domingo, 1 de septiembre de 2019

COLABORACIÓN: Espigas de escanda.


Foto: del Huerto 2.0

Micro-relato- Toño Morala
Espigas de escanda…
La belleza se encuentra en lo más sutil, en lo más desapercibido de la naturaleza; el resto, ya de por sí, se muestra majestuoso ante los ojos de la vida. Al alba, junto al arrullo de las palomas, y la frescura que dejó la noche, el campo en todo su esplendor se va despertando entre el último ulular. Y en esa inmensa soledad, el hombre solitario y observador, va encontrando aquellas pequeñas cosas que le redimen el alma… aquella amanecida, encontró entre algunas espigas de escanda, una que le llamó poderosamente la atención; se dejaba bambolear por la suave brisa. Tan pronto se quedaba quieta, como parecía que bailaba sobre la tierra. Se le pasó por la cabeza el cogerla y llevarla para casa, pero al momento desistió… era más necesaria para la belleza en su suerte de tierra, que posada sobre un jarrón en una mesa. Al día siguiente volvió al mismo sitio y la espiga de escanda ya no estaba… el hombre se preguntaba qué podía haber pasado… de repente volvió la mirada hacia otro lugar y la vio; era la misma… no podía ser, no se explicaba cómo se pudo cambiar de lugar… Cuenta la leyenda, que por las noches, en algunos lugares, las espigas  de escanda con las que soñaban  los niños del hambre de antaño, se acercaban a las eras para ser mayadas… antes de ser pan.

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