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| Varias devotas procesionaron ayer a la Virgen . ALFREDO HURTADO |
A. Hurtado / Puebla de Lillo
El Valle de la Fombea situado a unos cinco Kilómetros de Puebla de Lillo acoge a una pequeña ermita que data del siglo XIV y que alberga la imagen de la Virgen de Pegarúas, donde cada año a primeros del mes de agosto se celebra una romería en su honor, en la que devotos y romeros procesionan a la Santa. Ayer la Asociación Cultural Pegarúas celebró esa fiesta que contó con la presencia de varias docenas de devotos en un marco de belleza incomparable, pues la ermita está bordeada por los arroyos Fombea y de Yllarga que metros más abajo desembocan en el río Celorno. Las crestas de estas rocosas montañas hacen que los que visitan este valle por primera vez queden deslumbrados ante tanta belleza natural. En los últimos años la Asociación Pegarúas ha homenajeado a diversos colectivos del municipio que dejaron durante años una huella imborrable, como los canteros, las mujeres mineras y las empresarios, e incluso los niños huérfanos del colegio de San Fernando de Madrid llegados a esta comarca en los años sesenta que siguen asentados en la localidad. En el dia de ayer el homenaje fue dedicado a la familia.
El Valle de la Fombea situado a unos cinco Kilómetros de Puebla de Lillo acoge a una pequeña ermita que data del siglo XIV y que alberga la imagen de la Virgen de Pegarúas, donde cada año a primeros del mes de agosto se celebra una romería en su honor, en la que devotos y romeros procesionan a la Santa. Ayer la Asociación Cultural Pegarúas celebró esa fiesta que contó con la presencia de varias docenas de devotos en un marco de belleza incomparable, pues la ermita está bordeada por los arroyos Fombea y de Yllarga que metros más abajo desembocan en el río Celorno. Las crestas de estas rocosas montañas hacen que los que visitan este valle por primera vez queden deslumbrados ante tanta belleza natural. En los últimos años la Asociación Pegarúas ha homenajeado a diversos colectivos del municipio que dejaron durante años una huella imborrable, como los canteros, las mujeres mineras y las empresarios, e incluso los niños huérfanos del colegio de San Fernando de Madrid llegados a esta comarca en los años sesenta que siguen asentados en la localidad. En el dia de ayer el homenaje fue dedicado a la familia.
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