Injerto en ciruelo,
de los más difíciles que prendan.
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Más o menos, por este tiempo de primavera, se ven los avances de los injertos realizados con una de aquellas lunas de finales del invierno, en aquellos árboles frutales y otros para mejorar troncos y ramas, viñas, plantas mil, frutos… que hagan más cómoda la vida sin alterar el medio ambiente, y sin trastornar la esencia de la naturaleza y la tierra viva; al revés, la sabiduría natural, agradece en estos términos la mano bienhechora del ser humano. Pero no todo es fácil en estas componendas; la naturaleza, a la larga, solo admite aquello que preserve con dignidad y explotación racional el bien de todo ser vivo, de lo contario, tarde, o más tarde, pasa factura con ciertas enfermedades muy fastidiadas, y además se abandona la sobrevivencia de miles de especies en esta terna por la vida y en ella.
Injertos en higuera.
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Quién nos iba a decir que de un solo árbol, podríamos recoger el fruto de varias variedades, mejorarlo en sabor y olor, en calidad… pero sin desprenderse de la esencia primigenia del fruto… solo mejorar lo ya acometido ancestralmente por la naturaleza y su sabiduría. Y en esas andamos hoy, intentando recordar aquellas maneras simples y cómodas de llevar a cabo esa mejora para la alimentación humana y animal, en algunos casos; así como crear las bases no tan científicas, y más a flor del entendimiento de los hombres y mujeres a pie de terruño, y que sí saben muy bien por donde andan y van estas labores agrícolas y de huertos.
Injerto en T que ha
salido bien en una higuera.
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Aquí solo entra la experiencia de las buenas gentes de nuestro agro, y de aquellos domingueros venidos al pueblo a sellar las viejas costumbres de los ancestros, y en muchos casos, a implantar las nuevas tecnologías, que si bien, mejoran las técnicas, en lo esencial, y como dice mi buen amigo Custodio… ¡si sale sale, y si no, ni con loctite…! hablamos de los injertos en frutales y otros añadidos experimentados a sol y sombra, un jarro de vino o bota, algo de embutido al finalizar la contienda del rito de injertar, mientras la tarde se va muriendo en manos de la luna … el resto, como saben, y sus resultados, a partir de un tiempo largo y rotundo.
Injerto en ciruelo
silvestre, apenas dan
fruto… si prenden
van muy bien.
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El injerto es un milagro. Se injerta una planta sobre otra y toda la vida deberán vivir juntas, la una sobre la otra. Gracias a que a lo largo de miles de años se ha injertado, hemos podido crear nuevas variedades de fruta, así como mantenerlas y mejorarlas. Para que dos partes de dos plantas diferentes se adhieran y juntas emprendan una nueva vida, la clave es la savia. El patrón y el injerto se unirán por cirugía. La operación quirúrgica es a vida o muerte y consistirá en poner exactamente a la par y unir el tejido de la parte interior de la corteza en ambos, que es por donde circula la savia. El injerto se realiza justo antes de que comience el gran flujo de la savia; el de púa a finales de invierno y el de escudete a finales de verano.
Por si acaso, dos
mejor que uno, injerto realizado en Villafalé.
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Se injerta a finales de la luna descendente para que el reflujo de savia adicional de la ascendente ayude a que las dos partes se unan y prendan. La práctica del injerto se realiza desde la más remota antigüedad. De este modo se han podido transmitir, de generación en generación, las variedades frutales de mayor interés. La propagación por semilla no da lugar a la variedad deseada, al no producir fielmente sus características debido a la disgregación de sus caracteres genéticos. Mucho antes de que anduviéramos haciendo mezclas de especies con la genética, a los humanos agricultores ya les gustaba lo de andar combinando unas plantas con otras a través de los injertos. Así se han mezclado frutas, sabores, formas, se han buscado variedades más fuertes y se ha cogido lo mejor de una con lo estupendo de la otra.
Efectivamente, ahí estaba el abuelo haciendo injertos de yema en los manzanales. El me explicó que hay injertos de púa e injertos de yema y me explicó sobre las ramas en qué consistía uno y otro y como lo hacía. Dentro del injerto de púa, hay varios tipos, el de corona o corteza, el de costado o lateral y el inglés. Y también hay variantes dentro del de yema; escudete o yema, chapa o placa y chip o astilla, una de las bases de un buen injerto es la compatibilidad, es decir, que han de poderse unir y formar una sola planta. Todo lo cual, creo que deja sin efecto la petición del nieto de crear una mezcla de manzana y mandarina llamada “manzarina”, jejeje.
“Las fases lunares ocurren y se repiten a lo largo de las estaciones solares en la tierra dando lugar a complejas situaciones planetarias tierra-luna por ejemplo en la dinámica de la savia de las plantas, ya que la fuerza de atracción de la luna más el sol sobre la superficie de la tierra ejerce un elevado poder de atracción sobre todo líquido. Después de los tres primeros días de la luna nueva hacia el cuarto creciente, la luna influye más en el desarrollo vegetativo de los árboles frutales, retardándoles la fructificación, logrando su máxima expresión vegetativa en la luna llena. Mientras que tres días después de la luna llena hacia el cuarto menguante estimula y favorece la producción de frutos. Los acodos e injertos, en la mayoría de los casos, se realizan entre creciente y el plenilunio, en el período de tres días después de la creciente y tres días después de la luna llena, lo que da siete días en los que el índice de agarre de los injertos es mayor.
Injerto en manzano, del mismo árbol
tres clases
diferentes de manzanas.
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Las tareas de poda y limpieza de árboles enfermos se centralizan entre la fase de luna menguante y la luna nueva, evitando pudriciones y obteniéndose una rápida y mejor cicatrización. La luna nueva es considerada como la fase donde todo se limpia. Todas estas actividades no son ejecutadas entre luna creciente y la luna llena, porque la savia de las plantas o de los árboles está en los brotes o en las partes más nuevas de las mismas; muchas plantas o árboles pueden debilitarse y morir si no están bien nutridos y bien fortificados. Esta fase sin embargo, es ideal para cosechar frutos en su estado más jugoso. Para la realización de podas en árboles nuevos, período de formación de copa y producción de estacas, se recomienda realizar estas actividades entre la luna nueva y la luna creciente, con la finalidad de estimular el rebrote vegetativo de los mismos; por otro lado, este período lunar es el más apropiado para el trasplante de plantas de un lugar a otro, y es el espacio ideal para la poda de las raíces de los árboles ornamentales. Por otra parte, la poda de los rebrotes vegetativos, en algunos cultivos, se debe realizar durante la influencia de la luna menguante, para evitar el debilitamiento del cultivo y la caída de la producción de frutos…” Del maestro Alex Torres, casi nada…
Pero por aquí, por nuestras tierras de silencio y frío, también andan los hombres de la navaja y el hocejo, haciendo cuñas perfectas y abriendo el corazón donde la savia es más abundante… (se dan cuenta, abren el corazón para dar vida) los hombres y mujeres que pacientemente remataban el injerto con barro y un trapo atado fuerte a la rama en cuestión; más para acá, comenzaron con una parte de cera virgen, otra de parafina y otra de manteca de cerdo y otros añadidos para que quedara bien el injerto… y vaya si salían bien… hay de todo, y dependiendo de zonas, unos son más fáciles y otros más difíciles, hablan los mayores que difícil era injertar el ciruelo… otros que injertaron sobre laurel cerezos… otros… la experiencia y el dominio de estas lides se pasaba y se pasa de abuelos, padres, a hijos y nietos; de estos últimos cada día abundan menos en las huertas y jardines; tienen otras actitudes más informáticas y digitales, pero alguno se amarra todavía al saber popular y ayuda en estas labores que llenan el paladar de buenos frutos, el olfato de buenas flores, y la vista con buenos árboles que adecentan y tranquilizan el espíritu, si todavía existe. Y como dice el refranero popular… ¡Quien tropieza y no cae, adelanta dos pasos…!
Injerto de cerezo en
Manzaneda de Omaña.
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