El perro carea y los pastores son los grandes protagonistas de Carea, pero también todo aquello que forma parte del mundo que les rodea. | DANIEL MARTÍN |
La fiesta lleva un nombre que lo explica todo: Carea 17. Este trabajador e inteligente perro es quien va dando pasos en esta cita de Cerezales del Condado para, una vez reconocido, seguir dando muestras de sus cualidades y utilidad, algo que no duda ningún pastor. El que este domingo era homenajeado en esta cita, Arcadio Rodríguez, lo decía claro y contundente: «El carea hace el trabajo, sin él sería imposible controlar a un rebaño».
No son imaginables uno sin el otro. Por eso en este Carea 17 se daban la mano las actividades en torno al carea: demostraciones, conferencias, pruebas... «Concursos no, no va con la filosofía de esta raza; lo único que hacíamos era analizar, ver si los perros que acuden son careas o no, si se acercan al tipo de la raza. Y en eso hemos dado un gran paso de la anterior edición a esta, los 37 que concurrieron eran careas, más o menos pero careas», señala Félix García, secretario de la Sociedad Canina Leonesa y uno de los grandes expertos en esta raza; quien añade algo que le parece importante: «La presencia del vasco José Urien, gran experto en el perro pastor vasco, que nos hizo una charla preciosa sobre la importancia de estos perros pastores. Sabemos que nos queda mucho trabajo por hacer pero estamos muy contentos de Carea», una cita que apadrina la Junta Vecinal de Cerezales del Condado.
Sólo un ‘pero’, mínimo, que alguno de los careas que esperaban no pudieron acudir pues «son fechas de primeras comuniones, que impiden a alguna gente moverse en estos días».
La emotividad, la sincera palabra de pastor, la puso el homenajeado de este año, Arcadio Rodríguez, pastor de vecera toda la vida «pues comencé a serlo con solo 8 años cuando murió mi padre y tuve que hacerme cargo del rebaño» y con 11 años ya llegó a Villamayor, donde nunca abandonó su oficio, en el pueblo o en los rebaños comunales vecinos. Y más. «Sí, porque al jubilarme, cuando desaparecieron los rebaños comunales, dejé unas pocas ovejas para seguir saliendo con ellas al campo cada tarde. Es mi vida».
Le entregó la placa de reconocimiento el consejero de Fomento, Suárez Quiñones, que pasó en Cerezales prácticamente toda la jornada interesándose por todas las actividades.
Pero la fiesta del carea y el pastor tuvo muchas más actividades. La gastronomía tiene un papel importante con dos de las joyas de la corona de la cocina pastoril: la caldereta de cordero y las famosas migas de pastor. Hechas «como debe ser». Ylucha leonesa, demostraciones de esquileo, ganados, parejas de tiro y stands de productos de estas tierras que construyen un mundo y un ambiente en el que se puedan sentir a gusto el carea y el pastor.
Y se cerró con música. Diego y Rodri, es decir Tarna, cantan aquello de «si esperaran las liebres». Y si no díselo al carea que te las pone donde le digas.
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