domingo, 28 de agosto de 2011

NOTICIA: ARQUEOLOGÍA VIVA

ArqueologÍa viva ( Diario de León - 28/08/2011 )

EXTRACTO: DIARIO DE LEÓN DIGITAL
Quizá ninguna provincia española conserve el patrimonio de artesanía viva como el que se cuece en tierras leonesas. En un recorrido por las comarcas del Páramo, Maragatería y Jamuz, curtidores, tejedores, herreros y alfareros se anclan en las viejas costumbres de tratar estos oficios nobles, lejos de la maquinaria moderna, la electricidad y con unas habilidades heredadas de generación en generación.
El Páramo, más concretamente Santa María, se remonta al siglo XIX en la vieja curtiduría de Genaro González que heredó de su tatarabuelo, Don Froilán Prieto González. Una mirada por una de sus ventanas parece trasladarte lejos del mundo moderno, facilita la dosis necesaria de tranquilidad y supone el mejor tratamiento contra el estrés. Quizá por ello el último curtidor del Páramo y de la provincia, siempre tenga una sonrisa para su trabajo.
En el Val de San Lorenzo a pocos kilómetros de Astorga, se levanta el telar de Laurentino del Cabo, que armoniza a golpe de lanzadera el día a día de su taller. Un experto en la lana que heredó el oficio de sus antepasados y que sufre pensando que un día ya no se harán mantas como las que él teje. De el Val a Valdespino de Somoza es un paseo, José Ares el herrero de Valdespino, sigue haciendo navajas a golpe de yunque y martillo, parece que su antigua fragua de pequeñas ventanas azules quisiera guardar cada tañido de martillo. Al prender su vieja fragua con su enorme fuelle accionado a mano, las llamas le recuerdan que han pasado los años, muestra de ello es que su cuerpo tiene impregnada la postura de quien ha trabajado y sigue haciéndolo día a día en la fragua.
Muy cerca de la Maragatería en Jiménez de Jamuz se conservan los mejores alfareros de la provincia. El secreto de Constancio Peñín, una coordinación absoluta de manos, pies y mente. El barro cobra vida en sus manos que a vuelta de torno ha modelado la suya propia. Esta es nuestra ruta de las artesanías con hermosos y venerables testimonios culturales que debemos evitar que desaparezcan. En una ocasión alguien comentó que «La sabiduría de cada generación es nuestra propia sangre. Así hay que mirar las raíces y huellas del pasado».
Ellos son los auténticos cuatro fantásticos, lejos de la ficción son capaces de acercar al visitante a un mundo desconocido que sin embargo forma parte de nuestra cultura más básica. Los cuatro, con sus cuatro oficios diferentes coinciden en una misma petición, si las diferentes administraciones no tienden una mano a los artesanos, los pocos alfareros, tejedores, herreros y curtidores que quedan en la provincia como patrimonio vivo, irán desapareciendo con la muerte de estos últimos dinosaurios.

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