sábado, 23 de octubre de 2021

NOTICIA: Villa Evarista: La bolera con porrón del Ejido Quintín

FOTOGRAFÍA Este merendero con bolera y cuadra fue uno de los lugares más frecuentados y recordados de aquel León de los 60, 70 y 80. Fernando Rubio también estuvo allí con su cámara, en 1972, con él iniciamos los recorridos.


\"En ese patio, a modo de corral leonés, había señores mayores con sus boinas echando una partida de bolos o jugando a la rana\", dice Pérez. | FERNANDO RUBIO


Fulgencio Fernández | 18/10/2021
lanuevacronica
Las fotos de los años 70 de Fernando Rubio, periodista de prensa en León en aquella década, nos conducirán por los recuerdos de lugares, personajes, costumbres, celebraciones, anécdotas... historias que parecen ahí a la vuelta de la esquina pero ya ha pasado medio siglo.
Fernando Rubio nos aportará el recuerdo, la imagen y el comentario de aquel momento que él vivió y cómo lo vivió para abrir la puerta a saber qué fue de aquella ‘historia’, cómo está, qué ha atesorado en estos 50 años de andadura desde entonces. Vaya por delante cómo entiende este gran fotógrafo leonés su oficio, él mismo lo cuenta en una de sus últimas entradas de sus redes sociales, sobre una imagen de la Catedral que invita a pensar en la utilización de filtros pero no es así: "Quiero expresar mi manera de entender la información gráfica: mantener la posición más neutral posible con respecto a lo fotografiado".

La imagen, las imágenes, elegidas para el primer recorrido es de Villa Evarista, un lugar singular y recordado entonces mirando a un descampado desde la orilla del Ejido y hoy en una de las puertas de entrada al Polígono X. Era (porque aún existe pero cerrado y olvidado) un merendero con bolera y cuadra de ganado al fondo pues su dueño, Aníbal, practicaba aquella economía mixta tan propia de la época. En la faceta de la práctica de los bolos se fijó Fernando Rubio, con las fotos entonces y también en su reflexión ahora, que abre con una mirada al barrio, el Ejido, que define como "un paraje para ir a pasear por el verano, varear la lana y rehacer los colchones y, tomarse un refrigerio, merendar y jugar o ver jugar a los bolos o la rana". Y todo esto donde mejor lo hacían los leoneses era en este rincón, al que llegaba el frescor del cercano Torío, Villa Evarista: "Además de bar y merendero, era una bolera emblemática. En mis imágenes evoco el ambiente en el año 1972 y aprovecho para ilustrar los bolos leoneses en un ambiente popular, fuera de los campeonatos oficiales. Un deporte tradicional cuyo origen es celta o romano, según las fuentes", recuerda Rubio y añade en su Facebook unos cuantos enlaces para conocer tanto las diversas modalidades —leonés, riañés, maragato, lacianiego...— como las características y nombres de las bolas, los bolos, el miche, el castro... le gusta a Fernando Rubio bien documentar aquellas imágenes que recuerda.

Ciertamente fue Villa Evarista uno de los centros de reunión más frecuentados durante décadas. Además de la foto fija de Rubio añadiremos otras dos de visitantes conocidos, una anterior a los setenta de Francisco Umbral —con anécdota y hasta noticia— y otra posterior, en los ochenta, de un gran defensor de nuestras tradiciones, el musicólogo Héctor Luis Suárez Pérez.

Que Umbral era cliente de Villa Evarista lo deja claro el hecho de que el escritor —que vivió unos años en la ciudad trabajando en La Voz de León— le dedicó uno de los capítulos de su celebrada ‘Crónica de las tabernas leonesas’, por la que desfilaron los lugares más emblemáticos de aquel León de los sesenta: La Gitana, El Ruedo, El Besugo, la Bodega Regia, La Mazmorra, El Bodegón... y contaba su Historia y jugosas historias, al margen de definirlas con esa precisión e imaginación que le caracterizaba: Ateneo del mus (Casa Benito); Empapelada y de buen nombre (Valdesogo)... para nuestra protagonista también eligió ‘Juego de bolos en Villa Evarista’ y definía el lugar como "la bolera con porrón del Egido Quintín" pues allí, además, se merendaba.

Per ocurrió una cosa curiosa con esta taberna. Cuando la desaparecida La Crónica de León publicó un libro que recogía todas las tabernas que había ido desgranando Umbral en su programa de radio "desapareció" Villa Evarista, por expreso deseo suyo y exigencia para ceder los derechos de hacerlo. En el prólogo del libro se apuntaban las razones, más bien la razón, y que era un detalle de la puerta. En la parte superior de la verja de entrada se leía ‘Villa Evarista’ y en la inferior ‘León. 1932’. Este detalle le dio pie a Umbral para iniciar así su texto: "Desde 1932 —que es un bonito año en que se fue de España el Rey y vino al mundo el cronista— Villa Evarista es el Egido bar situado en el Egido Quintín, casa que fue de la señora viuda de Molleda...".

Con el tiempo parece que Umbral decidió borrar sus dos primeros años de vida —por motivos personales— y sus biografías oficiales decían que había nacido en Valladolid en 1934, por lo que ese 1932 le estorbaba. En El siglo de Umbral, que publicó el Diario de Valladolid, escriben: "Ya en Madrid decide aplazar tres años su nacimiento, con bautizo en la misma pila que Mariano José de Larra".

El cliente de los 80, Héctor Luis Suárez, además de las enormes manos de Anibal, su dueño, recuerda que "algo antes de caer la tarde, se acudía para compartir mesa, tertulia y cantos en la merienda cena como remate de la jornada (ensalada, tortilla y embutido). Al llegar, siempre en ese patio a modo de ‘corral leonés’ había señores mayores con sus boinas echando una partida de bolos o jugando a la rana".
Podría completar el anecdotario un recuerdo que siempre cuenta Trapiello, de cuando en 1974 Manolo Martínez Henares llevó a Villa Evarista a una cantante de moda entonces, Mari Trini, para que conozca un lugar típico. Y dice Trapiello: "Mari Trini flipa con los bolos, la gente, lo suburbial... y se rechupa".

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