Las famosas pandereteras de Casares de Arbas graban su primer disco gracias al folclorista David Cárcamo, que inicia así una ambiciosa serie sobre la música leonesa .
e. gancedo | león 29/01/2013
El equipo consiguió hacer de las cocinas unos auténticos «estudios de grabación». En la foto, Ángeles, Cilinia y Marucha. x.a. ambás |
Marucha, Nieves, Cilinia, Adamina, Ángeles e Isolina son unas grandes de la música. Pero no de las altisonantes listas de las radiofórmulas de moda, no, sino de ese patrimonio inmenso y enormemente ‘prestoso’ que es la música popular y el patrimonio oral leonés. Pandereteras desde su juventud, estas veteranas montañesas —son todas de Casares de Arbas— llevan largos años animando las fiestas y bailes de su pueblo natal y comarca, pero además, y desde hace unos años, son llamadas a participar en eventos organizados en muchos otros lugares —son habituales del Festival Omafolk, por poner sólo un ejemplo—.
Ahora, y con edades que oscilan entre los 73 y los 89 años, esperan la inminente aparición de su primer álbum, que además no es una producción cualquiera: se trata de cuatro discos en uno, que constituyen la primera entrega de una ambiciosa colección discográfica titulada La tradición oral en León, dividida en pueblos y comarcas y que ha puesto en marcha, de manera personal, el folclorista, tamboritero y profesor de Historia David Álvarez Cárcamo. Este omañés —de Guisatecha— cuenta cómo surgió la aventura: «Siempre he sido muy aficionado al trabajo de campo, a las grabaciones y encuestas de los mayores, de la gente auténtica de nuestros pueblos; ya de chaval iba reuniendo los trabajos de Parva y Sosiega, de Chema Fraile, etc. A las pandereteras de Casares de Arbas, que son muy buenas, las conocía desde 1999, pero fue a partir del espacio que les dedicó Xosé Ambás en su Camín de Cantares de la TPA cuando la idea tomó cuerpo —el mismo Ambás me animó mucho a ello—. Y con la ayuda de Toni de Benito, que es el técnico de sonido del programa, comenzamos las grabaciones».
Al final, este Casares de Arbas, que estará disponible en quince días (y que se presentará oficialmente, según prevé Cárcamo, después de Semana Santa), contiene 85 temas muy representativos de la Montaña Central, como la ronda El artillero que ya murió, la Jota de las tonadas viejas, el baile Lo llano o una curiosa versión del romance Blancaflor y Filomena. En lo relativo a los cuentos, media docena, los hay muy desconocidos —no es una zona excesivamente trabajada en ese aspecto—, y algunos incluyen apreciables rasgos lingüísticos propios del asturleonés central pero con l.l o ‘che vaqueira’, por ejemplo El l.largomayu (el ‘largo mayo’), o también el de Xuan Oveyu (Juan ‘ovejo’) Este relato culmina de esta curiosa forma: ‘Cura curete, pantalón de mandilete, mangas anchas de mio l.lenzu, faceor de los mios fíos, padre del mio Periquín, ¿Por qué chamaste Xuan Oveyu al mi maríu Martín? Xuan Cornudu chamo yo. ¡Te xuro y te he de xurar que el burru que aquí me trajo a casa me ha de l.levar, ¡péscame Xuan!’. Cantares, palabras y relatos que surgían en la casa de una de ellas, donde se grabaron casi todos los temas («llevábamos allí el equipo, o sea que hicimos de la cocina un auténtico estudio de grabación», observa David) y donde el trabajo solía desembocar en un animado filanderu con migas, chocolate y frisuelos incluidos.
«Todas ellas están muy contentas e ilusionadas con el proyecto, pero algunas aún no se dan cuenta de su verdadera dimensión, de la gran importancia que tiene reunir este tipo de patrimonio antes de que desaparezca», aportó, siempre entusiasta, David Álvarez Cárcamo
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