HECTOR BAYÓN CAMPOS. LICENCIADO EN HISTORIA
14/06/2019
Como dijo aquel célebre (y achispado) filósofo: «La despoblación va a llegar». Mejor dicho, ya ha llegado por estos lares; y esta vez viene para quedarse. Los datos demográficos son demoledores: la España rural pierde población a pasos agigantados. Los municipios rurales se están quedando sin gente (y sin servicios); y las ciudades del interior, en su mayoría capitales de provincia, ya no son lo que eran. En la actualidad, los polos de atracción se encuentran en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia etc.) y en varios municipios de la costa mediterránea. Pero reconozcámoslo, en los pueblos y en las ciudades intermedias se vive muy bien, sin embargo cada vez hay más jóvenes, y otros que no lo son tanto, que emigran en busca de unas mejores condiciones de vida y de empleo. Aunque estoy seguro que muchos de ellos si pudieran se quedarían en la «tierruca». Por eso me gustaría explicar el problema de la despoblación, señalando sus posibles causas y consecuencias, a través de un género literario que está a medio camino entre la ucronía y el cuento fantástico. El título de esta disparatada historia es «La vida (perra) de Froi».
Última década del siglo XXI. En León no había más que «cuatro gatos»…y algunos perros. Uno de ellos era «el Froi», un perro mastín, cazurro de pura cepa, de gran tamaño y una nobleza contrastada. En realidad, se llamaba Juan Ramiro de todos los canes pero su padrino, un carea leonés amigo de la familia, le quiso añadir su nombre en la pila bautismal: Froilán. En su pueblo todos empezaron a llamarle así y con los años con Froi se quedó. Su biografía era como la de tantos perros (y seres humanos) que se vieron obligados a emigrar del pueblo en busca de una vida mejor. Por eso, desde muy cachorro, sus padres le inculcaron el amor por la lectura y más de una vez le dijeron: —«Froi, estudia, fórmate, porque esto del pastoreo algún día desaparecerá ¡si ya no quedan ni pastores!».
Aunque él se encontraba muy contento vigilando el rebaño de ovejas de su amo. En su pueblo, en el valle de Nava de los Caballeros, era feliz; sintiéndose lejos del mundanal ruido. Pero al morir sus padres prematuramente, su mundo cambiaría. Su viejo amo, que era un padre para él, le advirtió: —«Pronto me jubilaré, y ya no quedarán más pastores en la aldea. Aquí ya no hay futuro para ti. Emigra, tú que eres joven y tienes estudios; seguro que en la ‘capital’ encontrarás tu sitio». Con lágrimas en los ojos y un sentido abrazo se despidieron…
Subido en una camioneta eléctrica llegó por primera vez al casco histórico de León. Con lo puesto, comenzó a buscar un lugar donde vivir. ¡Qué de gente mayor había! Emocionado, vio la Catedral y los bancos azulejados de un tal Zuloaga. Por lo visto, se quería rememorar viejos (y mejores) tiempos. Pronto encontró alojamiento en un piso turístico situado en La Candamia —el río Torío se había secado, cosas del cambio climático—, aunque tuvo que comprarse un móvil con datos porque la revolución digital había acabado con las tiendas físicas de la ciudad. Solo habían sobrevivido algunos bares, varias tiendas de ultramarinos y alguna floristería…
Pasaban los días, y Froi seguía alucinando… ¡en León había más gente de fuera (turistas) que oriundos! Era la consecuencia de una natalidad bajísima desde hacía décadas, y los pocos jóvenes que aquí quedaban tenían intenciones de marcharse a otros lugares de España. Decían que en esta tierra había pocas oportunidades. La ‘diáspora’ leonesa era enorme. Fíjate como sería la cosa, que un día Froi leyó en el Diario de León: «El leonés Carles Ordoño, nuevo ‘president’ de la Generalitat de Cataluña…». Sin embargo la noticia que más le sorprendió fue: «La alcaldesa de Madrid, Nonia Almudena Urraca, estará en el palco de honor del Santiago Bernabéu para asistir al partido de fútbol entre el Real Madrid y la Cultural Leonesa correspondiente a la vigésima jornada de Primera División». Estaba claro que los de León por donde iban triunfaban...
Pero Froi tenía un sueño desde cachorro: hacer una carrera universitaria. ¿Un perro estudiando en la ULE? Sí, esto fue posible porque las instituciones políticas, en su ilimitado afán recaudatorio, habían decidido que perros y gatos pudieran matricularse. Claro, pagando como los demás las (elevadas) tasas universitarias. Algunos jóvenes decidieron hacer «la carrera del galgo» pero él siempre lo tuvo claro: quería ser profesor de Geografía e Historia.
Se matriculó en el Grado de Historia y se sacó la carrera, año por año, convirtiéndose en el primer perro en España que obtenía un título universitario. Su fama traspasó fronteras, y los medios internacionales se hicieron eco de la noticia. Posteriormente, trabajaría como docente interino en varios institutos de la provincia. A sus alumnos, al principio, les chocaba la idea de tener un mastín como profesor, pero pronto comprobaron que tenía vastos conocimientos y lo mejor, es que sabía transmitirlos.
Con los años, le entraría «el gusanillo» de la política. Tenía grandes ideas, y decidió lanzarse a la arena política con la creación de un nuevo partido, el G.U.A.U. (Grupo, Unido, Altruista y Universal). La gente ya estaba harta de los políticos convencionales y Froi era diferente. Su honestidad encandiló a los electores que le dieron su confianza en las urnas. Por primera vez en la historia de España un perro era Presidente del Gobierno. Aunque nunca se olvidó de sus orígenes, porque desde su posición hizo todo lo posible para que empresas nacionales y extranjeras se instalaran en las zonas rurales, y aumentó de manera significativa la partida económica para que hubiera más médicos y maestros en el medio rural. Con estas nuevas oportunidades de trabajo y unos mejores servicios, los jóvenes, poco a poco, decidieron volver a los pueblos y tuvieron cada vez más hijos. Empezaron a «echar raíces» en la tierra; Froi lo había conseguido…
Epílogo: busco ‘Mecenas’ que quieran compartir esta y otras historias. Gracias, Diario de León.
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