martes, 6 de octubre de 2015

NOTICIA: Perdones sin pendones a los pies de la patrona

El viento y la lluvia condicionan el programa de la romería de san Froilán, que volvió a resultar un éxito de fieles.

Desfile de carros engalanados a la llegada a la plaza del santuario, una de las
estampas referentes de la romería a la Virgen del Camino.- bruno moreno

L. URDIALES | REDACCIÓN 06/10/2015
Los pendones son como el fuego. Indomables con viento a más de veinte kilómetros por hora. Ese condimento climatológico frenó por segundo día consecutivo el pase de los estandartes leoneses, santo y seña de la tradición, que aglutinan en esta época del año el punto álgido de su razón de ser. No hubo desfile en La Virgen del Camino porque el día de San Froilán, que es a los pendoneros lo que san Patricio en Irlanda, amaneció gris y ventolero. Tema menor el primero para los carreteros ataviados con media alta que tiraron de yugo e ijada para sostener la emoción del público camino del santuario mariano de la patrona de León, donde no faltaron los fieles por miles. La lluvia tampoco es suficiente para ahogar esa tradición que tiene como divisa la costumbre de mercadear con avellanas como sinónimo de gracia divina contra los pecados mortales por intermediación del santo Froilán y aguardar el turno para tocar la nariz del patrono de la diócesis en la esfinge que decora la fachada lateral del santuario. Sobre estos dos puntales se sostiene la romería con mayor capacidad de convocatoria de cuantas se celebran en la provincia. A primera hora de la mañana, y a pesar de la lluvia incesante, los autocares con fieles a San Froilán llegados de diversos puntos de la provincia leonesa y de Asturias, ya delataban desde el aparcamiento de la carretera de Fresno que la romería volvía a ser un éxito si se medía por muchedumbre. Eso es La Virgen del Camino en san Froilán. Un río de gente en torno a un mercado que creció al lado de una devoción, con un punto esencial en el recuento de asistentes: la misa en honor al patrono de la diócesis leonesa, que por segunda vez en la era moderna del santuario se celebró bajo techo para evitar la inclemencia meteorológica. El obispo de León, Julián López, recordó la esencia del evento y llamó la atención en la homilía sobre la crisis de fe que acecha a la sociedad. Fe necesaria para mantener viva una tradición religiosa como esta de san Froilán. que definió como «expresión máxima del alma del pueblo leonés», sustento de nobleza y confianza. La misa de san Froilán dejó pequeño el interior del santuario mariano, atestado de fieles, a la cabecera con las corporaciones municipales de León, Valverde de la Virgen y la de los Ayuntamientos del Voto, Valdefresno y Villaturiel, así como un rosario de autoridades civiles y militares.

Con los pendones arriados, los carros engalanados concitaron la expectación del público, concentrado en los chaflanes de la plaza del santuario y a lo largo de la avenida central de la localidad para presenciar el impacto generacional que supone en la era del 3.0 vehículos de tracción animal que no tienen sustento económico ni social más allá de mantener el acervo cultural de una sociedad que subsistió gracias al sector primario. Así llegaron hasta aquí las gentes de las Tierras de León, capaces de suscitar interés fuera del entorno por costumbres que ahora se ensalzan como legado cultural. Sesenta mil personas conmemoraron este año en el zoco de La Virgen entre rachas de lluvias, platos suculentos de morcilla y viandas, expositores interminables cargados de avellanas, que limpian las culpas a razón de seis euros el kilo, la esencia de León.

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