Una radiografía de la mayoría de pendones concejiles de la provincia: es lo que supone la gran catalogación de enseñas que acaban de culminar Javier Lagartos y Lorena Rivas. Un amplio estudio que ahora busca editorial para darle forma de libro.
j. lagartos/l. rivas - |
Que los pendones leoneses se han alzado en la más reconocible, vistosa y popular divisa de la cultura tradicional leonesa es cosa sabida. Lo que quizá no tanto, que aún hay mucho por investigar, por analizar y por descubrir de estos grandes y coloristas estandartes que logran atrapar, y de manera inmediata, la atención del neófito especialmente en esas festividades, romerías y concentraciones donde son cada vez más habituales.
Ahora, para arrojar no algo sino gran cantidad de luz sobre unos históricos objetos que han venido actuando a la manera de enseña de las comunidades concejiles leonesas, Javier Lagartos Pacho, doctor en Historia, y Lorena Rivas Morán, ingeniera informática, acaban de culminar un ambicioso proyecto de catalogación y análisis de muchos de los pendones provinciales, amplio estudio que ahora busca sello editorial que lo ponga a disposición del público. «Desde siempre nos ha entusiasmado todo lo que tenga que ver con el pendón, primero como pendoneros que pujamos el de nuestro pueblo y después, como estudiosos del mismo —explica Javier Lagartos—. Por nuestra participación en muchos eventos y por nuestros conocimientos y formación, hemos empezado a tomar conciencia de la importancia cultural y social del mismo y de la necesidad de una conservación adecuada, para lo cual es imprescindible un conocimiento exhaustivo que pasa por la elaboración de un catálogo que reuniese la mayor cantidad de pendones leoneses».
«La idea cuajó entre mucha gente y amigos pendoneros que formábamos parte de la asociación cultural Pendones del Reino de León», añade, y resalta cómo todos ellos «nos ayudaron desinteresadamente a concluir este proyecto, por lo que les estamos sinceramente agradecidos. Sin su ayuda, este trabajo hubiera tenido mucha menor entidad». ¿Y qué método siguieron los autores para enfrentarse a esta ardua tarea, qué tipo de datos se preocuparon por recabar? «En el trabajo de campo seguimos el método empleado en cualquier museo, es decir, una ficha de catalogación y una serie de fotografías generales y de detalle de cada uno de ellos. Eso sí, luego vino el trabajo más duro, que fue la sistematización de la información y el retoque fotográfico de cada una de las imágenes. En total fueron más de 4.500 fotografías las que se utilizan en el libro, y que se han tratado informáticamente una a una», refiere Lagartos, técnico superior en el Museo Etnográfico de León con sede en Mansilla de las Mulas y actual alcalde de la localidad de Vallecillo, cerca de Sahagún.
De tal modo, los datos recogidos proporcionan una descripción detallada del pendón: pesos, medidas, colores, materiales... y de cada una de las partes que lo componen: tela, remos, vara, capelina y cruz. «Con ello hemos conseguido tener una radiografía perfecta de cada uno de ellos», resume Javier Lagartos, cuya tesis doctoral giró en torno al tema La comarca de Sahagún en el siglo XVIII.
amplia base documental
Preguntado por los aspectos del proyecto que más han llamado la atención a sus autores, el historiador y etnógrafo habló de que, «en primer lugar, nos ha sorprendido la magnitud que ha alcanzado la obra. Como solemos decir, es un catálogo de museo, donde el museo es toda la provincia de León. En segundo lugar nos ha cautivado la variedad, la diversidad de pendones y todos esos sólidos sentimientos de unión vecinal que consigue provocar el pendón. Y en tercero, desde el punto de vista científico me gustaría resaltar las grandes posibilidades de estudio posterior que va a posibilitar este catálogo. Pero lo más importante es que va a ser un documento imprescindible al que acudir cuando tengamos que restaurar o volver hacer algún pendón». «¿Te imaginas que hubiésemos tenido un catálogo de este tipo realizado en los años cincuenta o sesenta? —pregunta—. Con esa herramienta, la mayor parte de restauraciones de pendones hechas en la actualidad hubieran tenido una sólida base documental».
Eso sí, para ello resulta necesario que una editorial o institución salte a la palestra y asuma el reto de publicar una obra voluminosa y bien nutrida de información en forma de datos, croquis y fotos. «Creemos que aún queda mucho por descubrir de este objeto de nuestro patrimonio cultural, y el catálogo puede ayudar a descubrir realidades nuevas que están camufladas entre los innumerables datos que proporciona cada pendón», avisa, a modo de conclusión, Javier Lagartos.
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