Florencio Barredo con su carro. (Foto: Toño Ceballos) |
Siempre hay buenas gentes en los pueblos y Villas, gentes que se han
buscado la vida a base de duro trabajo y una honradez a prueba de todo. Gentes
que comerciaban ambulantes por las Comarcas con sus productos de todo tipo.
Todo lo que era necesario para la sobrevivencia de los hombres y mujeres, era
digno de venderse, y con esa dignidad fueron sacando adelante las casas, los
hijos, los padres, los abuelos. Así, se asentaron familias venidas de otras
partes, y así Mansilla de las Mulas fue creciendo y convirtiéndose en cabecera
de comarca. Una Villa llena de encantos en pleno Camino de Santiago. Y entre
esas buenas gentes, hoy recordaremos a algunas que andaban de pueblo en pueblo
vendiendo desde cacahuetes, velas, pimentón, aceitunas, tripas para la matanza,
vino…arreglaban potas y paraguas, y vendían cientos de helados en las fiestas de los
pueblos; recorrían largas distancias con sus carros y mulas, con las alforjas
llenas de sueños y mercancías variadas. Los vendedores ambulantes de Mansilla
de las Mulas tenían fama a partir de la famosa feria de San Martín allá por el
once de noviembre y ya desde la edad media. Comentaremos sobre esos hombres y
mujeres que tan duro han trabajado para dejar a sus familias negocios prósperos
y comercios que todavía funcionan a pesar
de la crisis.
La lista es variada y llena de
anécdotas. Desde el ya famoso Panines que recientemente ha cumplido los cien
años, que llevaba quesos a León y traía la
paquetería para el comercio de Mansilla, hasta la vieja fábrica de fideos de Germiniano
Robles, hombre tenaz e inventor, que aparte de fabricar fideos, los vendía
con su bicicleta por todos los pueblos
del contorno.
También un grato recuerdo para Modesto y Milagros, los confiteros
y heladeros, que en verano salían con su carro-moto a todas las fiestas a
vender helados de todo tipo, desde aquellos cortes de mantecado y nata, hasta
los polos de hielo de naranja, limón o fresa.
El confitero y heladero Modesto y su carro-moto de los helados. (foto: Toño Ceballos) |
Aquellos estañadores que
componían de todo, desde remaches para las potas o cubos y baldes de zinc,
arreglaban paraguas y hacían canalones
para las casas y bajantes. De Palanquinos vinieron Pepa y Argimira que tenían
el taller al lado del arco de la Concepción. “Perdigón” Gabriel Baños, era otro
de los estañadores y componedores asentados en
la Villa; en un carnaval de los de entonces, a “Perdigón” se le ocurrió
la idea de pegar con estaño un duro a la acera, y todo el mundo se tiraba a por
el duro, pero no lo podían coger, pues estaba soldado, mientras las risas
burlonas de los asistentes se dejaban ver.
Otro de los hombres importantes fue
Daniel “Picalimas”, un herrero muy trabajador y fino. Según veía al animal sabía
a la perfección de donde cojeaba y reparaba con callos a las vacas de trabajo y
bueyes, recorría toda la comarca en bicicleta y era tan fuerte que no necesitaba
del potro para realizar su trabajo.
Otro de los nombres famosos por
vender tripas con su madre Candelas, fue Pedro Barredo, hermano de
Panines y que también traía la paquetería desde León; eran los Seur de hoy día.
Y otro hermano de estos fue Florencio Barredo, que trabajó durante muchos años
para la fábrica de gaseosas de los Pichichis. Con su carro y burro “Felipe”,
que era el burro más listo del mundo, tenía marcha atrás y sabía todas las
rutas del reparto. Celestino era otro hermano e hijo de Candelas que tuvo seis
varones y una mujer; se dedicaba a vender en burro por los pueblos queso.¡¡¡Cagüen
la burra dios…!!! del gran Badás, cacharrero y chatarrero, una gran persona y
gran pescador, conoce todo el gran río
Esla como la palma de mano. Otras cacharreras fueron Isabel y Bernardina, esta
última falleció hace pocos días.
Arturo y Ángeles tenían dos
puestos, uno de chuches y juguetes para los niños, y otro para vender vino por
las ferias y fiestas de los pueblos; también tuvieron una frutería en frente de
la Iglesia. También fabricaban fideos y Rosario, su hija, ayudaba en todo; tan
pronto cargaba el carro como ventilaba con un cartoncillo la producción de
fideos y los colgaba en varales. Con carro y mula fueron sacando a la familia
adelante. La famosa Nisia con su bombo de castañas y también su puesto de
chuches. Catalina y Emilia vendían fruta por los pueblos y tenían tienda en
frente del bar Mansilles. Ahí comenzó Alonso a vender por los pueblos fruta y
todo aquello que pedían y pasó después a tener y todavía la llevan su mujer Magdalena
y sus hijos, la famosa Confitería Alonso.
Una anécdota famosa es la de Antonio
Moro y Emi, que de chavales vendían churros por las casas y por cada docena que
vendían, el churrero les daba uno de sueldo, no cobraban en dinero, pero
llenaban la barriga de los ricos churros.
“Los Pañeros”, unos gallegos que
vendían todo tipo de paños y paquetería,
que recorrían los pueblos con carro y mula, y que también tuvieron tienda en
Mansilla.
Celi y Antonio Ceballos con las bicicletas de repartir pescado. (Foto: Toño Ceballos) |
Mención especial para los pescaderos de Mansilla que con sus
bicicletas iban a León a comprar el
pescado que luego vendían por la Comarca. Miguel Gutiérrez, Antonio
Ceballos, Celi y los Botas. Todavía hoy los hijos de Miguel y Violeta, Juan
Carlos Y José María, venden pescado por todos los pueblos, así como desde el
año pasado, sus nietos regentan la pescadería familiar.
Nombramos a Poli,
pintor, escultor, músico, que con la orquesta Rodríguez tocaban por los pueblos
en fiestas. Y recordamos también a
Daniel Sánchez “el pellejero”, que recorría
los pueblos con carro y macho
comprando pellejos de vaca y
cordero para encurtir y a su vez
venderlos para zapateros y fábricas de cueros.
Pedro "el aceitunero" y su mula Azucena |
No podemos olvidarnos de
Geminiano “El Molinero”, de David “El Huevero”, de Fernando Brezmes el de la
Tiendina, que vendieron también ultramarinos. Pedimos disculpas por aquellos
que seguro no nombramos, un recuerdo también para ellos, esos ambulantes que
con tanto esfuerzo y trabajo, con humildad y sencillez, sacaron adelante a sus
familias, y escribieron la historia de nuestros pueblos. Pequeño homenaje
merecido.
Nisia con su bombo de asar las castañas y las chuches |
Qué alegría he sentido al conocer la historia de "el aceitunero".Este hombre está muy ligado a mi infancia.Gracias a quienes rescatan los recuerdos del "lado negro del olvido". Mª Azucena.
ResponderEliminarRecuerdo de niño que recorrian los campos de cortijo en cortijo vendiendo la famosa miel de gota, sobre los mulos llevaban los odres de piel y su color era negra que rica estaba.
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