LA ESTACIÓN DEL COLOR Y LA ALEGRÍA
Autor: Toño Morala
Fotografías: José Andrés Martínez
Fotografías: José Andrés Martínez
Aulaga
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Cómo escribir sobre la primavera sin caer en los tópicos, en esa ñoñería y arrogancia que algunos y algunas utilizan para rendir cuentas con la hipocresía, el aburrimiento pasado por un largo invierno lleno de frío y densa soledad. Cómo escribir sin caer en la tentación de aliarse con palabras llenas de color y vida, cuando uno se levanta en blanco y negro, y se acuesta en gris ceniza. Cómo escribir de la primavera cuando la luz se hace grande y las lunas empiezan a llenarse de rojo olvidado, y la melancolía se cuela y llega con ese aura mortecino al corazón del ser humano escurridizo y angustiado.
Amapola Amarilla
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Altramuz Azul.
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Borbonesa
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La primavera, esa precursora de vida y que nada pide a cambio, que nada hace sospechar que haga daño; eso de las alergias, parece ser, entre otras cosas, que es una cuestión de envenenamiento del medio ambiente, pero como siempre, no hay culpables, nada de culpas hacia la explotación irracional de los recursos naturales, de la inmensa cantidad de mierda química que nos rodea; nunca hay culpables para el “progreso”. Menudo progreso que acaba con la expectativa de los herederos de una vida mucho más natural, y en esa intromisión, entra la primavera… la estación de la vida.
Azucena Silvestre
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Petrocoptis viscosa |
Gallocresta
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Algunos estudiosos comentan que con solo dejar a la naturaleza sin hacer nada ni siquiera a favor, en algunos pocos años, se recuperaría del daño realizado, y que la propia primavera ordenaría el estado de cosas con ese inmenso beneficio para los seres humanos y toda la flora y fauna del planeta. Algunos ya no lo veremos, pero por lo menos nos damos cuenta de la necesidad de mejorar el medio ambiente para dejar a los próximos supervivientes un planeta más limpio y explotado racionalmente. Y aquí entra la educación y la cultura como algo básico para que siga girando la rueda natural en beneficio de todo ser vivo.
Clavelillo Silvestre
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La primavera es una de las cuatro estaciones de las zonas templadas, la transición entre el invierno y el verano. El término "primavera" proviene de prima (primer) y vera (verdor). Astronómicamente, esta estación comienza con el equinoccio de primavera (entre el 20 y el 21 de marzo en el hemisferio norte, y entre el 22 y el 23 de septiembre en el hemisferio sur), y termina con el solsticio de verano (alrededor del 21 de junio en el hemisferio norte y el 21 de diciembre en el hemisferio sur). Sin embargo, a veces es considerada como los meses enteros de abril, mayo y junio en el hemisferio norte y septiembre, octubre, noviembre en el hemisferio sur. En nuestra provincia, la primavera se retrasa algo cuando el invierno viene con mucha nieve y frío; hay zonas más templadas como la olla del Bierzo y otras, donde la riqueza natural es tan inmensa y rica, que acontecen primaveras más agradables y con más adelanto de vida.
Lino Azul
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Por marzo, el desnieve hace torrenteras que llegan a las afluentes de nuestros ríos, cantarinas susurran el principio de la primavera. Afuera, en las esquinas del olvido, en la albura soledad de la nieve, el frío, ya no se siente tan guerrero, y nacen los Marzuelos, esa primera seta que algunos comentan que es una bendición de la naturaleza de lo buena que sabe. La noche, aburrida, se va apagando poco a poco; muy pronto, amanecerá la primavera y las primeras flores alegrarán la vista de pájaros y su alegría invitará a marcharse del desconsuelo y la tristeza; por fin, alguna sonrisa se deja llevar sobre los prados aún con sombras de nieve en la montaña, y la mies, en el sur, pinta el color de la primavera. Así acontece una pequeña parte de esta estación tan singular y placentera. Dice el refranero popular… “En marzo tres hojitas tiene el ajo”, “Adiós, marzo venturoso, más vale que vengas seco, que de lluvias tempestuoso”. Abril es un mes revoltoso, que en el campo tiene fama de informal y traicionero por sus bruscos cambios. Los días de auténtica primavera se mezclan con otros de carácter invernal; días despejados y soleados alternan con otros de chubascos y tormentas y marcados retrocesos al frío con noches de helada.
Doce Apóstoles bajo la
cumbre de la Guiana
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El cuco es el notario que da fe de la llegada de la primavera. Por montes y bosques se oye su rítmico canto a principios de abril. Más avanzado el mes de las suaves temperaturas traen el “veranillo de las lilas” en parques y jardines. Y se deja llevar por… “En Abril, sólo poda el ruin”, “En Abril, cortas un cardo y te crecen mil” o aquel otro que dice… “Abril puede traer rocío, y otras veces helada y frío”. La conducta humana en la primavera se altera… y ya dice el refrán que “la primavera la sangre altera”; y si hablamos de los animales, los mismos y su instinto natural les lleva a ser más sociables entre ellos. Y qué me pueden contar de esas alboradas de rocío, de ese equilibrio en los campos, de esa vida transmitida y fugaz que da paso a esta explosión. Estos días hemos visto alguna película sobre los niños mal llamados salvajes que se criaron por múltiples historias, desde pequeños, en plena naturaleza, con todo lo que ello conlleva, desde buscarse la vida para comer y no pasar frío, hasta convivir con lobos y todo tipo de animales y plantas.
Pero mayo también llega, y lo hace provisto de amapolas entre los trigales aún verdes pero espigados… y esas formas más calmadas de primavera. “Bienvenido sea mayo”, “Mayo hace el trigo y agosto el vino”, “Febrero revuelto, marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso”. Y no hay que olvidar que entre el 11 y el 14 de mayo, pueden llegar heladas que temen mucho los agricultores… paciencia y a rezar; y en ese tiempo de primavera, también ocurren cosas importantes, donde algunas mujeres muestran la tripa embarazadas del duro invierno, y algunos mayores van dejando rastros de enseñanza y memoria. Desde los tiempos más remotos, el hombre, cuando no puede comprender el mundo externo que lo rodea, crea representaciones míticas. Así, la humanidad ha llegado a mitificar desde la salida y la puesta del sol hasta los fenómenos atmosféricos, el crecimiento de las plantas, el nacimiento y la muerte.
Hipos rico
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Jarilla
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Flores de primavera
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La primavera es la estación del renacimiento... así lo entendieron la gran mayoría de las religiones antiguas y, a partir de ello, levantaron muchos de sus mitos. En este contexto, la primavera es vista como lo muerto que renace. Una vez más ocurre el milagro; de los árboles deshojados renacen nuevos brotes y, una vez más, hay cosecha, es decir, vida. Cuenta Homero que hubo un tiempo en el sureste de Europa en que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa y las flores nunca marchitaban. No existía el invierno, ni la tierra yerma, ni el hambre. La artífice de tanta maravilla no era otra que la diosa de la fecundidad de los campos, Démeter (la Madre Tierra). Deméter se convertiría en la cuarta esposa de Zeus, padre de todos los dioses, dueño y señor del cielo. De este matrimonio nacería Core (doncella), que después recibiría el nombre de Perséfone. La criatura era el amor de su madre, y una joven de gran hermosura. Solía acercarse a un campo repleto de flores a jugar. Un día pasó por allí el terrible Hades, dios de los infiernos, con su temible carro tirado por caballos. Se encandiló de Perséfone y la raptó para llevarla al subsuelo, a su territorio… El Rapto de Perséfone.
Lo que este mito indica es que cuando Perséfone regresa con su madre, Deméter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra, con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende al subterráneo, el descontento de su madre se demuestra en la tristeza del otoño y el invierno. Así se renueva anualmente el ciclo de las estaciones y así explicaban los griegos la sucesión de ellas; el otoño y el invierno son tristes y oscuros como el corazón de Deméter al estar separada de su hija. La alegría y la serenidad retornan cuando vuelve con ella, es decir, cuando comienza la primavera. Y por junio… “En junio si pica el sol, ni mujer ni caracol”, “En junio hay días para casar, para enviudar y volver a casar”. Hay que darle las gracias a José Andrés Martínez, gran amigo y biólogo y luchador por el cuidado del medio ambiente, por prestar estas fotos tan bonitas. Hay primaveras que se quedan dentro… en el corazón, sobre el latido del tiempo.
Úsala de caballo
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