lunes, 5 de agosto de 2013

COLABORACIÓN: PREGÓN JORNADAS MEDIEVALES MANSILLA 2013 y Actividades Espacio Oralidad y Tradición



PREGÓN DE LAS XX JORNADAS MEDIEVALES DE MANSILLA DE LAS MULAS

por Crispín d’Olot

NOTA EDITORIAL: Este pregón fue efectuado el día 27 de Julio de 2013 a las 20 h. en la Plaza del Grano de Mansilla de las Mulas por el Juglar Crispín D’Olot en las XX Jornadas Medievales, en las que también fue invitado por el Ayuntamiento de Mansilla de las Mulas y el Museo Etnográfico Provincial a presentar en la propuesta del Espacio de Oralidad y Tradición su disco “Cantos de Zanfoña”.

Agradecemos la gentileza y participación del Juglar así como la de todos los artesanos, actores, colaboradores, participantes,etc.. sin los cuales no hubiera cobrado vida esta propuesta de ORALIDAD Y TRADICIÓN y añadimos al final una sección de las actividades realizadas durante el día.


 

¿Quién fuera tu hijo ¡Mansilla!,


de tus tierras trovador,


para cantar tu leyenda


y tu historia con amor?


¿Quién fuera de tus riberas

un humilde ruiseñor


para tejer con sus trinos


grato y humilde pregón


y publicar tu grandeza


sin pompa ni ostentación?


¿Quién fuera de nuevo niño


que temblando de emoción


en la penumbra bendita


de la ermita en oración


solicitase a la Virgen


la sencilla inspiración


para juntar unos versos


que sirviesen de baldón,


para adornar con palabras


nacidas del corazón


tu maravilla, ¡Mansilla!,


con dulce y sentida voz.


 Y aunque la infancia dichosa


el tiempo se la tragó


Virgen de la Gracia, madre,


da a mi lengua inspiración.


para poder retratarte,


¡Mansilla!, como un pintor,


para plasmar tu hermosura


cual la del primer amor.


Bella villa de Mansilla


de las Mulas, ¡Oh, primor!


tus mayores te elevaron


entre cantos y labor;


el cielo azul te dio fe


y el Esla te bautizó


(Esla, muralla de agua


que medita tu esplendor


y cerca tierra de campos


en perpetua procesión).


Albergue de peregrinos,


arca de la tradición,


tu fértil vega y tu campo


dan envidia al mismo sol.


Yo quisiera ser, ¡Mansilla!,


con manso acento, tu voz.


Que deleite tus murallas,


altura, piedra y honor,


custodiando tu callejas,


con gesto batallador


como aguardando el regreso


de los reyes de León.


Qué delicia la firmeza


de tus cubos en redor,


altaneros y gallados,


como advirtiendo al ladrón


que en masilla sólo hay sitio


para los hombres de pro.


Que delicia  tu Postigo,


rumbo al Esla corredor,


sobre el camino empedrado


del tiempo en el  corazón.


En la Puerta del Castillo


y en la de La Concepción


me paro a escuchar rumores,


medito con emoción:


¿Cuántos besos?, ¿cuántos poemas?,


¿cuántas historias de amor,


si estas puertas conversaran


traerían a colación?;


¿cuántas vidas?, ¿cuántas muertes?,


¿Cuánta alegría y dolor?


Arco de Santa María,


qué grato con tu farol


y una señal de sentido


preferente al conductor,


señal de que eres ya viejo


como aquel pagano dios.


Qué amena, plaza del grano,


campesino corazón,


maestra de soportales,


de sombra y paz surtidor,


donde se fuma y se mira


deshilarse un chaparrón


mientras se merca, se trata


y se arregla la nación.


Qué placer el puente antiguo


de ignorado constructor,


tu calzada, tu museo,


divisa de mi región;


es para ellos mi lira,


mi pluma y mi admiración


pero no quiero acabar


sin hacer una mención


a todos los mansilleses


que están lejos de León


y de su madre Mansilla


como hijos de Sión.


No olvidéis nunca su vega


ni su campo ni su alfoz


ni sus mujeres bonitas


ni su historia y su blasón


ni a esa pícara Justina


que justa fama os dio.

   Ardua es la tarea de detenerse en medio del carnaval de la vida,  tomar la pluma y, en el torbellino de las servidumbres que ésta nos impone, escribir un pregón para tal o cual pueblo, villa o ciudad. Uno se pasa el año con sus cuatro estaciones –porque no tiene más-  actuando de aquí para allá,  hecho Odiseo de los caminos de la piel de toro, hablando y conversando, narrando y contando historias  y cuando le llega la hora de sentarse delante de una página en blanco y escribir, ¡oh albricias!, suelen las ideas huir de la cabeza como las ratas cuando abandonan el barco. Las letras, como las mujeres, hay que tratarlas con cierta frecuencia o puede suceder que cuando uno vuelve a ellas, ya no lo conozcan.

    Así estaba yo cuando me encomendaron desde el ayuntamiento de Mansilla de las Mulas el pregón de las vigésimas jornadas medievales de esta notable y notoria localidad leonesa, y hete aquí que, conforme a lo dicho anteriormente, me veo pluma en mano -la otra muy apretada bajo la barbilla-  intentando llamar la atención de las caprichosas musas del Parnaso,  siendo las ingratas sordas a mis ruegos y siendo mis logros literarios más  notables frases como: ¡Gentes nobles de la fecunda Mansilla, salve! o ¡Mansilleses y mansillesas, buenas gentes de León! y otras de la misma calidad y estilo.  Ante esta falta de éxito con las hijas del dios Apolo, decidí salir a la calle a estirar un poco las zancas por ver si el aire suave del crepúsculo me despejaba las entendederas, cuando me topé  con un albañil amigo mío que me preguntó a dónde iba y porqué mi cara parecía un poema; le respondí que si bien mi cara era un poema no era capaz de pasar el poema de la cara a la cuartilla y que estaba urgido a redactar un pregón pero que tenía menos inspiración que una gallina clueca.

- Eso de los pregones es –me dijo-  como cuando la tierra parió un topo.

-¿Cómo cuando la tierra parió un topo?-, le increpé, pensando que tal vez se refería al topo que de noche derribaba los cimentos de la catedral de León, como se lee en la pícara Justina.

- No, -prosiguió con severo acento-, un día bramó la tierra,  formó un formidable volcán y cuando todos rezaban por la salvación de su alma, lo que asomó por el cráter en llamas fue un pequeño y desvalido topo.

   Yo le escuchaba con atención; entonces añadió:

- Sepa, amigo juglar, que todos los pregones parecen que van a ser como el volcán, azufre y fuego hechos palabra y resulta que son  todos iguales. Todos comienzan, con un estoy muy contento de estar hoy aquí, luego dicen gracias por la merced que me hacéis, continúan maravillados de lo que ha progresado la ciudad, villa, pueblo o localidad,  prosiguen diciendo qué buen alcalde tenéis, que buenas cosas de aquí producís y se despiden con vivas en medio de oles y de una  gran emoción.  

Quede admirado y suspenso ante las sabias palabras de aquel amigo albañil, cuyas elocuentes razones me trajeron a la mente los versos del romance de Abenamar referidos a la alhambra:

El moro que los labraba   cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,   otras tantas se perdía.

Me despedí de él con un apretón de manos prometiendo darle noticia del buen o mal suceso de mi pregón en Mansilla y citándolo para después de la fiesta ante una mesa bien surtida de ricos productos de nuestra tierra.

Zapatero a tus zapatos, que al buen yantar lo llaman Sancho, entré en mi casa, tome la pluma y este fue el pregón que ahora comienza: (POESÍA ANTERIOR).


OTRAS ACTIVIDADES DEL ESPACIO DE ORALIDAD Y TRADICIÓN:




















Más   información en 

http://etnoleon.blogspot.com.es/2013/07/pieza-del-mes-julio-2013.html

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