Autor: Toño Morala
La mirada paciente de una vida al servicio de los suyos y de los otros. |
Escribir sobre las abuelas,
las nuestras, las de todos y todas,
aquellas bonachonas que casi siempre tenían una sonrisa a pie de moquero cuando
las velas asomaban por nuestra pequeña nariz; las que tenían el regazo siempre
a punto para que recalaran en él las lágrimas de la discordia o el mal
entendido con los padres o hermanos. Las mismas que sabían que no te
gustaban las berzas y las aderezaba con
un poco de aceite a escondidas de los demás; las que lavaban la ropa a mano, a
deshora y siempre atareadas hasta ser las últimas en irse para la cama, y las
primeras en levantarse a preparar aquellos desayunos de tazón migado de pan y
leche, y prender antes las económicas o las hornillas.
Siempre atareadas... siempre haciendo cosas. |
Aquellas que de vez en
cuando lloraban sin tener casi motivo para nuestras entendederas, y que sufrían
lo indecible y en silencio cuando alguna desgracia acaecía en la familia o
vecinos. Las mismas que nunca compraban ropa y se la compraban a los nietos
y nietas por alguna festividad como el
domingo de Ramos, o en algún cumpleaños. Las que te daban la mano o eran
alcahuetas de las trastadas que hacíamos por los corrales o la casa, y que ella
tapaba sin darle importancia, y además llevaban la bronca de la madre o padre,
o incluso de los dos a la vez. Aquellas que tejían a mano bufandas y jerséis de
lana para los duros inviernos que se pasaban en las escuelas de la pobreza.
La abuela y su croché. |
Las
que habían pasado una guerra civil insoportable y una posguerra aún peor por
hambre, enfermedades e injusticias de
todo tipo. Pero al final…ahí estuvieron siempre a la orilla de las necesidades de
hijos y nietos, y jamás abrieron la boca, y la queja huía de sus labios casi
siempre.
Olvido, la del cesto, minera. |
Algunos las recordamos llenas de arrugas por una vida dura de pasar calamidades de todo tipo…las
recordamos sonriendo cuando nos bañaban en aquellos baldes de zinc y que
pesábamos menos que una amapola por junio… ¡ay estos niños…hay que darles más
de comer que están en los huesos…!, de ahí vino aquella moda de hacer aquellas
mezclas de todo tipo de huevos con todo en crudo; los ponches… menudas arcadas.
Segadoras |
Y así fue pasando un tiempo lleno de vida austera, pero también había alguna
que otra alegría. Recuerdo cuando al padre se le ocurrió comprar un Gordini de
segunda mano y a la primera que montó fue a la abuela y la llevó a dar una
vuelta y venía asustada y desencajada de lo que corría aquel bicho infernal. O
en aquella otra ocasión que a la madre se le ocurrió teñir el pelo blanco de la
abuela, y le daba vergüenza salir a la calle. O aquella primera televisión en
blanco y negro y que decía le levantaba dolor de cabeza; ¡claro… era porque se
movía la pantalla y le hacía daño en sus gastados ojos…! y así,
también pasaba las tardes con el dedal en el corazón y zurciendo calcetines con
el huevo de madera, calzoncillos, ensanchando pantalones viejos, o dándoles más
largo según iban creciendo los chavales.
Grupo de abuelas en Villalmbroz |
Y ya más cerca, las abuelas llevan
a los guajes al colegio, les recogen, les dan la comida de taper que les
dejan los padres, pero de vez en cuando
les dan de comer garbanzos, alubias, patatas con carne, pescados azules
frescos….o sea, comidas de cuchara y manos limpias, y los chavales se relamen.
También llega la hora de jubilarse de los trabajos del campo, de las fábricas,
de las oficinas…pero la jubilación del trabajo de la casa y los nietos y
nietas, ahí sí que no hay jubilación que valga; a seguir tirando del carro a
todas horas y encima en muchos casos, también tienen que tirar de los hijos y
sus parejas.
Hay un apartado que no podemos olvidar y que por justicia y memoria hay que recordar; fueron las abuelas de la República que tuvieron un papel esencial en la defensa de la democracia y de la libertad. Se la jugaron muchas veces; se la jugaban cuando muchas se presentaron el día de las elecciones del 16 de Febrero de 1936 como interventoras del Frente Popular, se la jugaron en la Revolución de 1934, apoyando a los mineros revolucionarios; en el frente de combate como milicianas. Se la jugaron en los talleres de costura cosiendo ropa de invierno para los milicianos que estaban en los Puertos.
Hay un apartado que no podemos olvidar y que por justicia y memoria hay que recordar; fueron las abuelas de la República que tuvieron un papel esencial en la defensa de la democracia y de la libertad. Se la jugaron muchas veces; se la jugaban cuando muchas se presentaron el día de las elecciones del 16 de Febrero de 1936 como interventoras del Frente Popular, se la jugaron en la Revolución de 1934, apoyando a los mineros revolucionarios; en el frente de combate como milicianas. Se la jugaron en los talleres de costura cosiendo ropa de invierno para los milicianos que estaban en los Puertos.
Abuelas republicanas |
Sembrando los campos y cuidando el ganado. En el
reparto de los alimentos, escasos alimentos, que llegaban desde los comités de
Abastecimiento. Como maestras bajo los bombardeos de los fascistas con los
niños en las escuelas para que olvidaran que estaban en guerra. En las cocinas
comunitarias. En la fortificación de trincheras. En la organización municipal
participando como miembros del Consejo Municipal. En el Socorro Rojo
Internacional, recaudando cuanto se pudiera para aliviar el hambre y las
necesidades del pueblo. Organizando las Cantinas Escolares. Y en tareas de
vigilancia y seguridad en la retaguardia porque los hombres estaban en el
frente de combate. Se la jugaron miles de abuelas que posteriormente fueron represaliadas. El
aceite de ricino, el corte de pelo al cero para mayor humillación. La ruina
económica arrebatando violentamente cuanto tenían (robos de enseres y de
pertenencias de la familia en que el hombre había sido asesinado o
desaparecido), o la incautación aparentemente legal, los engaños y las
trapacerías con un sistema de préstamos que les dejaban sin nada para sus
hijos y nietos.
La imagen lo dice todo... deshauciados por las bombas, la abuela se hace cargo de todo. |
En Carrizo de la Ribera; las abuelas de la dignidad y el duro trabajo. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario