domingo, 21 de febrero de 2016

NOTICIA: El leonés que paró el tiempo

Las casas de subastas pagan fortunas por sus relojes. José Rodríguez Losada, el conocido autor del reloj de la Puerta del Sol, tiene una biografía apasionante.


El relojero Losada- ARCHIVO HISTÓRICO DEL DL

VERÓNICA VIÑAS | LEÓN
Ha pasado a la historia como el constructor del reloj de la Puerta del Sol, pero la vida del leonés José Rodríguez Losada (1797-1870) es tan apasionante como desconocida. Las casas de subastas más importantes se disputan alguno de los 6.000 relojes que llevan su firma, auténticas joyas por las que se pagan fortunas. Piezas que exhiben desde el Museo Nacional de la Ciencia al de Artes Decorativas o el Palacio del Tiempo (en Jerez).
Losada, que fue cronometrista de la Marina Española, nació en la pequeña localidad de Iruela en mayo de 1797. Sus primeros 30 años están llenos de lagunas. Se cree que fue pastor, pero es un misterio cómo logró salir de los ‘confines’ de la provincia, llegar a Madrid —en una época en la que viajar estaba al alcance de muy pocos— y convertirse en oficial del Ejército. Sí parece probado que participó en una conspiración liberal en 1823 contra el absolutismo de Fernando VII, lo que le obligó a huir a Londres. En aquellas reuniones clandestinas había un personaje peculiar, un policía que acudía disfrazado nada menos que de fraile. Descubierto, le obligaron a firmar un salvoconducto para que Losada pudiera cruzar la frontera francesa. Era el padre del célebre escritor José de Zorrilla, que contó el episodio en Recuerdos del tiempo.
El aventurero de la Cabrera se casó con Hamilton Ana Sinclair, una escocesa diez años mayor que él. No se sabe a ciencia cierta si su mujer era viuda de un relojero y si, a su muerte, Losada heredó el negocio. Lo cierto es que el emprendedor de Iruela abrió en la capital londisense un próspero negocio de relojes y su carrera, a partir de entonces, fue fulgurante.
El establecimiento estaba ubicado en 105 de Regent Street y en su trastienda acogió una singular tertulia a la que acudían desde Zorrilla a Ramón Cabrera o el General Prim, lo que lo convirtió en punto de encuentro de destacados emigrantes españoles. Zorrilla, aparte del avatar de la fuga, dedicó al relojero leonés el poema Una repetición de Losada. El autor del reloj de la catedral de Málaga también aparece, nada menos, que en los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós.
Algunos investigadores consideran que José Rodríguez Losada no fue más que un caso ‘sui géneris’ en la historia de la relojería; en definitiva, un ‘timo’. Para otros, en cambio, fue un auténtico genio. En 1854 a Rodríguez Losada le conceden la medalla de Caballero de la Orden de Carlos III y, dos años más tarde, viaja a su pueblo natal, tras años de exilio, y se lleva consigo a dos sobrinos. ?Fue en 1865 cuando regaló a la ciudad de Madrid el reloj que marca las célebres campanadas en Nochevieja. Entre su clientela figuraba la más selecta élite de Europa, incluidos nobles y reyes. Sus relojes, los más precisos de la época, le convirtieron en suministrador de la marina española. De hecho, tanto el Museo Naval de Madrid, como el Observatorio Naval de San Fernando, en Cádiz, preservan auténticas obras maestras del relojero leonés. Maquinaria de extraordinaria precisión y unos diseños únicos, dieron a Losada fama y reconocimiento mundial. Sus piezas hoy, igual que antaño, siguen siendo valoradas como joyas. Las escasas ocasiones en las que alguno de sus relojes salen a subasta alcanzan precios inigualables.
Rodríguez Losada falleció en Londres el 6 de marzo de 1870. Entonces era una auténtica celebridad. En su testamento legaba su fortuna, de 30.000 libras esterlinas, a sus hermanas, un sobrino, su medico y sus sirvientes. El paso del tiempo no ha hecho mella en sus creaciones. El reloj de la Puerta del Sol es un ejemplo de precisión. Únicamente atrasa cuatro segundos al mes, lo que es increíble teniendo en cuenta el momento de fabricación. En 1993 Christie’s vendió un Losada por 24.000 euros. Hoy, no tendría precio. Losada sigue siendo el mejor relojero español.
Interior del reloj de la Puerta del Sol. RAQUEL P. VIECO

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