( La Crónica de León- 02/07/2011 )
Otero de Naraguantes ha reconstruido 4 de los 5 molinos que históricamente tuvo
En el Bierzo, casi a las puertas de Los Ancares, a sólo 32 kilómetros de Ponferrada, se encuentra la pequeña localidad de Otero de Naraguantes. Incluido en el término municipal de Fabero y encaramado en las alturas que dominan la zona, este pueblo se ha embarcado en la tarea de recuperar el patrimonio de sus mayores. Concretamente, ha reconstruido 4 de los 5 molinos que llegó a tener en otros tiempos. Estos molinos, movidos por un mecanismo que aprovecha las aguas del arroyo que baja de su montaña, tienen como rasgo original el estar casi todos situadosmuy próximos y a la entrada del pueblo. Aprovechaban el mismo cauce para realizar la molienda. La imagen delos molinos, cada uno seguido del otro, es impactante. El ingenio de los antiguos habitantes de Otero consiguió este curioso efecto, que unía lo estético a lo práctico.
Su forma es rectangular y tienen un tejado a dos aguas, con un característico resalte escalonado en la parte frontal. La cubierta es de pizarra, material muy abundante en los alrededores, aunque antiguamente estaban cubiertos con paja. Las paredes son de piedra, con una puerta en el frente y una pequeña ventana. Su aspecto se integra perfectamente con el paisaje berciano.
Molinos con nombre propio
Los molinos tenían sus propios nombres: ‘Queimao’, ‘Roquexo’, ‘Fondeiro’ y el ‘de Botas’. La función de los molinos era moler el centeno, cultivo muy extendido en otros tiempos por los alrededores, pero del que hoy, apenas quedancomo rastro estos testigos de piedra.
El funcionamiento era admirable por su simplicidad y su eficacia. Sus partes tienen nombres de acentos galaicos, tan propios de las tierras bercianas. El grano era recogido en un recipiente llamado ‘moxego’.
El ‘taravico’ lo movía y lo conducía através del ‘canalexo’ hacia la piedra. La molienda se hacía por la fricción de dicha piedra con la ‘muela’. Una pieza, llamada ‘tereruela’ hacía girar a ésta última. La piedra era movida por la fuerza del agua, conducida por el ‘rodezno’. La harina resultante de la molienda caía en el ‘brandal’. Finalmente, nada se desperdiciaba, nada se perdía: el agua empleada para mover el rodezno era devuelta al cauce para provecho de los otros molinos situados más abajo.
Para poder moler en estos pequeños edificios existía un sistema denominadode los ‘Comuneros del Molino’. Consistía en que los vecinos se organizaban en turnos, llamados ‘horas’.
Horas de molienda
Las ‘horas’ de molienda equivalían a un día y una noche uso enteros. Al principio, el número de ‘horas’ por ‘comunero’eran proporcionales a la cantidad de molienda que tenían. Con el paso del tiempo, todos los ‘comuneros’ tenían derecho al mismo número de ‘horas’. Así se evitaban conflictos y todos resultaban beneficiados. Esto era un ejemplo de los mecanismos de ayuda que tenían los pueblos hasta hace no tanto tiempo. Algunas de estas formas de auxilio entre vecinos todavía se conservan. El contrato por el que se regían estos turnos cuidaba al extremo cada detalle de su utilización.
Hay más ejemplos de molinos en esta área concreta del Bierzo. Son los de Paramo del Sil, Susañe y el que se encuentra a orillas del río Cúa, cerca de Bárcena de la Abadía (también recientemente restaurado). Son sólo un ejemplo más de la enorme riqueza y diversidad de la arquitectura tradicional leonesa.
Merece la pena subir hasta Otero para admirar el esfuerzo de sus habitantes, unidos en su Junta Vecinal,por conservar su riqueza cultural. Una iniciativa que es digna de imitar por parte muchos pueblos que están todavía a tiempo de salvar las pequeñas joyas de su patrimonio.
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