diariodeleon 09/08/19
Algunas fuentes apuntan a que la de Valdevimbre es la fiesta más antigua del vino de cuantas se celebran en la Comunidad autónoma. Lo cierto es que la cultura del vino lo inunda todo, incluso su heráldica, de 2002, que muestra un campo de oro lleno de racimos de uva, que cruza una banda de gules cargada de un tonel de plata. El censo de cuevas se aproxima a las 300, en muy distinto estado de conservación, y, según algunas fuentes, las más antiguas pueden superar los 500 años de antigüedad.
En este contexto no podía faltar un Museo del Vino, impulsado por los empresarios de la zona, con diez años de funcionamiento, que nació con la idea de impulsar tanto la actividad vitivinícola como de hacer de esta un atractivo turístico más, con unas rutas entre viñedos y bodegas para el visitante.
El centro de interpretación cuenta con dos partes diferenciadas: la antigua bodega, con sus salas, y una nueva construcción destinada a otras actividades como catas o formación. Las salas se decoraron según el orden de elaboración de los vinos, desde la recepción del fruto —que en su día llegaba en altos cestos de mimbre—, el lagar y el camerín, con un sistema de prensado mediante viga, ejemplo de buena mecánica tradicional y aprovechamiento de los recursos con los que se contaba en otras épocas. Enormes bocois —cubas—, anclados en poinos (poyos de piedra—, con su señalización para saber el contenido , además de un numerosos conjunto de instrumentos como antiguas podadoras, bombas de achique y cántaros de medida entre otros.
El centro fue uno de los primeros pasos en el turismo enológico que trata impulsa ahora la DO León, con visitas a las diferentes bodegas. Fotografía, pintura, deporte y, cómo no, gastronomía, se dan la mano a la hora de difundir las bondades de unos vinos desarrollados a partir de una variedad leonesa.
Entre sabores
La fiesta de Valdevimbre dará insistirá este fin de semana, una vez más, en la difusión del mundo del vino y de parte una gastronomía propia, el embutido leonés, cocido en vino, como no puede ser de otra manera, en ollas que calienta el fuego que consume los sarmientos, que confiere al producto un sabor característico, tan de la tierra como el que esconde la uva durante su maduración y que llegará a la boca del consumidor una vez que el mosto haya fermentado y el vino repose el tiempo preciso en tanques y barricas. Valdevimbre será este fin de semana cuestión de sabor y de aromas, de fiesta de verano, de familia y de amistad, y, para algunos, un punto de inflexión si por primera vez llegan a la tierra del único Prietro Picudo.
A. Domingo
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