domingo, 3 de febrero de 2013

NOTICIA: Gaudencio López: “¿La luna de miel? Muy bien, segando centeno todo el día”


Nació en la Venta de los Ajos y después fue agricultor en tierra más seca, Paradilla.
F. Fernández / León
Cuando vas a ver a un centenario tienes la tendencia a hablar alto, imaginas que por bien que esté andará algo mal del oído. Con Gaudencio el de Paradilla no lo hagas, te oye perfectamente y te sorprende en cada respuesta, por su tremenda lucidez y sus recuerdos. “Estaba destinado en Galicia y quería volver para León, porque ya estaba casado y tenía dos hijos. Había un cabo Elías, que mandaba mucho, y habló con un alto mando, Juan Garnica Palafox...”. Te lo cuenta sin dudar y eso que está hablando de hace más de setenta años. Es increíble Gaudencio. 

Como es increíble su biografía de enorme trabajador, que se podría resumir en una anécdota.
- Cuéntale la luna de miel; le dice su hija. 
- ¿La luna de miel? Muy bien, pasó la boda y la tornaboda, que aquí eran dos días, y a segar centeno, que hacía falta.
Tiene otra característica peculiar. Los viejos luchadores (de lucha leonesa) tienen tendencia a “darse a valer”, a contar que fueron muy buenos pero... “Yo luchador fui para cumplir, otro más. Bueno era mi primo Tino, El Cojo, y otros muchos, como El Sastrín. Bueno, yo luchaba y algo hice alguna vez”. En ese ‘alguna vez’ esta el Corro de los Fierro de Lugueros, ese que recuerdan muchos, cuando aquella acaudalada familia del Curueño organizó un corro en el pueblo y enviaron coches abuscar a los mejores luchadores por toda la provincia. Y Gaudencio estuvo allí”.

Pero él prefiere recordar su vida, los mil avatares que pasó, lo mucho que tuvo que trabajar pues “me quedé huérfano pronto, mi padre tenía 29 años cuando murió; y después me casé muy joven y tuvimos ocho hijos, que se dice pronto pero no se mantienen fáciles. Tuve que ir buscándoles trabajos y salidas porque en casa no había para todos, por más que faenara, que faené”.

Gaudencio, que nació en Santibáñez aunque se siente de Paradilla, creció en la Venta de los Ajos, que le trae muy buenos recuerdos. “Aquello era un vergel, con agua por todos los lados. Cuando vine para Paradilla, que todavía no había llegado el riego, me quise morir. Me dediqué a hacer pozos, a pico y pala claro. Seis pozos hice, unos con más agua y otros con menos... Ahí quedaron inutilizados cuando vino el canal”.

Y en esa tierra, a la que arrancaba los frutos a base de pozos, fue labrador muchos años. “Llevábamos lo que producíamos al mercado, a León y a Mansilla, que allí conocí a Panines, que también tiene cien años, lo vi un día en el periódico”. Y es que Gaudencio López puede perfectamente leer el periódico y libros, seguir las noticias por la televisión, ir a los actos de la cofradía de las capas pardas de Paradilla, “de la que soy el más viejo”... vivir. 
- Bueno, pues con Dios. Y vuelva cuando le parezca.

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