El novelista, que en agosto cumplía 91 años, sufrió una complicación en el páncreas
El novelista bilbaíno relató en su libro "El Ruso"la historia de Antonio Bayo, un pastor leonés marcado por la mala suerte. - ALBERTO AJA. |
dl | león 24/10/2014
El escritor bilbaíno Ramiro Pinilla ha destacado en su obra literaria por la fuerte conciencia social que impregnaban sus trabajos más reconocidos y por reflexionar en ellos sobre la condición del ser humano.
El creador, fallecido ayer a los 91 años de edad, forjó una saga de más de 50 personajes que pueblan una historia del País Vasco que se inicia a finales del XIX y que termina en los años ochenta, y donde Ramiro Pinilla habla minuciosamente de la amenaza de la industrialización para la vida tradicional, y de un mundo en descomposición que va transformándose poco a poco. Nacido en Bilbao, aunque residente en Getxo (Vizcaya) desde los 27 años, llegó tarde al mundo de la literatura, porque previamente trabajó algún tiempo de maquinista naval y empleado en la Fábrica Municipal de Gas de esa ciudad.
Su vínculo con León le llevó a relatar en su libro El Ruso la historia de Antonio Bayo, un pastor leonés marcado por la mala suerte.
El escritor, premio Planeta y Nacional de la Crítica, decidió contar la terrible historia de aquel pobre pastor leonés con el objetivo de denunciar si «pertenecía a España aquella Cabrera Baja, aquel mísero y desheredado pueblo de La Baña» y «si eran españoles aquellas gentes dejadas de la mano de todos los dioses».
Tras ‘aterrizar’ en el ámbito literario, dirigió la Editorial Fher y fundó con un amigo la pequeña Editorial Vasca Libropueblo, que sólo distribuye en Bilbao y a precio de coste, que quedó destruida en un atentado tras publicar un reportaje sobre las víctimas del terrorismo.
Hombre de mirada reflexiva y atenta estuvo influido en su obra por autores como Steinbeck, Faulkner (este especialmente), Caldwell o García Márquez. «Lo que pretendo es hablar de la idea de libertad y del hombre con mayúsculas», señaló en una entrevista sobre su fuerte conciencia social con motivo de la publicación de su monumental obra sobre la industrialización del País Vasco y su efecto en la vida tradicional del pueblo vasco, Verdes valles, colinas rojas. Consideraba también que las lamentables y precarias condiciones de vida que reflejaban sus primeras obras (Las ciegas hormigasy Seno) siguen vigentes porque «hoy al pobre se le explota igual que antes».
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