“El tomavistas. El arranque del cine doméstico”.
Investigador: D. Álvaro Gil González
Graduado en Comunicación Audiovisual.
Sábado, 20 de julio de 2019
18:30 h.
Sala de Exposiciones Temporales. Planta Baja.
Museo Etnográfico Provincial de León. Mansilla de las Mulas.
La Diputación de León a través del Museo Etnográfico Provincial de León, en la Actividad “Pieza del Mes”, ha programado para este mes de julio una conferencia que lleva el título: “El tomavistas. El arranque del cine doméstico”. En esta ocasión será Álvaro Gil González, Graduado en Comunicación audiovisual por la Universidad de Burgos quien nos hable de los inicios del cine doméstico con este tomavistas que pertenece a la colección del museo y que ha sido una donación de Dª Amelia González Llorente.
Para el conferenciante la cámara tomavistas Elmo C300 fue un dispositivo fabricado la empresa japonesa homónima para el uso del formato Super 8 nacido en 1965. Con este modelo de cámaras comenzó un auge del cine amateur debido a su bajo coste y la sencillez de su manejo. El objetivo de este formato y este tipo de cámaras era llegar al mercado doméstico. No solo Elmo, sino también Canon, Cosina o Fuji comenzaron a fabricar estos tomavistas que nada tenían que envidiar a los formatos de uso profesional. Para este nuevo formato se fabricaron miles de cámaras que variaban según su complejidad o sencillez. Existían precios para adecuarse a cada tipo de cliente, desde los que querían grabar situaciones familiares hasta los que aspiraban a convertirse en cineastas.
El aficionado no tenía las mismas posibilidades que un cineasta profesional, pues no tenía detrás un laboratorio que pudiera hacer los efectos típicos de cortinillas, sobreimpresiones, forzar el revelado, etc. Es por ello que las grandes marcas pusieron su empeño en poner al alcance del consumidor medio este tipo de posibilidades mediante las mejoras técnicas de sus cámaras. Con las mejoras que se implantaron en los nuevos dispositivos, como una mayor capacidad para captar la luz o su corta distancia focal, se convirtió en una cámara ideal para grabación de interiores y espacios pequeños (muy usada en bodas y cumpleaños). Hasta ese momento los aficionados que querían grabar el audio de sus películas debían llevar consigo un magnetófono con el que captar el sonido y posteriormente sincronizarlo con la cámara. Con la llegada del Super-8 todo eso cambió. Kodak sacó al mercado un nuevo cartucho sonoro que unido al micrófono y al cabezal de grabación de los tomavistas ponían fin a este problema.
El tomavistas supuso en los 70 el comienzo vídeo amateur. Con este acontecimiento el cine dejó de ser algo exclusivo de las grandes productoras y supuso una revolución en el ocio domestico y en la cinefilia de la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario