viernes, 4 de octubre de 2013

COLABORACIÓN. DE BABIA A MALILLOS, TRASTERMINANCIA


Aníbal Díaz y su familia de Babia, toda la vida con ovejas. Y los esquiladores de Montaña de León.
Autor: Toño Morala


Chozo en Babia, donde se guarecían y resguardan los pastores en las noches.
 Hoy si cabe ese estado bucólico, esos maravillosos poemas pastoriles de Gabriel y Galán y sus famosas églogas. Cabe una tierra soldada a la belleza como Babia, esa comarca llena de encantos y de buenas gentes trabajadoras y luchadoras, que como nadie han sabido resolver su subsistencia a base de tomarle la medida a la tierra donde uno ha nacido, explotarla muy racionalmente, y saber de las estaciones y los tiempos para sobrevivir. Como acariciando y sonriendo a los largos inviernos, y a ese cielo que se mece entre sus montañas. Pero no todo es literatura, ni mucho menos; las manos de los hombres y mujeres de Babia, encierran miles de historias y miles de silencios compartidos en las noches de chozo y sueños limpios. Esa forma de vivir los pastores y ganaderos de la Babia trashumante, ese ganarle la batalla a la vida llena de duro trabajo, pero también con esa tranquilidad que las cosas bien hechas resuelven. Y en ese magistral entorno ha nacido Aníbal Díaz García (Pinos) y su familia; en Genestosa de Babia, donde viven; pueblo de ganados, agua y verde.
 


Aníbal Díaz, su hija Ana, su mujer Manuela su cuñada Carolina en la majada de Malillos;
 Aníbal, su mujer Manuela y su hija Ana tienen un ganado de ovejas merinas desde que Aníbal ya con cuatro años salía a cuidar las vacas, los caballos bretones, las cabras, y algunas ovejas de la casa familiar. Ya de niño aprendió en las ferias de toda la montaña leonesa, y ya de zagal, hacía la trashumancia a  tierras extremeñas, y desde años, la trasterminancia, una forma pequeña de trashumancia. En este caso, y desde hace unos diez años, Aníbal y su familia, así como su ganado, tardan unos cuatro días a pie en bajar de los puertos de Babia hasta Malillos, pueblo cercano a Mansilla de las Mulas, allá por octubre y hasta la primavera, que vuelven a subir a Babia.

Manuela con una lana entera de una oveja.
 
Tienen un ganado merino muy bien cuidado; unas 650 cabezas componen su medio de vida, y todo  se mueve alrededor del ganado y su cuidado. Actualmente la trashumancia de Babia y Luna es una reliquia de lo que constituyó el esplendor de la Mesta, desde que Alfonso X en 1273 instituyera “El Muy Honrado Concejo de la Mesta de los Pastores del Mío Reino”.

Ana y  Julián  envasando lana en la envasadora, un artilugio muy bien pensado… hay que pisarla para que coja más en la saca.
Los pastores y ganaderos de Babia y Luna son el último exponente de la vida pastoril caminante que cruza la provincia en primavera y otoño. El ganado ovino está íntimamente ligado al aprovechamiento de los pastos de altura conocidos como “puertos pirenáicos”. Puertos, rebaños y pastores forman la trilogía dinamizadora de las cumbres serranas en los períodos estivales. Tres modalidades de pastoreo coexisten en Babia y Luna: la “vecera” o rotación de los vecinos por “velanda”, según el número de cabezas, la “trasterminancia”, cuando el recorrido apenas supera los 200 Km., y la trashumancia cuando el recorrido es mayor de esos 200 Km. Aquí en nuestra provincia la trasterminancia cobra un valor muy significativo. Los ganaderos como Aníbal, pasan el duro invierno en las riberas de los ríos, o bien, en alguno de los pueblos del sur de León. La antigua organización de la cabaña, estructurada de forma jerárquica desde el zagal, persona, ayudante, compañero, rabadán, hasta mayoral, se ha ido borrando. La “excusa” o número de ovejas que le correspondía llevar a cada pastor pervive tenuemente. La “collera” o suministro de alimentación que se envía al chozo se transporta de distinta forma. En este caso que nos ocupa, Aníbal y su familia se reparten el trabajo, así como cuentan también con sus fieles perros careas y mastines. Pero por principios de mayo, y dentro de las innumerables labores de los pastores, hay una que llama la atención por su tradición y su trabajo; hay que esquilar a  las ovejas merinas, pura lana virgen, para un mercado muy cambiante. Para ello es necesario una ayuda extra de la familia, también colaboran Julián, José Antonio, Toño y Carolina.  Cada oveja merina de media produce unos 4 kg. de lana. Se envasa en grandes sacas que hay que ir pisando  hasta el llenado y que vienen a pesar unos 80 kg.

Una de las cuadrillas de esquiladores de Montaña de León.
 
 
El tiempo de esquilar antiguamente duraba varios días, pero hoy en día y gracias a la mecanización de este viejo oficio, en muchos casos con un día es suficiente. Esquiladores Montaña de León, es una empresa creada por Alfonso Suárez e Ignacio Fidalgo en 2002, dos ganaderos de la zona que decidieron vender su ganado y dedicarse a esquilar vista la carencia existente en dicho oficio.

Esquiladores Montaña de León, recorren toda España esquilando desde febrero hasta octubre.
 
 El primer año comienzan con tres personas, esquilando 25000 cabezas. A partir de entonces el crecimiento de la empresa ha sido progresivo, contando actualmente con más de 50 trabajadores de diversas nacionalidades: Argentina, Uruguay, Nueva Zelanda… Para la última campaña se espera alcanzar las 500.000 ovejas esquiladas. Una de las principales filosofías de la empresa es dignificar esta profesión, para lo cual todos los trabajadores tienen su documentación en regla, contrato laboral, alta en la Seguridad Social y los seguros necesarios.

Uno de los esquiladores en plena faena.
 
En el año 2009 se ha comenzado a ofrecer a los ganaderos de ovejas y cabras sobre todo estabuladas, un nuevo servicio consistente en el corte de uñas. Para este nuevo servicio usan un sistema de manejo cómodo para los animales; el volteador hidráulico. Como ven, la mezcla de tradición y modernidad no está discutida. La campaña comienza en febrero y finaliza en octubre. Esta empresa leonesa con ese bonito nombre… “Esquiladores Montaña de León”, tiene varias cuadrillas de trabajadores que recorren todo el país; llevan sus tableros para esquilar, las maquinas necesarias y un montón de recambios de cuchillas, aceites, jabones para desengrasar los “fierros” como lo llaman los esquiladores de la Pampa que estuvieron esquilando las ovejas de Aníbal en Malillos. Los números asustan…en posición nada correcta de espalda, estos seis buenos hombres llegan a esquilar en un día 700 ovejas merinas; si son de leche, casi el doble, pues dan menos lana, unos 2 kg por oveja. Uno, que estuvo de testigo mudo en el duro trabajo se sorprende de la manera tan simple y sin aspavientos de tratar al ganado. Con una simpleza y maestría manifiesta; cogen al animal  tranquilamente, no lo atan de manos, no se mueven y en un par de minutos largos, esquilan al animal, y le quitan ese peso para el duro calor del verano.


Los fieles perros Careas “Pinche y Rubio” que cuidan el ganado como nadie.
Y qué podemos contar de los fieles perros carea y mastín leones y criados en Babia. “Pinche y Rubio” y la mastina “Teka”, los perros de Aníbal saben a la perfección su trabajo, siempre atentos al silbido del pastor. Según los expertos, el Carea se caracteriza por su austeridad y fortaleza. Se muestra inalterable en su trabajo, incluso con las condiciones climáticas más adversas y variables. Posee una disposición innata para las exigencias del pastoreo. Tiene gran capacidad de atención y aprendizaje. Se muestra incansable en el trabajo y siempre está pendiente de su dueño. Pueden encerrar perfectamente el ganado ellos solos en las majadas o cerramientos. En un momento de descanso, se tumban los perros, se acercan tres ovejas… y parece ser que se han invertido los papeles, ahora son ellas las que velan por el descanso de los carea.

 Esta es la herencia ancestral que estos pastores han recogido de sus antepasados trashumantes, y la que dejarán a sus generaciones venideras. Si durante siglos la mesta y la explotación natural de los recursos han sido muy bien cuidadas, y se ha convivido en armonía y paz, que nadie ni nada lo malogre. Me comenta Ana, la hija de Aníbal y Manuela, que escriba mucho de su tierra, de Babia. Le pregunto sobre cosas importantes como el chozo, las leyendas de los lobos y los osos, le pregunto sobre si va a seguir con el ganado cuando se jubilen sus padres, me sonríe, y me dice: “¡ahora estoy estudiando…” y con una carcajada socarrona y limpia, me espeta… “¡Tendré que buscar un novio al que le guste Babia, el ganado y yo…!”

Las ovejas merinas ya esquiladas, y después del recuento, salen al corral.
 

5 comentarios:

  1. Qué gran artículo sobre nuestra Montaña de León y sus pastores.
    Amor Rodríguez.

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  2. Es hermoso comprobar la fuerza de estas personas en sus manos, en sus ojos, en su sonrisa. Adelante, valientes.

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  3. Es hermoso ver la fuerza de estas personas en sus manos, en su sonrisa, en sus ojos...felicidades, valientes.

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  4. Buen articulo sobre un modo de vida que va cambiando con los tiempos pero que es necesario conocer y respetar.

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  5. Luis Nieto del Valle2 de noviembre de 2013, 22:56

    Estupendo documento. Aunque da la sensación de estar tocando el rabo del pasado... y como que te deja un vacío en el alma...

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