David Díez Llamas. SOCIÓLOGO 07/10/2011
En San Froilán siempre que puedo asisto en los alrededores de San Marcos al levantamiento de los pendones al ritmo del Himno de León. Para mi es un acto emocionante y cargado de sentimiento. Más allá del colorido y los elementos estéticos, el desfile de pendones encierra, para mi, muchos valores. Recoge tal vez como pocas cosas uno se los signos más importantes de la identidad leonesa como es el de armonizar la unidad con la pluralidad.
Los pendoneros son plurales en ellos encontramos jóvenes y viejos, hombres y mujeres, personas de derechas y de izquierdas, religiosos y ateos, personas de raza blanca y de raza negra —en concreto los pude ver en el pendón de Azadinos y en el de Bembibre—. Esa pluralidad se conjuga armónicamente en un sentimiento común de orgullo por representar a su pueblo y llevar su pendón lo mejor posible. Las diferencias que pueda haber en modos de pensar, se apartan para dar paso a esa ilusión común por un sentimiento de identidad con su pueblo.
Por otro lado encontramos gran número de pendones —cada año más— que desde sus propias particularidades tienen una identidad común son el sentimiento leonés. Son muchos los pendones que unen a la bandera de su localidad o comarca, la de la Región Leonesa. Es el canto a la diferencia desde el reconocimiento a un tronco común. Incluso podemos hablar de una gran pluralidad de colores que da gran vistosidad al recorrido y que huye de la uniformidad. Que quieren que les diga, pero allí no se ven por ningún lado banderas de Castilla y León, nadie entendería su presencia. No deja de ser todo un símbolo que los pendones de León se alcen precisamente frente al edificio de la Junta.
Es un acto total y absolutamente popular. Aquí no hay autoridades que marquen la pauta o figuren por algún lado. Los pendoneros y las personas que les rodean son del pueblo en el sentido más estricto y auténtico de la palabra.
En la conformación de España hubo dos modelos diferenciados. El uno ha estado representado por el Regnun Imperiun Leonés que se basaba en el reconocimiento de la pluralidad de reinos bajo la unidad de un rey de reyes que recibía el nombre de emperador y era el Rey de León. Esa idea se contraponía con otra mucho más uniformizadora representada por Castilla y asentada en su condición de pueblo con mayor arraigo militar, como indica su propia denominación. El triunfo del modelo de Castilla supone el progresivo debilitamiento de las Cortes como cuerpo legislativo.
A mi me gustaría ver esa unidad plural de España. Que a modo de pendones viésemos desfilar las diferentes regiones con sus particularidades, con sus legítimos orgullos de pertenencia a Euskadi, a Cataluña, a Andalucía, a Castilla, a Aragón o a León. Todos ellos unidos en un sentimiento común de identidad como españoles. Pues eso es lo que vemos en el desfile de pendones, ni más ni menos. Esto es muy diferente a los nacionalismos excluyentes que ven unidades distintas o a los que desde otra óptica ven todo igual y uniforme.
En los momentos en que estamos otro de los valores que se puede ver en el desfile de pendones es el de conjugar la idea de fuerza con la del equilibrio. El pendón se mantiene izado si está equilibrado, sino se caerá. Podríamos pensar si en la actual crisis se ha guardado ese equilibrio al «izar» las cuentas en las diferentes administraciones o simplemente se ha actuado con la fuerza del momento para levantarlo, pero no para luego sostenerlo —el equilibrio del pendón—. Con ello vemos frecuentemente como se hace necesario cerrar polideportivos, museos al no saber guardar el equilibrio en sus cuentas.
Un valor más es el de la cooperación. El pendón se lleva entre varios pendoneros que se van turnando. No es posible hacer toto el recorrido por una única persona. También se necesita de personas que se encarguen de equilibrarlo tensando las colonias. Otras personas se encargaran de su recuperación y mantenimiento y otras más de las tareas de avituallamiento.
La solidaridad y el esfuerzo son otros valores que pueden resultar especialmente apreciados en los momentos que vivimos. Podríamos decir que es el esfuerzo desde la solidaridad.
Los pendoneros van llevando el nombre del Reino de León por muchos lugares de España. Yo tuve oportunidad de verlo en Bilbao y me pareció algo espectacular. Tal vez haga falta dar a conocerlos mejor y que los leoneses los apreciemos en todo su valor que va mucho más de la propia espectacularidad.
Gracias pendoneros por todo vuestro esfuerzo y por hacerme sentir el orgullo de ser leonés.
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