A cada puerta de Santa Olaja de Eslonza volvió a llamar un personaje burlón y enredador acompañado por el ‘criao’, el ‘andador’ y el ‘hombre del tambor’.
El Guirrio de Reyes de Santa Olaja, junto a su inseparable "andador".- d.g.lópez |
e. gancedo | león 07/01/2015
Se viste con retales y cintas de colores, lleva esquilas tintineantes colgadas a la cintura y su rostro es temible a ojos del público menudo y de lo más peculiar para los demás: orejas de burro, crines de caballo y pelo de jabalí revisten una máscara conservada con gran mimo desde el siglo XIX. Es el Guirrio de Reyes de Santa Olaja de Eslonza, pueblo que hace dos años, y de la mano de Roberto Álvarez, gran activista en pro de la cultura tradicional, recuperó esta costumbre.
El personaje, encarnado por Enemesio Robles, salió ayer en compañía de otras tres singulares figuras: el criao (portador de una horca donde se van colgando los chorizos), el andador (con una cesta para recoger los regalos) y el hombre del tambor; y juntos recorren el pueblo, casa por casa, pidiendo el aguinaldo. Tal y como informa el escritor David Gustavo López, «mientras los vecinos aportan cuantas viandas tienen a bien, el guirrio baila y hostiga a las mozas con una bola de lana que pende de una vara. Al final, con el botín recolectado se hace fiesta y comida comunitaria».
Sobre esta costumbre —la única mascarada de invierno conservada en León—, el investigador recuerda que, a juicio del gran antropólogo Julio Caro Baroja, «todos estos seres son hijos de los antiguos rituales de máscaras, personajes antiquísimos que representaban a los espíritus de los muertos y se hallaban en relación con primitivos rituales animistas de carácter agrario y fecundante»
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