Autor: Toño Morala
Hay
oficios de una belleza tangible, donde las manos artesanas y la creatividad a
flor de piel juegan un importante papel. Manos sabias que recorren
la plata y sus sensibilidades para crear
piezas que llenen los sentidos de magia y seducción. Espacios ocupados por
minerales de ley, y a veces acompañados de piedras preciosas, y en otras
ocasiones no tan preciosas, pero si precisas y muy bonitas. Un pequeño taller
de platería en el que se conservaban restos de su actividad artística, todo un mundo lleno de
buenas cosas para la observación. Por eso es por lo que vamos a dedicarle este pequeño espacio
con el fin de que estos últimos vestigios de la platería sean conocidos, porque
pensamos que no tardando mucho habrán desaparecido, perdiéndose con ello uno de
los oficios más creativos. El orfebre platero hace sellos, sortijas, pendientes
y joyas con piedras preciosas, cadenas, collares, brazaletes, copas, platos y
fuentes de plata…Los negros azabaches se dan la mano y se juntan muy bien a las
platas. Se engarzaban rosarios y collares. Antiguamente la casa-taller, el
obrador del platero, se encontraba en las plazas más céntricas; la tienda
contaba con una trastienda donde se guardaban los pesos y útiles del oficio, y
a la vez se instalaba una pequeña oficina; allí se anotaban los encargos y se guardaban los
papeles y recibos. Detrás de ésta se situaba
el taller, con máquinas manuales y herramientas, y a continuación, la fragua
con el horno (hoy ya no existen en los pocos talleres que quedan). Las tiendas
estaban integradas, básicamente, por el mostrador y los aparadores, vitrinas
donde se exponían las piezas. Las tiendas de platería sin duda, ocupaban un
espacio muy importante en las ciudades y villas.
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Taller de platería Ramírez |
Muchas de las herramientas han quedado
en desuso, pero han sido muy importantes
en la actividad profesional de la platería. La mesa o tablero donde trabajaba el artista, básicamente
mantiene los elementos que este tipo de mueble requería. Posee una escotadura
circular en el centro y tres cajones. En ella, se asienta la astillera, pequeña
cuña para limar y repasar las piezas. El primero de los cajones se destinaba
para las herramientas, el segundo se le llamaba el cajón de la plata, cuya
misión era recoger las limaduras que al trabajar este metal caía de las piezas
que se estaban elaborando; con ello, estos restos eran de nuevo
aprovechados, también se evitaba que las
piedras preciosas cayeran al suelo; el tercer cajón se destinaba para otro tipo
de limaduras, alpacas y metales diversos, que luego en los crisoles se fundían.
Importante también son los cajones divididos en compartimentos para guardar las
herramientas menudas; diversos alicates de puntas diferentes, pequeños punzones,
limas de diferentes tamaños y formas, martillos esenciales para estirar las piezas, y un pequeño tas o yunque que
sostenía los golpes sin rechistar. Las cajas que contenían los moldes y las
piedras finas, otros cajones con llaves para documentos, facturas, piezas
acabadas, etc. Otros enseres imprescindibles en el obrador como los candiles
eran muy importantes, así como los antiguos braseros de carbón. Cada taller
tenía un troquel que servía para marcar las piezas con la ley del metal, así
como las iniciales del maestro platero. Comentar que los aprendices no cobraban,
solo si terminaban de oficiales o maestros lo hacian; podían estar
tranquilamente dos o tres años para aprender el oficio.
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El artesano Chema Méndez soldando una pieza de plata.
Pieza del Mes Museo Etnográfico Provincial. El después. |
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Taller de platería Ramírez. El antes. |
Herramientas como diversos
modelos de ágatas, servían para bruñir el metal. Embutidoras y dados de
ranuras, buriles y punzones para grabar y repujar, la hilera para trefilar los
alambres finos, las badanas para pulir y finalizar las piezas, la balanza con
sus pesas. Entre otras maneras de pesos tenemos una de dos platos distantes en
fiel y en equilibrio, en uno se echa lo que ha de pesar, y en el otro las pesas.
Un soplete candileja de soldar y soplete a boca, recipiente del candil en que
se pone aceite u otro combustible para que ardan una o más mechas y dirigiendo
la llama, a través del soplete a boca, se conseguía hacer las soldaduras.
El tiempo no pasaba en el pequeño taller, el
platero se conformaba con el silencio y poco más, una paciencia a prueba de
latidos de corazón pausados, y el leve murmullo del exterior, de esas calles
estrechas y de formas peculiares que hacían la vida más tranquila. No hemos de
pensar que el platero por trabajar metales nobles, gozara de una posición alta,
ni siquiera medio-alta. Pese a que el romancero le dedica unos bonitos versos…
“El que trata con Señores, el estimado de Reyes, el arte al fin de Plateros, que
es decir lo que se puede”... La realidad es que sí hubo plateros que alcanzaron
gran fama y ocuparon un puesto privilegiado, gozando de una alta posición
social por el elevado capital que lograron conseguir, pero hubo también otros
plateros que murieron pobres; es el caso de Ramón Fdez. De Arróyabe. En su
partida de defunción de 22 de diciembre de 1842 aparece: “no testó por carecer
de bienes”. La revolución industrial llegada a España hizo que naciera una
clase burguesa, cuya situación económica medio-alta fue la demandante de platería civil; por otro lado la Iglesia se
había quedado sin vajillas religiosas, saqueos y entregas por las guerras, que
era preciso reponer. La burguesía que acabamos de mencionar y la Iglesia fueron
los dos clientes que hicieron que se levantaran pequeños talleres de platería,
que habían vivido mal, y que nacieran otros nuevos. Hay que decir que la
calidad de la plata, así como el valor artístico de las nuevas obras fue muy
inferior al de épocas pasadas, pues las economías aunque relativamente en alza,
no tenían el peso y el apoyo de los nobles señores. La denominación “Joyería-Relojería-Platería”,
nos indica que algo ha cambiado, los acontecimientos políticos e históricos de
un país tienen diferentes repercusiones en los negocios. A partir de los años
setenta, la economía española está en franca decadencia y ello hace que estos
negocios familiares se vengan abajo, teniendo que adaptarse a la nueva
economía, donde las grandes fábricas abastecen de todos los productos.
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Taller de platería Ramírez |
Muy interesante. Gracias por recuperar estos oficios que tristemente se están perdiendo. Me encanta leer lo que se escribe aquí.
ResponderEliminarGracias por la información. Bonito artículo. Un abrazo.
ResponderEliminarQue buen trabajo amigo Toño estás haciendo recordándonos esas profesiones ya, ni no casi, extinguidas.
ResponderEliminarSaludo.
s
Buenos días. En primer lugar, gracias y enhorabuena por el interesante artículo. En segundo lugar, quería preguntarles por la procedencia de las fotografías del taller de platería Ramírez y del platero Chema Méndez. En concreto, si pertenecen al Museo o si las ha aportado el autor del artículo, y cómo podría tramitar los permisos para reproducirlas y citarlas correctamente en una tesis doctoral. Muchas gracias de antemano, un saludo,
ResponderEliminarEmilia
Ante todo muchas gracias por participar en nuestro blog. La imágen del platero Chema Méndez procede del museo y no tendríamos ningún problema en hacérsela llegar si se pone en contacto con el museo.
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