosis es histórica, monumental y simbólica”.
Por lo tanto nos encontramos con la visión particular que desde la
Antropología Visual muestra el autor iconizando sus personajes y oficio, para
desentrañar sus particularidades y su generalidad, sus características humanas
y sus formas de relación con el medio además de con sus animales, su base
económica y su base social, desde una cuidada técnica fotográfica en blanco y
negro, que se ha convertido de arte en documento-memoria, desde los fines del
milenio, hace 20 años ya.
OPINIONES
DEL AUTOR
Basta
imaginar cualquier otro trabajo o profesión en la piel del pastor, enfrentado
con ese espacio abierto, desolador -un viajante, un ingeniero, un industrial- y
la inadecuación de la imagen de la persona al medio se hace evidente. Incluso
un campesino o un montañero tienen fronteras espaciales o temporales que les
hacen ajenos a la fragosidad o el páramo: el primero está limitado por los
lindes de su propiedad, el segundo se hace dueño de la cumbre de la montaña por
unos instantes, luego debe de bajar al valle a reponerse. Sólo el guerrero o el
conquistador podrían ocupar su espacio, pero en nuestros tiempos éstos ocupan
oficinas y despachos alfombrados.
El
pastor desarrolla su actividad en una naturaleza carente de atractivo para el
común de los ciudadanos y de la que obtiene resultados acordes con sus
esperanzas y expectativas. Permanece en ella con obstinación y alevosía. En la
aldea y el camino, en su errante sosiego se reconocen como reales y absolutas
sus vidas y se abren y marchitan en esos promontorios desasosegadores. Los
pastores son los únicos que se quedan después de una hecatombe, de una huida en
masa, de una sequía o desastre natural. Cuando todos se han ido, ellos guardan
las puertas del campo. Quizá también esperan en la tierra de nadie y de todos,
un juicio del dios más justo, porque ellos fueron los primeros exiliados que
recorrieron la joroba del viejo mundo: son los hijos de Caín.
La
paradoja es que el pastor, ser errante, arraiga como el olivo o la encina
solitaria allí donde está. Se enraíza y sueña en la cima, sueña como Jacob con
prolongar sus sueños, su estirpe, su sangre hecha vida. Sueña con afianzarse y
seguir andando, seguir su trocha o la de sus antecesores. Sus pies tienen
garfios que se agarran a la roca basáltica. Sus raíces son de viento y el flujo
del tiempo inmemorial atraviesa sus vestidos como fantasma vagabundo. Para
quienes les vemos estar pastoreando, su estela despide aroma de retama y de calostro,
olores que nos levantan sobre el tiempo presente para permitimos bucear en su
pasado y asomamos al difícil porvenir”.
Juan Fernández-Castaño.
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