El ebanista Fernando Villares ultima la sexta bicicleta hecha a mano en madera en su taller de San Miguel del Camino.
El ebanista Fernando Villares, en su taller de San Miguel del Camino./ REPORTAJE GRÁFICO: PEIO GARCÍA (ICAL) |
E. F. Gordón (Ical) | 19/10/2015
En las instalaciones de su empresa, Muebles Villafer, este profesional y artesano de la madera que acumula más de dos décadas de experiencia, trabaja en algo más que sus ratos libres en una curiosa afición a la que le dedica tiempo y ganas desde hace más de un año. “Tenía ganas de hacer una bici, de probar con la madera”, explica. Probó y el fruto de seis meses de labor fue su primera 'joya': una pieza hecha de haya, de 2,40 metros de longitud, con el nervio central de mukali (madera procedente de África), que usa él para paseo.
Al concluirla tenía claro que la 'hazaña' no se podía limitar a una unidad y llegó la segunda, otra bicicleta de paseo, hecha en madera alistonada de arce combinado con sapeli (una especie exótica). No hay dos sin tres, y la siguiente en hacerse realidad fue una pequeña tipo 'chopper' -con la rueda trasera de mayor tamaño que la delantera- que usa su padre. Está hecha de haya pero tiene algún detalle de madera de negrillo y el guardabarros es de de fresno.
Animado por los buenos resultados, Fernando se puso manos a la obra para dar forma a la cuarta de sus bicicletas de madera; ésta destinada a su mujer, de haya y mukali y con unas llamativas ruedas rojas. Pero sin duda la más colorida de sus creaciones es la quinta y no última, a petición de su hijo, también tipo 'chopper', con un sillín bajo y pintada de verde y amarillo, adornada con llamas y de ruedas azules.
Al concluirla tenía claro que la 'hazaña' no se podía limitar a una unidad y llegó la segunda, otra bicicleta de paseo, hecha en madera alistonada de arce combinado con sapeli (una especie exótica). No hay dos sin tres, y la siguiente en hacerse realidad fue una pequeña tipo 'chopper' -con la rueda trasera de mayor tamaño que la delantera- que usa su padre. Está hecha de haya pero tiene algún detalle de madera de negrillo y el guardabarros es de de fresno.
Animado por los buenos resultados, Fernando se puso manos a la obra para dar forma a la cuarta de sus bicicletas de madera; ésta destinada a su mujer, de haya y mukali y con unas llamativas ruedas rojas. Pero sin duda la más colorida de sus creaciones es la quinta y no última, a petición de su hijo, también tipo 'chopper', con un sillín bajo y pintada de verde y amarillo, adornada con llamas y de ruedas azules.
A la primera
Ahora, con cinco llamativas bicicletas de madera expuestas en las instalaciones de Muebles Villafer y la sexta en camino, Fernando recuerda que cuando decidió ponerse a construir la que inauguró su ya no tan pequeña colección “andaba ciego. Tenía que diseñarla y ver cómo la hacía, no sabía cómo unir las piezas, iba poco a poco pero seguro... y salió a la primera. Y una sola no se puede hacer”.
Entre los detalles que ofrece sobre su nueva faceta de fabricante de bicicletas artesanas destaca que están hechas totalmente de madera -salvo mínimos detalles metálicos-, la más grande pesa 20 kilogramos, que utiliza cola de poliuretano para encolar los cuadros, que trata los materiales con barniz al agua para protegerla de insectos y de las inclemencias del tiempo y, sobre todo, que lo más complicado es curvar la madera. La próxima será “un poco más rara con la horquilla de delante haciendo curva en vez de ser recta y con la rueda de atrás pequeña y la otra grande”, explica.
Ya ha protagonizado con su familia algún paseo por la capital leonesa muy comentado por los viandantes y en las redes sociales (testimonios gráficos incluidos) por lo curioso de ver una pequeña caravana de vehículos de material y diseño tan inusuales con la marca de la casa 'MV' como seña de identidad. “Todo el mundo nos mira y se sorprenden de que se pueda hacer una bicicleta de madera”, reconoce con cierta satisfacción.
Ahora, con cinco llamativas bicicletas de madera expuestas en las instalaciones de Muebles Villafer y la sexta en camino, Fernando recuerda que cuando decidió ponerse a construir la que inauguró su ya no tan pequeña colección “andaba ciego. Tenía que diseñarla y ver cómo la hacía, no sabía cómo unir las piezas, iba poco a poco pero seguro... y salió a la primera. Y una sola no se puede hacer”.
Entre los detalles que ofrece sobre su nueva faceta de fabricante de bicicletas artesanas destaca que están hechas totalmente de madera -salvo mínimos detalles metálicos-, la más grande pesa 20 kilogramos, que utiliza cola de poliuretano para encolar los cuadros, que trata los materiales con barniz al agua para protegerla de insectos y de las inclemencias del tiempo y, sobre todo, que lo más complicado es curvar la madera. La próxima será “un poco más rara con la horquilla de delante haciendo curva en vez de ser recta y con la rueda de atrás pequeña y la otra grande”, explica.
Ya ha protagonizado con su familia algún paseo por la capital leonesa muy comentado por los viandantes y en las redes sociales (testimonios gráficos incluidos) por lo curioso de ver una pequeña caravana de vehículos de material y diseño tan inusuales con la marca de la casa 'MV' como seña de identidad. “Todo el mundo nos mira y se sorprenden de que se pueda hacer una bicicleta de madera”, reconoce con cierta satisfacción.
Más de 3.000 euros
No tiene intención de vender las que ha fabricado hasta ahora pero señala que si algún cliente le pide una la hará sin dudarlo. Eso sí, advierte, después de que los amigos de su hijo hayan dicho que les gustaría tener una, el coste -en función del modelo, la madera y otras cuestiones- no bajaría de los 3.000 euros y podría superar ampliamente los 4.000. “Lleva muchas horas y están hechas de forma totalmente artesanal”, resume y por si alguien se anima subraya que “no se rompen, tienen más resistencia que las de carbono y aluminio”.
No tiene intención de vender las que ha fabricado hasta ahora pero señala que si algún cliente le pide una la hará sin dudarlo. Eso sí, advierte, después de que los amigos de su hijo hayan dicho que les gustaría tener una, el coste -en función del modelo, la madera y otras cuestiones- no bajaría de los 3.000 euros y podría superar ampliamente los 4.000. “Lleva muchas horas y están hechas de forma totalmente artesanal”, resume y por si alguien se anima subraya que “no se rompen, tienen más resistencia que las de carbono y aluminio”.
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