Una de las imágenes de los lobos. - ACAJÚ |
E. GANCEDO | LEÓN
En un principio no habían barajado León. Sus primeras incursiones las hicieron por las provincias de Guadalajara y de Zamora, en la muy lobuna sierra de la Culebra. Después llegó Palencia y, por fin, el norte de León. Aquí encontraron lo que andaban buscando. «Y no es extraño, porque si hablamos de cañadas trashumantes, las más importantes nacen en tierras leonesas», recuerda Arturo Menor, realizador talaverano que es el artífice principal de Barbacana, la huella del lobo, un potente documental cuyo protagonista no es sólo la durante siglos temida alimaña sino más bien su relación histórica con el hombre y los rebaños. En estos momentos el equipo da los últimos retoques a una producción de al menos 75 minutos de duración que se estrenará después del verano, a nivel nacional, y en las salas comerciales, al estilo del muy ambicioso Cantábrico.
«Comenzamos a grabar en mayo de 2016 y terminamos en marzo de este año —cuenta Menor—. El 90% del documental tiene su base en León, además de una pequeña parte en Palencia. La razón es que aquí encontramos pastores que siguen manteniendo prácticas tradicionales y que nos mostraron la mejor de las disposiciones a trabajar con nosotros». Después de estrenar Wildmed, el último bosque mediterráneo, exhibido en más de cien países, el responsable de la productora sevillana Acajú y director del Festival Internacional de Cine Científico y Ambiental de Doñana, quiso comprender las razones de las últimas polémicas registradas entre lobos y ganaderos. «Quisimos conocer el asunto de primera mano y, sobre todo, ver qué soluciones proponen ellos», explicó al Diario. ¿Y qué comprobaron? «Pues que no hay tal conflicto, o que al menos es exagerado. El lobo, más que un problema, para ellos es una molestia, comparado con otras trabas, y tienen numerosos —y a veces muy sencillos— recursos seculares para evitarlos. Por ejemplo, el uso de mastines, que son un elemento muy importante de la película, o la barbacana que da título, una cuerda tendida a un metro de altura que les disuade de entrar al redil», comunicó.
«Son medidas preventivas que llevan mucho tiempo inventadas y datan de épocas en las que había más lobos y más ganado, y aun se están inventando otras nuevas muy efectivas», dice Arturo Menor, quien alaba sobremanera a pastores leoneses como Violeta Alegre y Gregorio Fidalgo, de Lago de Omaña, que aparecen en el filme. «Yo destacaría de ellos su triple amor: a la naturaleza, a las ovejas y a los mastines. Son tan buenas personas, tan generosos... sin duda, lo mejor de este rodaje ha sido la experiencia humana», concluye el también biólogo y cabeza visible de un nutrido equipo que incluye a grandes especialistas del cine español como por ejemplo José M. G. Moyano en edición de imagen, Daniel de Zayas en registro de sonido y Nicolás Poulpiquet en mezclas de audio (los tres reconocidos con premios Goya por La isla mínima, Tres días y Las brujas de Zugarramurdi, respectivamente).
Barbacana, la huella del lobo ya ha sido seleccionada para la próxima edición del Festival de Cine Español de Málaga.
Álvaro de Armiñán (ayudante de dirección), Daniel de Zayas (sonido directo), Arturo Menor (director), Miguel Sánchez (realizador leonés) y José A. Vallejo (cámara). ACAJÚ |
El pastor Gregorio Fidalgo (centro, con sombrero), junto a Arturo Menor (con gorra) y otros miembros del equipo. ACAJÚ |
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