domingo, 16 de julio de 2017

Noticias: Olvidadas roperías



Las roperías, hoy olvidadas, fueron un elemento fundamental en los tiempos de esplendor de la trashumancia y los rebaños de ovejas, en ellas se hacía posible toda la intendencia, desde hacer el pan , guardar la hierba y enseres... vivir

| MAURICIO PEÑA
Fulgencio Fernández | 16/07/2017
lanuevacronica
  La cabaña real de El Escorial era la propietaria de la \"señorial\" roperíade
 Truébano de Babia que ahora es de un particular. 
En la temporada coincidían varios roperos. Así, que me vengan a la mente ahora, recuerdo a dos que eran de Tejerina, otro de Prioro, y a Faustino, que estuvo varios años y era de Remolina. Además, mi marido estaba allí siempre que hacía falta. Hacía las labores de ayudante del ropero. Debía presentarse los días que se amasaba y cocía el pan. Y la única paga que recibía por ello era un mollete. Por tanto, existía un cargo que pudiéramos llamarle ropero mayor, que sería el encargado directo de fabricar el pan, repartirlo y ocuparse de toda la intendencia de los pastores del rebaño. Y otra función sería la del ropero ayudante, que era mi marido, que sólo atendía el horno durante el verano». La explicación de la mujer del ropero ayudante de Retuerto (seguramente la única que queda en la provincia como tal, con ese nombre) nos da una idea de la importancia de estos edificios que estuvieron sembrados por todas las montañas que recibían sobre todo rebaños trashumantes.

          Parece simple pero abundando en las explicaciones se recuerda que esta de Retuerto (Valdeburón) era la ropería ‘central’ de las cabañas ganaderas de Rojas, la famosa Condesa de Bornos. Esta importante ganadera alquilaba hasta las décadas centrales del pasado siglo más de quince puertos y cuarenta majadas por lo que, explica la buena mujer, «igual se juntaban más de cien pastores que trabajaban para la condesa. Por tanto, el ropero no se aburría al tener que dar de comer a tanto personal». El testimonio de esta mujer de Retuerto está recogido en el libro de vivencias de pastores ‘Las palabras de la soledad’, de Enrique Valdeón, Carlos Martínez Mancebo y José Manuel Regalado.

          Es muy apropiada la descripción de la ropería y los recuerdos de la de Retuerto por ser, por una parte, la que aún permanece aunque sin actividad y, por otra, por haber sido una de las más importantes en una de las comarcas por excelencia de la ganadería de ovino, Valdeburón. La otra sería Babia, también con varios edificios similares al de Retuerto. Las explicaciones de la mujer nos llevan a otros usos de la ropería, al margen de vivir allí el ropero: Tenían allí su dormitorio, un cuarto con una cama. En la misma parte derecha hay un almacén para la harina y también se guardaba la masera y el cedazo para cerner la harina, que se traía desde Tierra de Campos en carros tirados por vacas. El horno estaba nada más entrar a mano derecha», en lo referente al pan. «A mano izquierda se guardaba la sal y cosas de los chozos: cencerros, avíos de las merinas y otras cosas que no se llevaban a los puertos. En la parte alta estaba la tenada para guardar la hierba, pues a las yeguas, que servían para transportar el pan hasta los puertos, había que darles algo de comer. En general bajaban los motriles, haciendo el viaje de ida y el de vuelta en el mismo día».

          Ya está hecho el dibujo de la ropería tipo y los oficios que acarreaba, pero de la importancia de las mismas puede dar otro dato interesante lo que parece una anécdota: «A veces, si el ropero era aparente y tenía ganas de juerga, la cocina servía como lugar de reunión, a modo de hila, y allí acudían los mozos y gentes del pueblo». 

          Señala el experto en ganadería ovina y rebaños Manuel Rodríguez Pascual que las roperías son «ejemplos de una muy interesante serie de edificios que fueron propiedad de grandes ganaderos o instituciones». El propio Jovellanos, en 1792, recogía muchas en sus escritos (aunque confundió a los propietarios de las de Truébano y Quintanilla): «En Babia se apacientan en verano como trescientas mil cabezas de ganado merino, y son del Paular, Guadalupe, Perella, Escorial, Salazar, Sesma, Dusmet, Albas de Salamanca, Muro (Someruelos), Ondátegui (Hospital de Segovia). El Paular tiene su ropería en Truébano, El Escorial en Quintanilla, Guadalupe en Beberino, Sesma en Riolago y Salazar y Ondátegui allí. Fernández Nuñez, en la Mesa, Infantado en Torrestío, Negrete en Valdeburón». A ellas habría que añadir las de la montaña de Riaño, pues el Marqués de Perales tenía en Las Salas, hoy viviendas familiares, y en la comarca de Gordón se conserva la de Beberino, perteneciente al monasterio de Guadalupe, como ‘delata’ un retrato de la Virgen Morena de Guadalupe que se conserva en la fachada de la parte de la ropería que aún se conserva. Estos monjes Jerónimos parece que alquilaban la mayor parte de los puertos de la cercana Tercia. Ya en la ribera del Torío, al lado del puente medieval de Serrilla, podemos ver un centro de turismo rural bautizado como lanuevacronica., rehecho hace pocas décadas. 

          Una más que interesante serie de edificios (hay bastantes más) que nos recuerdan mejores tiempos para lo que fue un motor de nuestra economía, la ganadería ovina.

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