Una palloza en los Ancares leoneses- Dl |
Dos mil años después siguen siendo un prodigio de tecnología menos rudimentaria de lo que podría parecer. Tal vez por eso se han mantenido en uso más de veinte siglos, hasta bien entrado el XX.
Bajo su aspecto sencillo y contundente se esconde una tecnología puntera aplicable hoy en día y un conocimiento constructivo exacto adaptado a las necesidades de una forma de vida de bajo consumo. Hay mucha ciencia en esa estructura ovalada con muros de piedra de un metro de ancho, una cubierta de paja de hasta un metro de espesor a modo de casquete con una gran inclinación para evitar que la nieve se acumulara que facilitaba además la evacuación del agua de lluvia, sin apenas huecos a modo de ventana ni siquiera chimenea, con una única estancia dividida por unos ‘tabiques’ de tablas que delimitaban los dormitorios, los establos para el ganado grande y el pequeño —con acceso independiente— y el granero, con un hogar en el centro, la lareira, que servía para calentar más la estancia y para cocinar, protegido por un murete y situado en el centro de la estancia para evitar que una chispa prendiera la techumbre de teito, y con un horno para amasar pan. Fresca en verano, cálida en invierno. Un lugar donde refugiarse y sobrevivir si era necesario sin salir de allí.
Pallozas, un ‘fósil’ que pervive y con motivo. El arquitecto técnico Pablo Fernández Ans tiene las claves. Dedicó casi dos años al estudio de estas construcciones celtas en las que se ha vivido hasta hace bien poco en los Ancares. Una construcción con mucha ciencia.
En su interior, la temperatura se mantienen estable de forma natural. Siempre a 10 grados, aunque afuera se llegara a -10 grados centígrados en invierno y superaran los 30 en verano. Alcanzar una temperatura confortable partiendo de esos 10 grados era relativamente fácil. Bastaba un pequeño hogar, donde preparar además la comida, y el calor del ganado. Traducido a terminología moderna, una casa energéticamente sostenible, con una demanda calorífica baja, arquitectura bioclimática, con un nivel reducido de emisiones de CO2. Todo eso mucho antes de los romanos.
Fernández Ans probó matemáticamente lo que sabían desde siempre los paisanos de Balouta, Suárbol, Balboa, Campo del Agua, Cantejeira, Burbia, Piornedo, O Cebreiro y parte de la provincia de Lugo además de los valles de Fornela y el asturiano de Ibias. Un descubrimiento que le sigue asombrando.
«Es simple y eficaz. Un fósil que es posible que viva en la actualidad», dice este joven arquitecto técnico.
«Como construcción bioclimática, el comportamiento térmico de la paja como aislante, de 70 cm hasta casi un metro de espesor, y la inercia térmica aportada por el espesor de los muros de piedra, de un metro de ancho, regulan perfectamente la temperatura en el interior de la palloza. Todo eso genera que tenga una baja demanda energética (kW·h/m2) para satisfacer las condiciones de confort y, por lo tanto, generaría bajas emisiones de C02 por consumo de energía primaria», relata Fernández Ans.
Este conocimiento lo está aprovechando la nueva arquitectura bioclimática. Salvando los requisitos de salubridad e intimidad de la sociedad actual, las pallozas son perfectamente vivibles. Bastaría con ‘reinterpretar’ esta construcción y dotarla de sistemas de ventilación además de divisiones internas apropiadas a la forma de vida de hoy en día.
«Si establecemos nuevas soluciones técnicas, sí sería perfectamente habitable una palloza a día de hoy», asegura.
«Si establecemos nuevas soluciones técnicas, sí sería perfectamente habitable una palloza a día de hoy», asegura.
De hecho existen casi más de dos millones de viviendas de características similares con cubierta de paja en países como Gran Bretaña, «perfectamente acondicionadas y en uso y que además tiene una legislación específica y hasta empresas especializadas de teitadores», añade.
Pablo Fernández Ans no estudia las pallozas desde un punto de vista historicista o romanticismo sino que pretende trasladar este tipo de construcciones a la actualidad y demostrar la viabilidad técnica y económica de las pallozas en pleno siglo XXI.
Pablo Fernández Ans no estudia las pallozas desde un punto de vista historicista o romanticismo sino que pretende trasladar este tipo de construcciones a la actualidad y demostrar la viabilidad técnica y económica de las pallozas en pleno siglo XXI.
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