La sobrevivencia alimentaria siempre
fue cosa de imaginación y de poner en práctica aquellos útiles y herramientas
simples, sencillas y humildes, pero que resolvían a la perfección cualquier avatar o problema a la hora de dar
de comer a tanta gente. Inventos, y no
por suerte, a millones, que fueron remendando en lo posible las carencias
y hacían más fácil la vida a sus usuarios, así como arreglaban las economías
maltrechas de los más avispados en tiempos para recordar y no olvidar en la
memoria. Uno de esos inventos fueron los fideos, la pasta rica, pero que
necesitaban de máquinas especiales para su fabricación. Útiles que necesitaban
mucha creatividad para pensarlas y a su vez fabricarlas, y que funcionaran para
el cometido. Así nacieron las máquinas para fabricar fideos. Un ancestro y la
lengua y la memoria se deshacen en palabras antiguas como “Fideleros”, aquellos ambulantes de mula,
burra o carro que pasaban por los pueblos allá por finales de agosto y
septiembre, y con un trípode o banco de madera y el artilugio que fabricaba
fideos; hacían la masa a base de harina tamizada y agua, sal…dependiendo de los
gustos; cuando había huevos también se echaban a la masa.
El hombre hacía los
fideos en su máquina y al cabo salían los hilillos de pasta, que él cortaba con
las manos y dejaba secar sobre un trapo grande; eran los fideos para comer en
fresco. La tarea de estos artesanos no estaba exenta de dificultades pues la
materia prima que utilizaban principalmente, harina de trigo, cebada o centeno,
estaba intervenida y en las casas poca había. Elaboraban la pasta en la cocina
de cada casa y en los barrios en dos o tres lugares para todos los demandantes.
En los casos de los fabricantes sedentarios "los demandantes acudían a sus
domicilios y se llevaban los fideos o macarrones" aunque les gustaba ver
cómo se hacían pues "era mucha la desconfianza".Con
la harina siempre aportada por el cliente, el artesano hacía manualmente la
masa en una artesa añadiendo harina,
agua hirviendo y anilina vegetal para darle color amarillento, aunque algunos
utilizaban un barreño de barro más ancho por la boca que por el asiento llamado
el "barrañón" que tenía el inconveniente de enfriar antes la masa. Un
veterano afirmaba "que la elaboración de la masa era lo más complicado
pues tenía que ser gorda, ya que si salía delgada podía estropear el
trabajo."
Una máquina de husillo para fabricar fideos,
aquellos primeros macarrones y pastas varias.
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Para la elaboración de los fideos y macarrones utilizaban
una máquina sencilla formada con un cilindro, como elemento fundamental, que se
acoplaba a una base sujeta en una superficie plana, generalmente una mesa,
mediante dos sargentos. En su interior se colocaba la masa previamente
elaborada, introduciendo un husillo portando un émbolo basculante que
presionaba la pasta de forma que al pasar por distintas clases de discos
agujereados (plantillas) según productos y tamaños, permitía obtener los fideos
y macarrones. Uno de los artesanos hacía girar "el volvedor" (el husillo)
mientras el otro realizaba dos operaciones al mismo tiempo. La primera, recoger
el producto enrollándolo en palos de avellano, o de cualquier tipo de árbol,
que hacía avanzar de derecha a izquierda para colgarlo en forma de hebra ó
madeja para evitar que los fideos o macarrones se juntaran formando una masa.
La segunda, utilizando la otra mano, en ventilar con un cartón, el
"soplillo" para conseguir su más rápido enfriamiento. Se terminaba
colocando los palos entre dos sillas en el desván o en otro local con las ventanas
abiertas a fin de lograr corrientes de aire. Los chinos sostienen
haber sido los primeros en inventar esta pasta con forma de hilo. Sea como
fuere, la primera referencia escrita a los fideos procede del este
de la Dinastía Han entre el año 25 y 220 d.C. En octubre de 2005, se
descubrió el fideo más viejo del mundo en Lajia (cultura Qijia) a lo largo
del río amarillo en Qinghai, China.
Se determinó que su antigüedad era de 4.000 años y que quizás se elaboraron
con mijo
setario. Las recetas para la masa de fideos estirados a mano se guardan
celosamente y no es fácil conseguirlas. Uno de los ritos de aprendizaje para
estirar fideos consiste en conseguir una buena receta para la masa. Esto
requiere bastante experimentación.
La masa necesita una harina con un
porcentaje bajo de gluten, aproximadamente 12 por ciento, y un medio alcalino
que se puede obtener añadiendo bicarbonato a la harina. La alcalinidad debilita las
proteínas de la harina, mejora la retención de humedad hidratando los
almidones, y produce una masa más flexible que facilita estirar los fideos. Si
bien es difícil encontrar un origen histórico para la elaboración y consumo de
fideos, varias fuentes señalan que el fideo fue usado en las antiguas
civilizaciones romana, árabe y china. Desde la antigüedad, los cereales han
presentado una gran facilidad tanto para el transporte como para el
almacenamiento. Fue la expansión y dominio de Roma lo que fomentó el cultivo de
los cereales en toda la cuenca mediterránea.
El problema era el cuidado del
almacenaje. ¿Cómo? Tostando o moliendo los granos. De esta manera se prolongaba
la conservación. Pero, transformar el trigo en harina era solamente una
solución provisional. Así que se empezó a amasar la harina, usar levaduras y
cocinar el pan hasta dos veces para hacer una especie de galleta que,
almacenada herméticamente, podría durar años. ¿Y por qué no amasar aparte la
harina, hacer láminas u otro formato y secarla al sol? Así se produjo el
invento de las pastas y fideos. Me cuentan
que en los primeros años cuarenta del siglo pasado eran numerosos
los asturianos, entre otros, que
provistos de sus aparatos de hacer fideos, llegaban a las tierras castellanas
recorriendo los pueblos y ofreciendo sus servicios. A uno de ellos le pudo
copiar la pequeña máquina un leonés que no recuerda el nombre y aprender su manejo iniciándose en la
actividad en 1942. Pocos años después llegó a fabricar (era mecánico de
profesión) y vender estas máquinas, lo que no dejaba de ser complicado pues
"no había de nada y tenía que recurrir a recuperar materiales de los
deshechos". Con frecuencia los clientes llamaban "al de los
fideos" por los medios de la época (mensajes verbales) y en algunos
pueblos llegó a anunciarse su llegada mediante dos toques seguidos de campana.
Hay que recordar que sobre todo en las fiestas patronales no podía faltar la
sopa de fideo.
Poniendo en varales los fideos para su secado. |
No sabía de su existencia, que gran labor la del Museo, muchas gracias por informarnos de estos oficios y maneras de vivir.José Fernández -Oviedo-
ResponderEliminarMuy interesante, no tenia ni idea de este oficio, tiempos donde habia necesidad y por ello se exprimia la mente mucho mas que ahora. Andrea
ResponderEliminarQue curioso es, muchas gracias por informarnos de cosas pasadas no vividas personalmente. Jose
ResponderEliminarUna muy buena forma de informar sobre trabajos desconocidos.
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