jueves, 7 de agosto de 2014

COLABORACIÓN: CARROS, CARRETEROS, Y SUS CAMINOS…


De Leitariegos al sur… paso por nuestra provincia 
Autor: Toño Morala

 
Carreteros y su recua

     Qué gran invento el de la rueda…se imaginan si no hubiera aparecido la rueda…dónde estaríamos todavía. Plantearse esas cuestiones no tiene demasiado interés; lo importante es que apareció y cómo ayudó a la evolución del ser humano en lo referente a la industria, comercio y transporte; no hablemos en otros sectores como la hidráulica, la mecánica y un largo  etcétera. Y de esa  manera… todo va sobre ruedas.
Rastra y carro leonés
Hoy vamos a  escribir sobre carros, carreteros, y aquellos caminos que los transitaban por toda la geografía. Cuando uno  va por ahí,  por esos caminos que siempre llevan a todas partes, y se va encontrado viejas ruedas abandonadas, carros podridos en solares olvidados y eras en silencio, maderas descuartizadas de laterales y traseras de carros, sus pescantes muy utilizados en otros tiempos,  a uno no le queda más remedio que ausentarse de tanta tristeza y ponerse a trabajar para que los carros no se queden en el olvido  de las memorias, ni en los aledaños de la nostalgia. 

Las buenas gentes a la hierba en la montaña.
La historia siempre tira hacia el lado de los poderosos y sus caprichos. Es muy difícil encontrar documentación sobre el primer carro…que sea creíble y que sea digna de contar. Aquí va una… Los carros han sido mencionados en la literatura ya en el segundo milenio antes de Cristo. El libro sagrado Rigveda India afirma que los hombres y las mujeres son tan iguales como dos ruedas de una carreta. Otra… Según la mitología griega, de la unión de la diosa de la agricultura Deméter con Lasionte nació Filomeleo, el inventor del carro, del arado y de las yuntas. La mitología parece corroborar la idea de que el origen del carro aparece vinculado a la agricultura y a la domesticación de animales, actividades que la humanidad comienza a desarrollar en el Próximo Oriente durante el Neolítico hacia el 6000 a.C. La representación de varios animales tirando de carros en las paredes calcáreas del abrigo de Remosillos (La Puebla de Castro, Huesca), le confiere a esta escena un carácter único dentro del arte rupestre levantino. De confirmarse que los autores son gentes de las comunidades neolíticas, como parece desprenderse de los materiales arqueológicos encontrados en el abrigo, estaríamos ante la representación de carros más antigua de España.


Arrieros Maragatos; llevaban salazones y otros ultramarino

Pero vayamos a lo nuestro, a lo de esta tierra nuestra que ha vivido en silencio y que sigue en silencio… en el silencio del olvido; hay que volver a esos caminos de carreteros comarcales, a los que iban a la orilla de los ríos, a los que unían tierras vecinas, y que en su inmensa mayoría son las carreteras actuales por las que rodamos con nuestros coches y demás. Los otros caminos, los pecuarios, los que resisten a las inclemencias de la mano del ser deshumanizado y cobarde, tienen alguna ley a su favor, siempre y cuando algún político  o empresario sin escrúpulos no los utilice para explotar irracionalmente y acabe con ellos. “En las arenas bailan los remolinos, el sol juega en el brillo del pedregal  y prendido a la magia de los caminos el arriero va, el arriero va”… Una vieja canción de los arrieros Maragatos.
Arriero maragato.
 Y es que sobre arrieros y carreteros se ha escrito mucho y se ha cantado bastante, y hasta hay una zarzuela llamada “El cantar del arriero”. El diccionario nos dice que arriero es el que trajina con bestias de carga y que carretero es la persona que conduce carros o carretas o las fabrica.  El arriero o carretero realizaba el transporte de todo tipo de mercancías antes de que el ferrocarril y los camiones hicieran su aparición. Con una reata de mulas, machos o asnos o con una carreta tirada por mansos bueyes, recorría toda la península, llevando cargamentos de pescado, vino, cereal, madera, conservas etc., desde los puertos hacia el interior y desde los puntos de producción hacia los de consumo. El nombre de arriero viene de la voz con que se “entendían” con su ganado de tiro, “¡Arre!”, voz conocida universalmente y que es atendida y obedecida por los animales. Era un noble oficio, cargado de tradición, de hombres rudos curtidos al sol, conocedores de mil caminos, rutas y veredas, de vida sacrificada, siempre al acecho de los asaltantes de caminos, acostumbrados a dormir a la intemperie vigilando sus carretas y a pasar largas temporadas lejos de sus hogares. Quizás por esta vida tan dura y austera han llegado hasta nosotros las expresiones: “Juras más que un carretero” y “fumas más que un carretero”.
Descarga de los haces en la era 1945, el carro chillón.

Los carros tenían su importante comercio en los pocos talleres que los fabricaban. A Cistierna acudían a encargar carros los pueblos de la montaña desde Remolina, valle abajo del Río Grande, incluidos los valles laterales del Dueñas, Corniero, Valdoré, valle de Sabero y Duerna. De Remolina para arriba hacían los carros en Pedrosa del Rey. Los pueblos de ambas márgenes del Esla desde Villapadierna para arriba también hacían los carros en Cistierna. Se fabricaban todos los elementos que componían la estructura de un carro, incluidas las grandes armaduras que se añadían para transportar las mieses de trigo, centeno y cebada.  

Taller de carros en Cistierna. A la derecha con boina y mano sobre
la taladradora para barrenar el hierro, posa D. Gabriel el Carrero.
Los carros chillones, con ruedas de madera y sin llanta de hierro eran ya una reliquia a principios del siglo XX. Un carro completo se tardaba en hacer más o menos una semana. Los tratos se hacían siempre de palabra, y el respeto a la misma era sagrado. En realidad estos artesanos fabricantes de carros tenían más de un oficio…eran carpinteros, ebanistas, forjadores herreros, pintores…inventores en toda regla, y resolvían cualquier problema de estabilidad  de los carros, como también  los acoplaban a las necesidades del cliente.

Carreros de Rodanillo en el Alto Bierzo
Las vacas, de color negro, van sujetas al yugo con la correa, y el yugo  bien atado a la viga. Bajo el yugo, y sobre sus cabezas, llevan vistosas melenas, con tiras de piel delante de su rostro, sobre todo de los ojos, para evitar que moscas y otros insectos las molesten. Y si no siguen bien por el camino, ahí están los ramales, cuyos extremos metidos en sus fosas nasales, permiten al conductor guiarlas debidamente. Además éste tiene a  su disposición la ijada, para picarlas, y así conseguir que continúen por el camino y no se detengan”, comentario de uno de los viejos carreteros  comarcales de Joarilla de las Matas.
Carro de vacas en el pueblo leonés de Villa de Acebedo,
en los Picos de Europa.
Y sobre los caminos carreteros, y que en algunos casos también en varios tramos se juntaban con los caminos pecuarios de la trashumancia, vamos a dejar una pincelada ancestral. Ya en el primer tercio del S. XII se documenta la existencia de este camino por donde pasaban bestias cargadas de trigo de León en dirección al asturiano monasterio de Corias. En la Edad Media el paso por el puerto de Leitariegos fue, según las fuentes consultadas, junto con el de La Mesa, el más importante en las comunicaciones del occidente astur-leonés.

Se dirigían desde Asturias por los puertos de la Maragatería
y Leitariegos hacia tierras de las Castillas.
 La mejor disposición geográfica para la salida de los productos del mar desde Luarca y otros hechos que hacen pensar incluso en que el paso de Leitariegos debió ser el más importante después de el de Pajares. Al amparo del Real Privilegio concedido a Leitariegos por el rey Don Alfonso XI en 1326, empezaron a funcionar las recuas de Leitariegos. Pero el mayor esplendor fue en los siglos XVIII y XIX y con gran intensidad desde mediados de este último con la fusión de varias recuas en una sola… “La Compañía”. Parece ser que desde los puertos de mar de Luarca se dirigía a Arganza, Puelo, Corias y Cangas para  cruzar el puerto de Leitariegos hacia Villablino, Puerto de la Magdalena, venta y ermita de Pandorado, Trascastro, puente de Carrizo de la Ribera, Villadangos, Villamañán, Valencia de Don Juan, Gordoncillo,  Medina de Rioseco y Madrid. Este “camino de Madrid a Asturias” fue el que se pretendió utilizar para extraer los mármoles de Rengos (Cangas del Narcea), hacia las obras del Palacio Real de Madrid, a finales del siglo XVIII.  Y así paso un tiempo lleno de duro trabajo…Carros, carreteros y sus caminos. "Arriero es mi amante con cinco mulas…  tres y dos son del amo… las demás suyas"
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario