viernes, 6 de diciembre de 2013

COLABORACIÓN: TIERRAS AMIGAS: Rueda del Almirante

Autor: Toño Morala
Vista aérea de Rueda del Almirante

A veces uno quiere satisfacer su curiosidad por la historia de algunas tierras amigas. Tierras que hacen pueblos llenos de gentes anónimas, de gentes que son las que realmente hacen historia; esos hombres y mujeres que a través del paso del tiempo y dándole de vez en cuando la espalda, han sido capaces de crear las formas más humanas  y simples y siempre pegados a los recursos naturales del entorno y sus características. Siempre mirando por el medio de donde se come y de donde comen los animales para la sobrevivencia. Esa magia racional que ayuda a entender el medio rural no como un medio de vida exclusivamente, si no como algo tan natural… que uno sabe que pertenece y nace en estos lugares tan pintorescos y bonitos. Y de esa manera se van creando las formas más sencillas y discurriendo mil útiles para favorecer al trabajo  y el tiempo que quede para crear cultura: los mitos, los ritos, las leyendas, y así, poco a poco, se van forjando pueblos llenos de encanto a base de duro trabajo, y pueblos llenos de gentes buenas y bondadosas. Y de esas ganas de conocer entornos y nuevas gentes, uno se adentra en las carreteras y bajo la observación como vía para llegar a contar cosas, el que les escribe ha llegado en este caso a Rueda del Almirante.
Trillo mecánico de Aurentino
El hilo conductor siempre es la paciencia y una mirada alta y larga, y ese silencio que acaricia las tardes del otoño; de esa manera encontré la excusa para adentrarme en este precioso pueblo a través de una máquina con pinta de ser de Maquiavelo; pero nada más lejos de la realidad. En realidad es un trillo mecánico de por allá los años sesenta. Menudo encontronazo para empezar a preguntar a los pocos mayores que van quedando  en el pueblo… y así, tirando  de palabras y sonrisas cómplices, llegué a la casa del dueño de semejante joya etnográfica, a pesar de no ser tan antigua. Ahí comenzó la historia que les voy a contar.
Pedro, padre de Aurentino en la majada.
Aurentino es hijo del que fuera pastor de un rebaño de ovejas, de Pedro y de Enedina, dos buenos seres humanos  que nacieron y sacaron a su prole adelante en Rueda del Almirante, y aquí comenzó la tertulia bonachona con Mari Mar, una de las hijas de Aurento (que así llaman a este buen hombre en el pueblo y sus familiares). Mari Mar me cuenta por encima la historia del trillo mecánico y a la vez me enseña su casa: la cocina caliente por la económica de carbón y leña; la número siete lleva años dando calor y haciendo unos pucheros impresionantes.

Cocina económica
La panera llena de reliquias antiguas, la cocina horno con su armario de madera pintado, sus ollas rojas de San Ignacio, las cestas de mimbre…un añadido con una larga mesa llena de buenos níscalos, y al  fondo una parra dentro de la construcción.


También cuenta la casa, que es una de las más antiguas de Rueda del Almirante, con unas zapatas de noble madera, pilares antiquísimos, dinteles y vigas. Y entonces comienza un leve paseo por el pueblo y se va encontrando uno con restos de murallas y el viejo castillo, el mirador impresionante desde donde se otea toda la inmensidad de gran parte de la ribera del padre río Esla y la bonita Iglesia de Santa María con sus dos capiteles  mozárabes  procedentes  de  Escalada.  Ese ventanal gótico tan precioso y preciso.


Ventanal gótico de la iglesia de R.Almirante

Más al costado superior, encontramos una bonita casa con el horno exterior y su magnífico portalón;
Casa con horno exterior

 pero la joya está por llegar…uno atisba desde lejos una bonita fuente con un pequeño arco de piedra que es de origen románico.
Fuente Romana de Rueda del Almirante
 Otra fuente escondida en el paraje denominado valle de Carbajal y que tiene mil anécdotas y leyendas, es la fuente de las Doncellas. Una de ellas es  aquella… “En la guerra del Rif, en el año 1921, a un soldado de Rueda del Almirante que sirvió allí al rey, le dijo un jefe moro que, entre los papeles antiguos que él conservaba había uno que hacía referencia al tesoro escondido por el califa musulmán en un lugar de Rueda, cuando tuvo que marchar perseguido por los cristianos, y que el tesoro estaba al pie de una fuente, consistiendo en gran cantidad de oro y monedas”.
Fuente de las doncellas
 Efectivamente, allí en el valle de Carbajal se halla la Fuente de la Doncella, de fría y cristalina agua que apaga la sed de los pastores. También presta  un recuerdo santiaguista. Nano, nieto de Lucinio y Demetria  es el que limpió la bonita fuente y me acompañó hasta su nacimiento. Pero no acaba aquí este bonito paseo. También se puede visitar la cueva de la Caseta (catalogada como neolítica). Por todo el recinto que fue amurallado se encuentran casas de adobe sobre peñas altaneras, cuadras y pajares que albergaron ganados y mies para el año; y no hay que olvidar el maravilloso soto; la vega  debajo del pueblo que tanta remolacha, patatas, hortalizas de todo tipo ha dado, como también madera y buen trigo.
Sobre peñas se abrazan los adobes entre sí
y hacen pajares, cuadras y casas.
 Desde el siglo XV al XVIII ostentaron el señorío de Rueda los Almirantes de Castilla, y luego pasó al ducado de Alba. En los citados siglos pertenecieron a la Villa y Tierra de Rueda los siguientes pueblos: Rueda, Villalquite, La Aldea del Puente, Sahelices del Payuelo, Villamondrín, Quintanas de Rueda, Valdepolo, Villaverde la Chiquita, Quintana del Monte, Villahibiera, Herreros, Llamas, Sahechores, San Cipriano, Cubillas, Vega del Monasterio, Quintanilla, Palacios, Santibáñez, Carbajal, Villacidayo, Villanófar, Gradefes, Nava de los Caballeros, Valdehalcón, Garfín, San Bartolomé, Valporquero, Cerezales, Cañizal, Valduvieco, Mellanzos, Santa Olaja de Eslonza, Villarmún, Vallejo, San Miguel de Escalada, Valdabasta, Cañones, Casasola, Cifuentes y Valdealiso. Podríamos citar algunas fechas históricas y de personajes, pero lo dejamos  para los estudiosos  y para los que les interese más la literatura histórica. Seguimos con este paseo magnífico y también lleno de memoria; así nos encontramos con este poema antiquísimo… “La Cena del Almirante” que dice… A los Almirantes solía esta Tierra regalar perdices, manzanas camuesas, truchas, empanadas y fina manteca  desque don Fadrique un día de fiesta dijo:"Mis vasallos de tierra de Rueda, traedme, os ruego, una buena cena si queréis ganaros mi benevolencia; que no haya probado otra como ella, ni más agradable ni mas suculenta, ni mejor servida por guapas mozuelas".
Y no queremos acabar sin invitar a visitar este magnífico lugar, estas maravillas que nos causan una fértil imaginación y nos deja ese esplendor y su sombra de grandeza. Rueda del Almirante, tierra amiga.

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