Los ensayos son en cierto modo una ‘fiesta’ y como estos jóvenes dicen: \"Que se note que estamos vivos\". | T.G |
MÚSICA. Ni bachata, ni reguetón. Ni techno, ni rock. Entre los jóvenes de Villaquejida lo que se lleva es el folclore y por eso un grupo de una decena de ellos han formado el grupo ‘SurLyon’ en el que dan rienda suelta a su afán autodidacta para guardar el legado de sus mayores.
No hablamos de C. Tangana. Tampoco de Naty Peluso ni de ninguno de esos artistas que están entre los más escuchados del momento en las plataformas de música. En la conversación lo que salieron fueron las diferencias entre una jota y un charro, entre lo que se cantaba antaño en Laciana y lo que se entonaba en la Vega del Esla, entre los ritmos que se han perdido y los que aún perduran... Y de eso va precisamente ‘SurLyon’, de que sea más lo que perdura que lo que se muere en el folclore leonés. «Tenemos que preservar el legado de nuestros abuelos», asegura Claudia convencida de que lo que tienen entre las manos este grupo de jóvenes de Villaquejida es mucho más que una simple pandereta, un pandero, un mortero o una botella de anís.
Aprovechando que en Semana Santa los estudios dieron un respiro a los estudiantes, al pasar por la Casa de la Cultura de Villaquejida se escuchaban jotas, corridos y titos. No daban abondo las sonajas de la pandereta y poco descansaba la gaita de Ricardo. Una vez, y otra, y otra más. Había que aprovechar para ponerse al día con el folclore y aumentar un repertorio de canciones tradicionales que esperan poder cantar a sus vecinos en cuanto lo permita la pandemia del coronavirus. Dentro estaban Claudia, Ricardo, Marina, Cynthia y Lidia. La cuestión era repasar lo ya aprendido y al mismo tiempo, avanzar en nuevos temas. Pero antes de empezar a contar qué es ‘SurLyon’, lo cantan y empiezan por ‘Alba y Aliste’, su canción hasta ahora más especial por ser la primera de las que tocaron juntos.
Darío, componente de ‘SurLyon’, esperando el coche de línea a León. | T.G. |
«Como buen amante que soy del folclore y tras haber asistido a clases de pandereta y pandero, quise hacer algo que saliera bien y que gustase a la gente y empezamos unos pocos a ensayar canciones tradicionales», explica Ricardo, un autodidacta que ahora también se ha lanzado con la gaita y ya la ha incluido en el repertorio de ‘SurLyon’. A esa aventura que comenzaron unos pocos se han ido uniendo cada vez más jóvenes de Villaquejida pero también de los pueblos vecinos de Villafer y de Cimanes de la Vega con edades entre los 17 y los 19 años. A Claudia, a Marina, a Cynthia, a Lidia, a Ricardo, a Bea, a Darío y a Javier la pandemia no les frenó las ganas y siguieron ensayando cada uno en su casa para al final ponerlo todo en común llegando incluso en verano a ofrecer el que fue su primer concierto en Villaquejida. «Fue muy emocionante poder cantar para nuestros vecinos aunque impone porque quieres hacerlo lo mejor posible», reconocen. Por eso los nervios afloraron en los primeros minutos, porque en esto del folclore no hay mayores expertos que sus abuelos y muchos de los de ‘SurLyon’ se encontraban entre el público. Entre ellos Sici, la abuela de Ricardo, una mujer incapaz de escuchar una jota sin que se le vayan los pies. «Aquí se ha perdido mucho folclore de la zona y se conserva muy poco, yo escucho mucho a mi abuela pero hay que reconocer que se está perdiendo», lamenta de nuevo Ricardo.
Los chicos de ‘SurLyon’ son también buenos conversadores y cuentan con ilusión las canciones en las que trabajan, aunque no es tarea fácil ya que entre los estudios, las vacaciones y que cada uno está en un sitio «siempre hay alguna baja» a la hora de ensayar. Pero las ganas no fallan nunca. Mientras cuentan su aventura musical en el patio de la Casa de la Cultura de Villaquejida, está Darío a escasos metros, otro integrante del grupo que espera la llegada del coche de línea para irse a León. Le pasan un pandero por encima de la valla para inmortalizar el momento antes de que se suba al autobús y de que sus compañeros continúen contando y cantando.
«Estamos muy contentos con cómo nos están saliendo las cosas porque después del concierto en Villaquejida nos salió otro en Valderas. El apoyo de la gente está siendo muy positivo para nosotros y eso nos anima a seguir», explica Claudia, otra de las componentes del grupo. Su deseo, al igual que el del resto, es «llegar a más y sobre todo llegar a la gente joven para hacerles entender que el folclore no solo es para la gente mayor». Lo explica Marina que todavía guarda en casa algunas de las cintas del folclore portugués que su abuelo le ponía de pequeña. Y en este mismo sentido se pronuncia Claudia: «Queremos despertar pasión entre la gente más joven, que descubran este tipo de música y les entre el gusanillo de querer también ellos participar, queremos llegar a todas las generaciones y abrir el interés de los pequeños».
Claudia, Ricardo, Marina, Cynthia y Lidia, algunos de los componentes del grupo ‘Surlyon’ de Villaquejida. | T.G. |
Saben que las letras de las canciones que cantan tienen poco que ver con la sociedad actual, «aunque de estos ritmos vienen los que ahora se escuchan más como el rock o el pop». En esos ritmos diferentes de pandereta está la clave de todo. «Si escuchas canciones así de antes ves que muchas veces son letras picarones, es como: ahí te dejo el recado para que lo analices», comenta Ricardo entre risas.
«Al final con esto queremos contribuir a que el pueblo tenga actividad, a que no decaiga y que aunque haya una pandemia se note que aquí, en Villaquejida, seguimos vivos», señala Claudia con rotundidad. En el relato de la emergente historia de ‘SurLyon’ no dejan escapar palabras de agradecimiento para el Ayuntamiento de Villaquejida. «Se han portado muy bien con nosotros y en todo momento nos han dado facilidades para tener un espacio en el que ensayar y con el equipo... No podemos estar más agradecidos, la verdad», señalan.
Después de un rato de charla, vuelven a coger sus instrumentos y otra vez a cantar, a aprovechar que han podido juntarse unos cuantos, a mezclar sus risas con sus ganas de seguir mejorando. Que se note que en Villaquejida están vivos.
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