jueves, 19 de marzo de 2015

COLABORACIÓN: ¡¡Pitas… pitas… pitas…!! Gallinas, conejos, pavos, patos, pollos de corral… Los corrales de las abuelas

Autor: Toño Morala

¡¡¡ Pitas....pitas....pitas !!!

Anda que no quitaron hambre  los corrales de las casas de las abuelas y madres; aquellos gallineros, conejeras, y pequeñas cuadras llenas de animales domésticos; había de todo, desde conejos, gallinas  ponedoras, pollos por el corral adelante, pavos, patos, alguna oca, incluso en algunas casas,  había pequeños palomares añadidos a las cuadras y los pichones se regalaban a los enfermos de tuberculosis, cuando los había y sobraba alguno.

Pavos casi ya para la Navidad

Eso se ha quedado para la historia del hambre de este país, que parece ser que se vuelve a las andadas por las malas gestiones políticas y corruptelas de algunos mandamases, pero eso es otra historia. Aquí queremos hacer una pequeña reseña y recordatorio de aquellos corrales  que ayudaron y mucho a quitar calamidades y enfermedades terribles. Las hambrunas de la posguerra  saben de estas historias tan tristes y tan horribles. Pero no todo lo que se criaba en los corrales y pequeños cubiles  era para consumo de los habitantes de las casas; qué más quisieran.  Hubo un tiempo de estraperlo sin nada que llevarse a las bocas, y no solo de pan vivía  el ser humano; también se necesitaban otras cosas importantes como el azúcar, el aceite, los jabones, las ropas, el calzado, y así montones de necesidad.  

   La imagen no lleva a engaño; las madres y abuelas llevando del ramal a la burra con las alforjas  con pollos, conejos, algún huevo… iban a las plazas y mercados de las cabeceras de comarcas, o a las ciudades cercanas, se ponían en las aceras con su carga y a vender lo que se pudiera, con el dinero obtenido, compraban  los más que necesarios productos para la casa.  También hay que contar  la entrada de otros animales vía caza a lazo y pesca a trasmallo cuando se vivía cerca de los ríos. Era otra forma de ayudar a quitar las hambrunas… desde huevos de perdiz, conejos de monte, codornices, caracoles, pequeños pájaros para el arroz… pero eso sí, había conciencia de no acabar con  la pesca ni con la caza, pues de esa manera comían todos.

La niña ya cuida a las gallinas en el corral

Quién no recuerda a las gallinas y pollos por el corral picoteando por todos los lados, escarbando para afilar las uñas… aquel canto horrible de los gallos al amanecer que te despertaba y te volvías de lado otra vez para seguir durmiendo. Quién no recuerda dar el poco pan duro que sobraba a los animales de corral, y que se acercaban a las abuelas sin temor ninguno… o aquellas peleas entre pollos y gallinas desplumándose los  cogotes, o corriendo los conejos de un  lado a otro asustadizos y guareciéndose debajo de tejas y maderas varias. O aquellas desbandadas cuando el perro se soltaba  y andaba detrás de todo lo que se moviera, y la madre intentando cogerlo  para evitar una escabechina en el corral. 

Algunos también recordarán aquel arcón de madera que dentro guardaba las espigas recogidas por los abuelos y niños por el campo y que servían de pienso para los animales del corral; el corral era un hervidero de comederos de madera, de bebederos de lata de sardinas grande; otra para la medida del pienso. Por las paredes colgadas las correas de las caballerías a resguardo del agua; aquel banco de madera con torno de husillo para  múltiples trabajos y que el abuelo cuidaba con mimo dentro del portalón, que la mayoría de veces también era corral cubierto pero abierto por la parte de atrás.

También existían los corrales empedrados con canto redondo, pero lo habitual era el de tierra ya muy pisada por los animales y los lugareños de las casas; limpiaban cada poco con palas y aquellas escobas de verdadera “escoba” sin mango y que las madres y abuelas andaban medio dobladas al barrer los corrales y las casas, que además, muchas tenían el suelo de tierra. Recuerdo la imagen de la abuela para meter al gallinero al anochecer a las gallinas cacareando y pollos, no se podían dejar en el corral, pues igual entraba el zorro de noche y se preparaba la de san quintín. Ya de noche no se movía ni un alma por el corral, solo el  ulular del búho que se escuchaba de fondo, como a lo lejos… y así hasta que de madrugada el gallo empezaba con su canto estridente y despertaba a todo bicho viviente.  Comenzaba un  nuevo día y después de lavarse y vestirse, y antes de desayunar, la abuela o madre salía al corral y abría todas las estancias a los animales; recogía en la cesta algunos huevos, así como con el cesto de la paja, esparcía a mano la misma para que los animales tuvieran buena cama y a la vez no estuvieran mojados. 

Patos a sus anchas en los corrales

Así era el ritual día tras día, solo el nacimiento de algunos gazapos o polluelos, era una alegría para la casa, y se les prestaba más atención a los  nuevos inquilinos del corral. Los polluelos, listos como el hambre, aprendían rápidamente la forma de buscarse la vida  para sobrevivir; solo  los más débiles morían; aquellos que no eran  capaces de subirse a los comederos y bebederos.

Una pequeña bandada de gallinas ponedoras puede ser una excelente fuente diaria de huevos frescos. Una gallina producirá aproximadamente 18 docenas de huevos al año, aunque algunas razas de gallina producen más huevos que otras. La mayoría de las gallinas comienzan a poner a los 4 meses de edad, pero algunas gallinas tardan hasta un año antes de que comiencen a producir huevos. Fundamental el agua, en épocas de calor pueden consumir hasta medio litro de agua al día. Deberá de disponer un bebedero en el que las gallinas no puedan meterse para evitar infecciones, y el agua deberá estar siempre limpia. En caso de faltarles el agua, dejarían de poner huevos inmediatamente. 

Pollos de corral, capones

Si disponemos de un huerto o espacio para ello, sería ideal que las gallinas pudieran andar libres buscando insectos, plantas o semillas que comer, además es conveniente tirar granos enteros por el corral para que picoteen y complementen su alimentación con una mezcla de cereales en su comedero, para que puedan comer hasta cubrir sus necesidades. Para que las gallinas pongan huevos deberán tener como mínimo 14 horas de sol diarias, por lo que es importante orientar el gallinero hacia el sur. La gallinaza, obtenida del excremento de gallinas ponedoras, es el abono orgánico que más nutrientes aporta a las plantas, pues es rico en minerales y proteínas. Sin embargo, por contener mucho nitrógeno, conviene mezclarlo previamente con restos vegetales, y estiércol de otros animales, para obtener un buen abono natural.

Conejos en el corral... en el comedor de madera

Los conejos están mejor en jaulas de madera grandes o de alambre; una coneja puede parir hasta 14 ó 15 gazapos a los que amamantará hasta el destete cercano al mes o  más; pueden parir cada 35 días; pero para el consumo de una casa, es suficiente que lo hagan cada dos meses, de esa manera, es más racional la explotación. El conejo debe de tener siempre el agua muy limpia y darle de comer productos vegetales en buen estado, son muy delicados y es muy temible la enfermedad denominada mixomatosis, transmitida por insectos. Podríamos seguir adelante con el cuidado de más animales  y de  los corrales, pero hay que dejar sitio para el refranero popular. "Gallina que canta como gallo, pone a su dueño a caldo'", "Con un solo grano convida a doce gallinas el gallo",  "Mal le va al gallo, cuando le pica el papo”, "La gallina negra es la que pone  huevos de dos yemas, la gallina prieta, pone los huevos blancos".

Dando de comer a las gallinas

Breve historia de la gallina. La mayoría de los científicos coinciden en que la gallina es originaria del sudeste del continente asiático. En la India oriental y en la cordillera del Himalaya todavía se puede encontrar en su estado salvaje. A excepción de algún tipo de gallina exótica, como la de Guinea, todas las demás que conocemos y utilizamos para nuestra alimentación son procedentes de la misma especie, el gallo bankiva. La domesticación de la gallina ocurrió en China alrededor del año 1.400 a. C. Sin embargo, otros autores dicen que la completa domesticación de esta ave de corral ocurrió aproximadamente 2.000 años a. C. Se cree que las gallinas llegaron a Europa a través de las grandes migraciones de los pueblos indoeuropeos hace aproximadamente cuatro mil años. Existe evidencia de que los egipcios fueron los primeros en occidente que se dedicaron a la avicultura, pasando después al mundo greco-latino. Hipócrates habla sobre estos  animales consumidos en Grecia. En la baja Edad Media tomaban a las gallinas como carne fina. El pueblo también comía de esta carne. A finales de la Edad Media y en el Renacimiento Europeo las gallinas toman una gran importancia en la alimentación. Se cree que la gallina fue el primer animal europeo que pisó el continente americano, dado que Cristóbal Colón embarcó gallinas en su segundo viaje. Las razones por las cuales Colón llevó a la gallina en su viaje fueron que ocupaba poco espacio, su alimentación no era complicada y además producía huevos. 

Corredor doméstico con varios animales

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