sábado, 25 de agosto de 2018

NOTICIA: Un GPS con badajo


Fernando Barrientos en el Museo Etnográfico de Miranda do Douro
durante su investigación sobre cencerros.

T.G. | 25/08/2018

PATRIMONIO. El cencerro es la ‘Pieza del mes’ en el Museo Etnográfico Provincial de León en Mansilla de las Mulas, un elemento que apenas ha variado en su forma desde los romanos y que aunque con su uso en retroceso, tiene mucha historia. De contarla se encargará este sábado a las 18:30 horas el historiador Fernando Barrientos. 

Solo quien sabe lo que es el arrullo de un cencerro, quien arreglaba de chaval las correas de los del rebaño de su padre, quien es hijo, nieto, biznieto y tataranieto de pastores, solo alguien así puede capitanear la ‘Pieza del mes’ del Museo Etnográfico Provincial de León en Mansilla de las Mulas. Y ese es Fernando Barrientos, el historiador con raíces en Valencia de Don Juan que esta tarde profundizará en los cencerros, «y cencerras, que no es lo mismo». 

Este joven, que actualmente trabaja como Técnico de Cultura y Turismo en el Ayuntamiento de Gordoncillo, hará un recorrido por la historia de este útil utilizado ya desde los romanos para saber dónde estaba el ganado. Ese sonido que sale del badajo son los ojos del ganadero cuando estos no alcanzan a ver su rebaño, una especie de GPS ancestral que marca el diálogo entre el animal y el hombre. Poco ha cambiado el mecanismo del cencerro, «o cencerra, que no es lo mismo», desde que se inventase para saber si una oveja estaba enriscada en un zarzal, para percatarse de si llegaba el lobo o como elemento de connotaciones máginas colocándose en la trasera de los antruejos como remedio para espantar a los malos espíritus. 

Fernando Barrientos destaca de este artilugio ganadero que sigue teniendo el mismo proceso de fabricación desde que comenzó utilizarse, siendo en todo caso artesanal «100%». «Una pena que su uso, y por tanto su fabricación, estén en retroceso dado que cada vez se tiende más a la estabulación del ganado», comenta Barrientos. Reconoce el historiador que tiene este elemento una variada terminología según la zona con nombres que van de «medianas, medianas pucheras, piquetas, piquetillas, esquila, campano...». Diferentes denominaciones para referirse a una misma cosa, a una instrumento que se asocia con la locura por aquello de «estar como un cencerro», «que no cencerra, que no es lo mismo». 

Pero no todos son iguales, varían de tamaño y también de materiales, sobre todo el badajo. «Pueden ser de madera, normalmente dura como de encina, pero también de cuerno o asta de toro, que daban un sonido más nítido. También los hay de hueso con un sonido totalmente diferente y luego están los de metal, que estos son contraproducentes porque al chocar entre sí las dos piezas del mismo material, ambas se desgastan dando a la pieza un corta vida útil», explica Barrientos en una adelanto de lo que será su charla de esta tarde a las 18:30 horas en el Museo Etnográfico Provincial. Es allí donde se guarda una amplia muestra de cencerros como el elegido como ‘Pieza del mes’, en este caso datado en el siglo XIX y procedente de la zona del Curueño. 

Pero es cencerro, «y no cencerra, que no es lo mismo». Y es que Fernando hace hincapié en que del masculino al femenino hay en este caso una gran distancia. «El cencerro se emplea más para el ganado mayor, para vacas o caballos, mientras que la cencerra es la de las ovejas, más pequeñas», explica. Pero siempre hay excepciones ya que los trashumantes ponían cencerro a los castrados, con un sonido mucho más grave que era el que marcaba el ritmo del ganado. Esta tarde será Fernando Barrientos quien marque el ritmo de una parte importante del patrimonio pastoril que invariable aguanta estoico la embestida del tiempo, rugiendo aún en los rebaños de quienes se niegan a perder el diálogo con los sonidos de antaño.

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