Los viejos escaparates de la provincia no se arrugan
Al principio la calle era el
escaparte.
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“El ser humano, desde sus orígenes, ha estado inmerso en un mundo lleno de carencias y necesidades y el mecanismo del trueque, el acto de intercambio, constituye el primer intento para satisfacerlas. Pensemos en aquel hombre primitivo que dejaba sus pieles sobrantes a la entrada de la cueva a la espera de que alguien las necesitara y pudiera ofrecer algo a cambio”…
Al principio el comercio se hacía sin escaparates, en la propia calle se colocaban las mercancías y algunas tablillas anunciadoras y a vender; eran comercios generalmente familiares y pequeños. Todo eso cambió con la revolución industrial pasada, y los comerciantes agudizaron el ingenio para hacer sus ventas más agresivas, innovadoras y rentables.
De aquellas enseñanzas se fueron apañando los más pispos, y un buen escaparate vendía más que un buen charlatán a la puerta de los establecimientos. El escaparate se alió con el consumo de una manera muy particular. Durante la década de los años cuarenta y hasta nuestros días, el oficio de escaparatista era muy bien mirado y muy bien pagado. Quién no recuerda a uno de ellos, descalzo, ordenando el escaparate de calzado, vestido, joyería… componiendo a un maniquí, realzando su belleza para así llamar más la atención y que coqueteen con el transeúnte; están para… ¡Mírame, tócame y compra!.
Otro…camisería y sombrerería Ruiz, también en la calle Ancha |
Esa es la clave de un buen escaparate. Los de moda en general eran los más vistosos y grandes, algunos incluso giraban sobre sí mismos en un baile interminable durante las 24 horas del día. El comercio no se entiende sin los grandes aliados de los escaparates; incluso hay muchas tiendas que tienen más escaparate que sitio para vender y ordenar las mercancías. Es la ley de las ventas por los ojos; un buen escaparate atrae a la gente, y cuanto más colorista, ordenado, y luz tenga, más llamará la atención y más gente comprará los productos.
Al principio fueron las grandes ciudades las que comenzaron con la moda de los escaparates, copiaron los escaparates existentes en París y Londres; todo un adelanto en moda y comercio. El arte de seducir al paseante, atraerlo hacia la vitrina, atraparlo sin remedio en una atmósfera mágica y sugerente y dejarlo fascinado, como en una tela de araña. La ambientación de un escaparate le compete al escaparatista, generalmente hombres con una gran imaginación y que arropados por su fama, se los disputaban los grandes comercios y almacenes, incluso algunos trabajaban para varios comercios a la vez, pero no en las mismas calles. La competencia feroz hacía el resto.
El escaparatismo es el arte de presentar de forma adecuada, combinando objetos y materiales, los artículos que tiene a la venta un establecimiento en su escaparate. Es un conjunto de técnicas aplicadas al diseño y montaje de los escaparates. “Me pareció tan exquisito hablar de chatarra" cuando nos referimos a las rebajas. ¡¡Y a qué rebajas...!! ¡¡Las de…! Me pareció irónico, desafiante, descarado... en fin. Una lástima, ver que la colección de otoño se presenta con la misma atmósfera. Y poco propio de la firma no haber respondido con ingenio a "las vacas flacas”. Comenta un escaparatista de renombre.
Nadie se quiere perder las rebajas, y hay que cuidar muy bien los esparates. Unas buenas rebajas que atraigan al consumidor, son sinónimo de éxito para el comerciante. El encargo que hace el cliente se basa en “un escaparate impactante, no convencional, elegante y diferente al resto”. Ante la petición del cliente, se analiza el producto que quiere mostrar en sus vitrinas en estas fechas, la clientela a la que va dirigido; sexo, edad, nivel adquisitivo, y sus principales motivaciones de compra. Se estudia la ubicación del punto de venta, tipo de barrio, es decir, sensibilidad de zona y el tráfico vial y peatonal e iluminación interior y exterior.
De esta manera, no sólo pensamos en el cliente habitual, sino también en el potencial, tanto del barrio, como el del viandante. En base a todo esto se decide cual será la ambientación que dará lugar a esta atmósfera “impactante, no convencional, elegante y diferente al resto” y en la que vamos a sumergir el producto. Para ello, debemos aplicar con acierto el mensaje que queremos transmitir. Esto es ambientación y producto deben estar integrados, ser una unidad. De ahí que elijamos como elementos ambientales para este caso concreto, una serie de muebles; mesillas de noche, sillas, cojines, que nos permiten no solo ambientar sino también “soportar” el producto dando lugar a diferentes alturas y composiciones en el espacio expositivo, para la localización de estos muebles se recurre a traperos, tiendas de segunda mano.
Y aquí, en nuestra provincia no hacen falta tantos escaparates, salvo en la capital y algunas ciudades. El escaparate es el paisano o la paisana de toda la vida, que tiene su comercio tienda de todo, y que todavía fía y apunta al vecindario y paga a final de mes. Así y todo tenemos por nuestros pueblos algunos escaparates que llaman poderosamente la atención, no hace falta ningún escaparatista de renombre, ni mucho menos, vas a la ferretería y el pequeño escaparate está lleno de varias cosas mezcladas y sin orden aparente, pero no se fíen, todo está mezclado, pero ordenado según la previsión de ventas del dueño.
En algunas tiendas de confección es normal ver prendas de vestir, calzado, deportes, pesca, caza…botas para regar…y en las de alimentación, ahí hay toda una estirpe de productos que van desde conservas, salazones, frutas, hortalizas, tripas para la matanza, pimentones de la Vera…alguna fruta exótica…colgadas algunas bacaladas y jamones de buen ver, y esas inmensas latas de conserva con chicharros escabechados, o en tinos de madera. Como ven, toda una argucia llena de buenas intenciones para intentar vender, hacer comercio, y que la vida siga adelante para la buena marcha del negocio. En realidad, los escaparates juegan con nuestra memoria, y nuestra falta de cosas para consumir.
Los juguetes, todas las naricitas
pegadas al escaparate anhelando
todo aquello que habíamos visto por la tele.
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