miércoles, 18 de diciembre de 2013

EDITORIAL: El Ramo Leonés.

El RAMO LEONÉS es uno de los representantes más significativos de la religiosidad popular leonesa formando parte de la tradición y la identidad propias, gozando actualmente de una salud envidiable gracias a la recuperación por parte de todos los leoneses que lo reincorporan en sus hogares, oficios y comercios en la Navidad.



Los orígenes del Ramo se remontan hasta momentos prehistóricos precristianos, donde el ramo o rama de árbol tenían un carácter votivo como posible culto a la fertilidad de la naturaleza acompañado a veces de frutos y del fuego u objetos encendidos (cordeles engrasados o encerados, teas, etc.) También se le atribuye un culto propiciatorio asociado a la solicitud de buenas cosechas.

Según Concha Casado el soporte donde se llevaban las ofrendas fue en principio un ramo o rama de árbol, que luego vino a significar la ofrenda misma (de hecho aún existen en la provincia tradiciones relacionadas con la imposición del ramo en épocas primaverales y estivales). Más tarde esta rama se sustituye paulatinamente por un armazón de madera cubierto con adornos naturales y antrópicos.

Existen otros ramos además del de la Navidad (como el de novia, de la virgen, el de patrón/patrona, el de las mozas, el de misacantanos, etc.), si bien su estructura y composición son similares. El Ramo Leonés se compone de un soporte material, normalmente de madera (aunque existe alguno histórico metálico) del que cuelgan ofrendas y adornos (así como otros elementos en torno a él, sobre todo en su base una vez portado). Asociado a éstos se encuentra una parte de oralidad muy importante: la literaria popular e incluso musical, asociando textos y melodías a un complejo ceremonial que puede incluir asimismo danzas.

El soporte de los ramos podía ser una rama vegetal, una vara de madera o los más evolucionados componer formas geométricas o vegetales, en donde el más representado hoy es el armazón con forma triangular, si bien existen más de doce tipos donde destacamos otros como romboidal, circular de copa o de rueda, de margaritina (soporte labrado con un símbolo solar asemejando una flor con muchos pétalos), de cola de pavo real o medio sol, con forma de cubo, de cuadrado etc.


Se denomina vestir el Ramo a adornarlo, lo que hace pensar que parte de la decoración sean telas como cintas de seda, colonias, mantones bordados, puntillas, etc. Pendientes del ramo se solían situar estampas de santos, medallas de devociones marianas. También ramas verdes, flores, imitando en cierta forma la naturaleza primigenia de la rama natural. También se suman las ofrendas que son las que se ofertan al templo tales como las velas y cera, dispuestas de forma similar a los tenebrarios de la Semana Santa. Según Alejandro Valderas, normalmente el número de éstas es impar, aunque asimismo existen los pares de 12, representando los meses del año.

La fruta también se utiliza como ofrenda, habitualmente las relacionadas con el periodo invernal, normalmente manzanas. Asimismo los frutos (del bosque tales como castañas, nueces, avellanas, etc.) y derivados del pan como roscas, rosquillas, tortas, bollos, etc.

El “Canto del Ramo” se realiza el día de Nochebuena en la Misa del Gallo. El desarrollo de la ofrenda comienza con las mozas pidiendo permiso al sacerdote para entrar en la iglesia a cantar el Ramo. El canto normalmente hace referencia al relato evangélico del Nacimiento y la Adoración a los pastores ante el altar. Después se describen las ofrendas para finalizar con la despedida donde se felicita a los presentes. En algunos pueblos se concluye el canto del Ramo con “dichos” o sátiras sobre los acontecimientos ocurridos a lo largo de ese año.

Además del canto del Ramo en Navidad, también se cantaban el Ramo patronal sustituyendo las escenas evangélicas por la hagiografía del santo. El ramo votivo se ofrece por una promesa, se sustituye el núcleo navideño por el relato de un hecho dramático autobiográfico.

Según Alejandro Valderas la utilización del Ramo se extendería por las diócesis de León (provincias de León, Palencia y Cantabria) y Astorga (provincias de León y Zamora). Casi un 20% de las localidades corresponderían a las vicarías de Oviedo (provincias de León y Zamora), la zamorana de Alba y Aliste de la Archidiócesis de Santiago, a la leonesa de la Orden de Santiago (Altobar, Campo de Villavidel) y los territorios en los que un abad hacía las funciones episcopales (Peñalba, Montes de Valdueza).

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